ARTURO JAURETCHE: “HAY UNA ARGENTINA SUBTERRÁNEA, JOVEN, VIGOROSA, CAÓTICA AÚN, PERO QUE PRONTO SE VA A ORIENTAR”
“Estos fragmentos de la carta de Arturo
Jauretche al Dr. José Abalos, escrita en la fecha patria en conmemoración de
nuestra independencia, marca el desánimo político vivido por los militantes
radicales de FORJA, en la fase final de la Década Infame, al verse derrotados
por el sistema. Jauretche reflexiona los modos de dominación, el rol
“arrastrado” del radicalismo oficial y las posibilidades de un triunfo futuro,
el que vendrá de la mano de la Revolución del 4 de Junio de 1943 y la aparición
del coronel Juan Perón, por lo que sirve como espejo para cotejar con lo que
padecemos hoy en la política local”.
Pablo
A. Vázquez
Buenos
Aires, 9 de julio de 1942
Señor
Dr. José Abalos
Rosario
Distinguido
correligionario y amigo:
A mi vuelta de una gira por el Oeste de
la Provincia de Buenos Aires me encuentro con su apreciable carta que me
proporciona a la vez que la satisfacción de un buen recuerdo, el pesar de
encontrarlo un poco pesimista y desperanzado.
Comprendo la angustia argentina y
radical que atenacea su espíritu. No puedo menos que comprenderla pues la ha
vivido, hasta que este camino de F.O.R.J.A., en que estamos, me dio cauce
seguro y firme, rumbo cierto y lo que Yrigoyen llamaba “alegre claridad de todas las certidumbres”.
Yo no puedo creer que su desesperanza dure, pues es Ud. uno de los pocos políticos argentinos que conserva íntegra la frescura del alma, aquí donde los políticos envejecen prematuramente como los adolescentes viciosos. Ese estado de espíritu por el que Ud. pasa, y que se transparenta en su carta al hablar de que: “jóvenes, maduros y viejos están carcomidos por el mismo mal de la desesperanza y la incredulidad” puede ser superado, por lo menos lo hemos superado nosotros, haciendo un planteo actual de lo político. (…)
La hostilidad del Régimen, ahora y antes, consistió siempre en crear un aparato legal para canalizar la protesta del pueblo y después, por su periodismo, su Universidad y su escuela acostumbrar, al pueblo despojado, a reverenciar el aparato del despojo. En 1916 el radicalismo cayó en la trampa y en lugar de voltear la legalidad del Régimen, se metió en ella. Bien decía Yrigoyen que él no quería llegar así, pues debió llegar para derogarla y crear la nueva legalidad argentina, la de la Causa: una democracia que voltease el aparato de las finanzas, del periodismo, de la Universidad, de todo lo que obedece a directivas que no son en interés del pueblo y permitiese el surgimiento de lo propio creador de la libertad.
Mientras no comprendamos que hay una superestructura que rodea al Estado y lo somete a sus fines constituidos por la finanza, no comprenderemos nada. El vigilante no está puesto para cuidar la libertad de los argentinos sino para impedir que la libertad de los argentinos lastime los intereses de la finanza. Pues bien, tenemos que crear las instituciones de la Causa en que la función del vigilante sea meter la finanza en vereda para que no lastime la libertad del pueblo. De otra manera, las mejores intenciones se verán quebrantadas, o serán dejados de lado los bien intencionados.
Hoy no hay, por ejemplo, libertad de
prensa, sino libertad de empresa y no me refiero a las limitaciones del estado
de sitio. Cuanto más grande es un periódico más depende de los grupos
financieros, y los mismos partidos tienen que ir de claudicación en
claudicación, pues son los grupos financieros los que proporcionan recursos que
obligan; el que no los acepta se coloca en inferioridad de condiciones. (…)
El error está en creer que el Régimen es
el cuerpo de hombres que maneja los partidos de la Concordancia, cuando éstos
son sus meros instrumentos. Es como creer que en Francia gobernaban los
partidos y no las 200 familias.
Pero aquí es peor, porque ni siquiera son familias. Las que gobiernan son sociedades anónimas, frías creaciones del dinero, sin sangre, sin corazón, sin ley, sin patria. Y para peor, con un asiento principal fuera del país y obedientes a directivas políticas que sirven fines imperiales. (…)
No, Dr. Abalos. Yo no creo que estén
agotadas las posibilidades morales del pueblo y del ejército. La que está
agotada es la bandera del radicalismo, de tanto arrastrarla por el barro, de
tanto confundirla con otros banderines. Un muchacho nuestro suele decir en sus
discursos que han convertido la bandera del regimiento en la banderola de la
cantina. (…)
Preguntó Yo: ¿Cómo unir a los estafados,
que forman la Nación contra los estafadores?
La sola bandera de la U.C.R. ya desfigurada en tal medida no basta; por otra parte, no expresa ya un pensamiento simple y claro… (…)
Los jóvenes están en una oposición disconformista, se harán fascistas o comunistas, según las alternativas de la propaganda extranjera; todos ellos hubieran sido radicales se hubieran llegado a conocer al radicalismo, pero lo que conocen es un partido que forma parte del Régimen, tiene los mismos vicios de este y además es zonzo, es decir, ridículo, que el único prestigio de la picardía es su éxito. Pero el pícaro zonzo es la víctima del cuento del pillo, del que se ríe el cuentero, la policía, el juez y el lector del diario. (…)
Bueno, Dr. Abalos. Quiero llegar a esto: hay dos Argentinas, una conservadora, que no quiere que ocurra nada, y en la cual está incluido el actual radicalismo. Esa Argentina tiene una apariencia poderosa porque maneja las estructuras oficiales de los partidos, el periodismo, la radiotelefonía, los gobiernos, pero esa Argentina no tiene vitalidad ninguna, es un edificio caduco, subsiste por inercia porque en ella ya no creen ni los que la forman. Y hay una Argentina subterránea, joven, vigorosa, caótica aún, pero que pronto se va a orientar, que se está orientando a pesar del desorden que introducen banderías extrañas en su seno, como el comunismo y el fascismo; la mayoría de los jóvenes que se creen comunistas o fascistas no son tal cosa; son radicales que no han encontrado al radicalismo y con ellos trabaja F.O.R.J.A., orientándolos poco a poco. (…)
Ahora hay radicales que no se atreven a
decir que la U.C.R. no es un partido político sino la unión civil de los
argentinos para realizar la Nación por encima de las facciones del Régimen que
son los partidos. Encuentran eso totalitario olvidando que en todo caso serán
los fascistas los que se han copiado de Yrigoyen. La definición era perfecta y
no encuentro que haya habido nunca una fuerza revolucionaria que no fuese
totalitaria, es decir que negase totalmente a cualquier facción al constituirse
ella en la Nación misma porque, así es totalitaria la Revolución de Mayo, la
Francesa y la Rusa tanto como la Alemana o la Italiana.
Lo que distingue no es el método revolucionario sino el fin y el del radicalismo y el de F.O.R.J.A. es inverso al totalitarismo europeo; mientras aquéllos se proponen hacer del hombre un instrumento del Estado, como en Italia, o de la raza como en Alemania o de una categoría histórica como en Rusia, nosotros nos proponemos hacer un Estado defensor de la libertad del hombre para que éste se realice en plenitud, es decir, lo que dije al principio: dar vuelta al vigilante para que en lugar de cuidar que la libertad del hombre no lesione a los dueños de lo económico, cuide de que los dueños de la economía no lesionen la libertad del hombre. (…)
Pidiéndole perdón por la extensión de
estas líneas cuya única disculpa es mi preocupación por supuesto en la gran empresa
de la Patria, salúdalo con la cordialidad de siempre:
Su affmo.
Arturo M. Jauretche
Comentarios