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Silvia Mercado - Periodista | Imagen tomada de internet |
*Por
Julián Otal Landi
Si en la actualidad
existe dentro del malogrado periodismo argentino alguien con particular encono
hacia el peronismo (es decir, más allá del kirchnerismo), esa persona se llama
Silvia Mercado. Todo parecería indicar que la chubutense le hace honor a su
apellido al atacar constantemente no sólo a la realpolitik peronista / progresista (que puede ser criticada con
amplios e infalibles argumentos) sino también en realizar abordajes flojos de
papeles en torno al ethos peronista.
Desde los tiempos de Cristina Fernández, durante su segundo mandato, Silvia
Mercado está obsesionada con pretender esclarecer el relato peronista. Esto es: presentar dos libros donde el peronismo
pareciera no diferenciarse mucho de los totalitarismos ya que, para ella, el
inefable Raul Apold fue una especie de Goebbels argentino que siguiendo las
máximas de aquel propagandista nazi, crearía un relato exitoso. La
argumentación de Mercado no es nada original, ya que no difiere de la clásica
visión antiperonista (o gorila, ni más ni menos) donde el peronismo es un
aparato leviatanista que avanza sobre
las libertades individuales, socavando los derechos de los ciudadanos,
engañando a la plebe con un discurso malintencionado acompañado con políticas
clientelares.
Muy oportuno es que, en
2022, Mercado avanzase con esa línea (exacerbada como suele mantener en sus
artículos e intervenciones televisivas
en el canal progobierno (La Nación +)
sacando recientemente “El presidente que no quiso ser” donde la periodista hace
leña del árbol caído para trazar una línea absurda (tanto en el titulo como en
el desarrollo) con el clásico libro de Bonasso sobre Cámpora “El presidente que
no fue”. Tanto aquel presidente como Fernández, ambos habían sido absorbidos
por la implacable ambición del peronismo. En este reciente trabajo, por otro
lado, Silvia Mercado busca todo tipo de artilugios para responder al falso
interrogante “¿es peronista Alberto?” para afirmar que lo era, cuando en
realidad esta bochornosa figura de nuestra decadente clase dirigente siempre se
autodefinió alfonsinista /socialdemócrata.
Sin embargo en sus
comienzos, la periodista y escritora, no sólo era peronista sino que había sido
además una fiel colaboradora del MUSO (Movimiento Unidad, Solidaridad y
Organización) conducido por el histórico dirigente Antonio Cafiero durante el
periodo de transición a la democracia. En diciembre de 1982, el MUSO encargaría
al historiador revisionista Fermín Chávez dirigir la revista Movimiento para la revolución nacional y
popular. En dicha revista, la por entonces joven Silvia Mercado, daba sus
primeros pasos en el periodismo comprometiéndose políticamente con el proyecto
peronista integrando su consejo de redacción. Detalles que fueron obviados de
su currículum, claramente.
La revista Movimiento fue una publicación de corta
duración (duró lo que duró la transición hasta el triunfo de Alfonsín) pero en
la misma se vislumbran los debates internos del partido mayoritario que había
perdido a su histórico líder y donde la sucesora natural (Isabel) permanecía en
el exilio, envuelta en una disputa de poder dentro del movimiento. En la
revista se denunciaba la desaparición sistemática de personas, el desguace
económico, el empobrecimiento de los sectores asalariados, la censura e
intervención dictatorial sobre la cultura. En Movimiento se presentaba una suerte de puente generacional porque,
a diferencia de Linea dirigida por
José María Rosa quien mantenía una postura ortodoxa, escribían figuras
históricas (además del director Chávez, colaboraban ocasionalmente Sbarra
Mitre, José María Rosa, Castiñeira de Dios, Osvaldo Guglielmino, entre otros)
pero también daban sus primeros pasos jóvenes periodistas militantes. Como Jefe
de redacción se encontraba Ricardo Roa (si, el mismo de Clarín que provenía del CdeO) y como secretario de redacción estaba
el inolvidable Oscar Cardoso. Las sorpresas continúan al encontrar como asiduo
colaborador además de Mercado, Juan Bautista “Tata” Yofre. En torno a las
ilustraciones y páginas humorísticas se destacaban Carlos Nine (figura
relevante de Humor) y Miguel “Rep”
Repiso.
Las preocupaciones de
la joven Mercado eran notas más que interesantes ya que abordaron diversos
aspectos de la “pesada herencia” que nos dejaría la dictadura como el
empobrecimiento de los asalariados y el desguace industrial. Todos enfoques
realizados desde un prisma justicialista, analizando los futuros desafíos para
el próximo gobierno que debería ser el peronista.
Uno de los artículos
más destacados y comprometidos políticamente de Silvia Mercado fue escrito
junto a Mario Baizán y se tituló: “López Rega- Firmenich: el abrazo de la
muerte” (Marzo de 1983). Allí se expone un posicionamiento claramente peronista
en torno a las expresiones “ultras”
(la izquierda y la derecha) que fueron ajenas al líder y su relación con el
Pueblo peronista. “Con sus prácticas
terroristas se infiltraron en el Movimiento y acuñaron un imaginario abrazo
mortal. El pueblo peronista los expulsó para siempre”.
En el mismo, Mercado y
Baizán afirman que “una de las piezas
claves de la estrategia de Perón, José Ignacio Rucci, fue asesinado por los
montoneros apenas dos días después de que el jefe justicialista ganara las
elecciones…” Por otro lado, sostiene que no casualmente “el mismo día en que Perón asumió por última
vez en su vida la presidencia de los argentinos, el 12 de octubre de 1973,
Firmenich y López Rega se asociaron al acontecimiento con iniciativas particulares:
Montoneros y FAR anunciaron la “unificación de los mandos en todo el país” y la
creación de un solo organismo que “no depone las armas”. Sin tanta promoción,
en la misma jornada -coinciden los testimonios fidedignos- adquirieron forma
definitivamente las tres A”.
Finalmente, la
inusitada violencia entre ambos extremos (a pesar de la expulsión que realizara
Perón a Montoneros y, más adelante, la huida de López Rega) terminaría
deteriorando el poder político, favoreciendo el golpe militar en 1976. “La pérdida del gobierno representó uno de
los muchos, terribles precios que el peronismo pagó por ahuyentar a dos falsos
“sucesores”. A más de uno le sorprendería que dicho análisis, propio de una
línea peronista “clásica” (esto es, sin intermediación progresista ni
reaccionaria) fuera desplegada por la pluma de la futura detractora del
peronismo en toda su magnitud.
Como todos sabemos, la
fórmula peronista perdería las elecciones en 1983 producto de un fuerte
alejamiento del termómetro social de una población que buscaba volver a empezar
democráticamente. La denuncia de infiltración desplegada no sólo por Mercado
sino desde el amplio espacio justicialista no surtiría efecto y la tercera
presidencia de Perón sería representada como una época signada por el
autoritarismo y la violencia. De esta manera, el peronismo representaba lo
“viejo” y “antidemocrático”.
En 1985, Mercado junto
a otras colaboradoras de Movimiento
como Nancy Sosa y Mora Cordeu publicarían el imprescindible “Peronismo, la
mayoría perdida” (Sudamericana). Allí, advierten que:
“Tal vez por esto haya muchos que se molesten por el resultado de estas
páginas. A muchos no les conviene desnudar una historia de la que fueron
hacedores. Sin embargo es necesario hacerlo. Es imprescindible que éste y
muchos libros intenten adentrarse en la vida de esta fuerza política que
todavía no murió y cuyos distintos sectores lo intentarán todo – recuperar el
favor popular, domesticarse a aún golpear las puertas de los cuarteles- para
volver al poder”.
La pregunta del millón
que nos hacemos, casi cuarenta años después es: ¿Qué le pasó?
Podemos inferir muchas
cosas en el medio que pueden ser acertadas, tanto esas como también (por qué
no) haya habido un “reperfilamiento ideológico” por parte de la periodista antiperonista.
Recordemos
que en los noventa, luego del fracaso de la “renovación” que propugnaba
precisamente Cafiero, terminaría triunfando Menem y con él vino la mayor
traición a las banderas históricas del peronismo. Mercado combatió a dicha
expresión desde las páginas progresistas de Página
12. Sin embargo, podríamos también destacar que el ascenso del kirchnerismo
en 2003 significaría un sinsabor para muchas líneas de peronismo porque
discursivamente reivindicaban la juventud de los setenta y, dentro la misma, la
“simbología” montonera. Junto a las organizaciones de DDHH se habían
posicionado desde un lugar del relato que se había demonizado pero manteniendo
un silencio y una condena implícita a la violencia parapolicial desplegada
durante el gobierno peronista a través de la AAA. El progresismo sería uno de
los fieles desarrolladores del relato kirchnerista enunciando una gesta que
desdeñaba la figura de Perón y vindicando, en todo caso, el “evitismo”. Ese
relato oficial reivindicatorio hacia la izquierda revolucionaria puso en alerta
a muchos peronistas de lomo negro. El propio Fermín Chávez (fallecido en 2006),
según afirman varios de sus discípulos y colegas, no estaba conforme con la
apropiación que hacía el kirchnerismo con relación a las banderas históricas.
Para él, tanto el menemismo como el kirchnerismo no tenían nada que ver con el
espíritu de aquel movimiento nacional comandado por el General Perón.
¿Estará prevaleciendo
el odio hacia el progresismo por encima de lo originario?
En el caso de Mercado,
teniendo en cuenta el establecimiento de este gobierno reaccionario y
conservador, no se trata de eso. Y si es eso, lo disimula muy bien…
*Profesor de Historia.
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