*Por Víctor Leopoldo Martínez
Esta líneas fueron
escritas allá por el 30 de junio del 2009. Fueron escritas desde el dolor
todavía presente después de 30 años ahí, en mis vísceras; y allí continua. Hoy
las rescato.
Perón no fue solo un
cuerpo con finitud terrenal; tampoco aquellas manos brutalmente cercenadas de
su cuerpo. Perón fue la encarnación del pensamiento y el sentimiento popular;
la concreción de aspiraciones soñadas por esa parte de nuestra sociedad siempre
despreciada, siempre maltratada por el solo hecho de tener como ideal de vida
una sociedad un poco más justa y solidaria. Por eso permanecerá eternamente en
el alma de ese pueblo humilde pero grande en argentinidad.
Eran los fríos días
del mes de junio. Había salido corriendo del Congreso Nacional -trabajaba en el
Senado de la Nación en ese momento- hacia
La CGT había
convocado a una movilización urgente hacia la histórica plaza. Evidentemente
los trabajadores peronistas y sus dirigentes estaban al tanto de algunas movidas
“extrañas” (por derecha pero también por izquierda). Años después me enteraría
que la primera reunión entre el delincuente y asesino Videla junto al ladrón
Martínez de Hoz para gestar un golpe de estado (que luego se concretaría el 24
de marzo del ´76) se había realizado en la casa de este último el 4 de julio de
1974, tres días después de la muerte del Gral. PERÓN. En aquel momento y con
mis 23 años, a eso ni me lo imaginaba. Yo era feliz por tenerlo al “viejo” de
regreso en nuestra patria y con eso me alcanzaba.
Cuando llegué a la
histórica plaza me impresionó ver la cantidad de gente que se había movilizado
espontáneamente; incluido el viejo Donoso, padre de Norma, la piba con quien yo
salía en aquella época. Además de buen cordobés y fanático radical, el viejo
Donoso no era otra cosa que un obrero textil; trabajaba en una fábrica de San
Martín, en
Cuando lo vi le
pregunté “¿Que haces acá?” Me
contestó “Este hombre (por Perón) es nuestro presidente; solicitó el apoyo de
todos los trabajadores porque la situación está jodida, y yo soy uno de ellos.
Yo creo en él.” Ese fue PERÓN.
El hombre político
que era entendido, querido y respetado por toda la clase trabajadora Argentina.
El único político que nunca la traicionó. Ese fue PERÓN.
Aquel hombre que
supo reconocer que no hay mejor melodía, mejor música que la voz del pueblo
Argentino. Ese fue PERÓN.
El que se llevó
aquella música en sus oídos al momento de despedirse.
Y ahora digo “Es PERÓN” porque sigue vivo en mi
corazón. Porque sigue vivo en el corazón de los más humildes, de los
trabajadores, de los obreros, de los jóvenes luchadores, de los jóvenes
estudiantes que quieren servir a
Pero un día “el
viejo” –mi segundo padre- se cansó y decidió, el 1 de julio de 1974, descansar
eternamente en el alma de su pueblo. En su caso no había ni hay lugar más
cómodo, seguro y reconfortante para un merecido descanso que hacerlo en
el alma de sus laburantes porque él supo interpretar sus aspiraciones.
Creo que ni él
imaginó que su decisión causaría tanto dolor. Era el dolor de un AMOR profundo que la desgracia, el
destino, o vaya uno a saber qué, privó
al pueblo argentino que tuviera un renovado romance con un final feliz.
Traído su cuerpo al
salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo donde yo en aquel momento
trabajaba y para que el pueblo le diera su último adiós, tuve la inmensa suerte
de ser uno de los primeros que se acercó a su féretro, y con mis ojos nublados
y empapados por las lagrimas solo atiné a besar su frente y a susurrale al oído
un “Gracias mi general por tanta
generosidad.”
Y el pueblo se volcó
a las calles.
Desde el interior
del Congreso, miraba yo por sus ventanas un tanto desconsolado. Vi en ese
momento un pueblo maravilloso; un pueblo que se había transformado en hileras
humanas serpenteantes que sin dejar de acompañar con sus lágrimas el llanto
celestial, componía largas colas que se perdían en el infinito gris de aquellos
días donde el cielo también lloró. (1)
Salí a la calle; y con
mi eterno amigo -el “Ruso” Labella (hoy ya junto al “viejo” en el cielo de los
buenos)- vimos que si bien algunos carros de campaña del ejército estaban
apostados en las inmediaciones de
Luego, cuando trasladaron
la cureña con el cuerpo de mi Gral. desde el Congreso hasta
Yo, quizá con la
esperanza de que lo que estaba viviendo no fuera cierto, corría y corría detrás
de la cureña. Corría deseando que eso que se movía adelante mío no fuera más
que un mal sueño, como haciendo penitencia para que la pesadilla acabara.
Tampoco nos
imaginábamos que la pesadilla recién estaba por comenzar.
Perón ya no estaba
ni está; pero él trató de que eso no se note. Y como viejo sabio que era supo a
quien dejar su legado: “Mi único heredero es el pueblo argentino.”
“Solo la organización vence al tiempo.”
Y ese genial
estratega que siempre fue, dejó aquella sentencia: “Cada militante deberá llevar el
bastón de mariscal en su mochila.”
Y el gran General, el extraordinario estratega, el genial conductor, decidió el
1 de julio de aquel 1974 trasladar su oficina a las alturas para desde allí
dirigir el “Comando Celestial” como le gusta decir a Martín García.
COMPAÑERO GRAL.
JUAN DOMINGO PERÓN
¡HASTA
Gral. JUAN
DOMINGO PERÓN
¡PRESENTE!
¡AHORA
Y SIEMPRE!
Nota.
(1)
Había cinco colas para despedir a mi General. Todas comenzaban en la esquina de
Callao y Rivadavia. Una se había formado a lo largo de
*Escritor, docente, investigador, documentalista y periodista.
Comentarios