¿QUEREMOS SER PERONISTAS?

 

Óleo de Sergio Tosoratti | Imagen tomada de internet

*Por Claudio Díaz

El peronismo no puede ser vehículo de cualquier política. Esto de que el movimiento es un colectivo al que se sube cualquier “conductor” sin importar a dónde quiere llevarnos, hay que empezar a discutirlo en serio y de una buena vez. Haber postergado el debate, fomentar ese descompromiso de “lo dejamos para más adelante” (porque la maldita partidocracia de roscas y campañas se traga la mística militante), permitió que nefastos personajes de la política o de lo que se llame hayan desembarcado en nuestro puerto con la vista gorda de los encargados de la “aduana”. Así nos metieron cualquier tipo de mercadería trucha, de contrabando.

A la par de esos mercachifles que todavía quieren vendernos el buzón del fin de las ideologías y de la desaparición del Muro de Berlín (como si en la Argentina la contradicción hubiese sido capitalismo-comunismo), también aparecen algunos figurones que apoyados desde una concepción culturosa y cholula (una suerte de jet-set progresista) intentan hacer pie en el movimiento con el propósito de convertirse en vanguardia ideológica, pretendiendo pasar por sobre los trabajadores y el movimiento obrero organizado. Hay que decir, una vez más, que debemos ser originales y entender que el peronismo no puede prestarse como maniquí de modelos antinacionales, llámense liberales o progresistas.

Estamos, entonces, frente a un tironeo a derecha e izquierda para convertirlo en lo que no es. De modo que el peronismo debe sentarse a definir qué quiere ser… O mejor dicho: SI QUIERE SER… Hay que discutir si deseamos realmente transitar un camino que nos lleve, definitivamente, hacia un capitalismo nacional, autónomo y soberano, con inclusión y justicia social, UN MODELO NUESTRO, como el que propuso Perón, que establezca claramente cómo nos desarrollamos y a quienes se les pide el mayor esfuerzo para SER, ESTAR Y TENER un destino en el universo. Todo lo demás será dejarnos chantajear con las “ventajas comparativas” del globo de la globalización, el nuevo fetiche que no es más que un sucesor del plan imperial salvaje y rapaz, colonialista y desnacionalizador, antipopular y antisocial.

Cabe preguntarse, ¿qué teoría política, o filosófica, va a presidir el ingreso de la Argentina a su bicentenario? Hay que promover un gran debate para que, de una buena vez, todos nos saquemos la careta y digamos de qué lado queremos estar…

No podemos dudar de la más firme convicción que tenemos: de este país sometido a un rígido y asfixiante control del pensamiento se sale con más peronismo. Ya no hay más chances de gobernar lo menos “peronísticamente” posible disimulando nuestra matriz nacional, ese factor clave de identidad que debe aglutinar a todos los que deseamos escapar del chantaje ideológico que fluye de la democracia colonial.

Si realmente sentimos el compromiso de ir en busca de la distribución y el reparto real de la riqueza, debemos estar convencidos de que la única vía por la que se llega a ese estado de justicia y plenitud es por la del peronismo. No sólo desde el punto de vista doctrinario sino además como fuerza de ordenamiento social. Peronizar de una vez por todas las decisiones que se tomen desde la Nación, desde las provincias, desde los municipios, desde cada sindicato, desde cada unidad básica… Esa debería ser la cuestión…”

 

*Periodista y escritor | Fragmento de una nota publicada en el 2011 en “No Me olvides” con plena actualidad.

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