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Imagen tomada de internet |
“Yo
quiero que ustedes me autoricen para que diga lo que ustedes sienten; ustedes
que, a través de un siglo de oligarquía, de entrega, de explotación, sufrieron
la amargura infinita de ver a la patria humillada y sometida por sus propios
hijos. No, no eran sus hijos. No, por sus venas no corría sangre de argentinos;
por sus venas corría sangre de traidores”.
“Ustedes,
solamente ustedes, pueden dar a mis palabras el fuego, la fuerza infinita que
yo quiero tener, que yo desearía tener para decirle al líder, para decirle al
mundo, para decirle a la patria, cómo lo siguen, cómo lo quieren los
trabajadores a Perón” .
“Yo no tengo elocuencia, pero tengo corazón; un corazón peronista y
descamisado, que sufrió desde abajo con el pueblo y que no lo olvidará jamás,
por más arriba que suba. Yo no tengo elocuencia, pero no se necesita elocuencia
para decirle al general Perón que los trabajadores, la Confederación General
del Trabajo, las mujeres, los ancianos, los humildes y los niños de la patria
no lo olvidarán jamás, porque nos hizo felices, porque nos hizo dignos (…) y
nos infundió el ardor de la esperanza, del amor y de la vida”.
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