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Imagen tomada de internet |
*Por Julián Otal Landi
“Todos
los ríos, siempre volverán a donde salieron, /para comenzar a correr de nuevo/
lo que siempre fue lo mismo será/ lo que siempre hicieron repetirán”
(Libros
sapiensales, Vox Dei)
Desde diciembre que los
sectores progresistas argentinos se replantean el viejo refrán “vox populi, vox dei” cuando,
evidentemente, el voto castigo se venía madurando tiempo atrás producto de la
ineficacia de una clase dirigente que solo discursivamente a veces (solo a
veces) se adjudican ser continuadores del justicialismo aunque solo hagan uso
de su estructura partidaria y desdeñen el legado del viejo líder quien dejara
hace 50 años el camino a seguir con su “Modelo argentino”.
Si el justicialismo se
presentaba a los ojos de occidente como un modelo nacional que se diferenciaba
de las tendencias comunistas y democráticas liberales, apuntando a una
democracia social con plena intervención del Estado y el capital al servicio de
la clase trabajadora; la aparición de Milei significa otra expresión
significativa que se diferencia de la heterogénea ola de ultraderecha mundial
en auge, que algunos analistas denominan “posfascismo”; se ubican junto a
Donald Trump, Jair Bolsonaro, Giorgia Meloni, Mateo Salvini, Marine Le Pen,
Viktor Orban, Mateusz Maroaviecki, entre otros. Quizás en lo que se asemeja es
a nivel comunicacional y esquemático: son organizaciones cuyas máquinas se
apoyan bajo un autoritarismo identitario y tecnocrático. Todos ellos promueven
una tarea de demolición de las funciones reguladoras del estado.
Sin embargo, Milei se
presenta como una expresión “anarcolibertaria”, un partido ultraliberal con la
misiva de desregular todo tipo de rol estatal. Para ello se aprovecha del
desgaste discursivo que había generado el progresismo socialdemócrata y el
significativo aumento de nuevas generaciones de trabajadores completamente
ajenos a todo tipo de sistema de protección previsional y laboral.
Aunque Milei hoy sea la
diva del mitin ultraderechista realizado en España, como invitado especial del
VOX sus raíces y motivaciones son realmente opuestas.
“Cuanta
verdad/ hay en vivir/solamente/ el momento en que estás/ sí el presente.../el
presente y nada más…” (Presente, Vox Dei)
Durante las
postrimerías del siglo XIX estaban en boga las discusiones de las diversas
conformaciones de los Estado Nación. La tendencia liberal era casi un dogma del
cual no se discutía solo se planteaba el modo de organización más idóneo. Una
de las expresiones del liberalismo conservador, Benjamin Constant, consideraba
que la elaboración de un panteón de patriotas para la construcción de una
ciudadanía nacional resultaba incompatible con el “hombre económico” que
promovía como la virtud de la Republica moderna. La Republica de los modernos era
diferente a la de los antiguos, caracterizado por una comunidad participativa
en los asuntos públicos. Ahora el moderno debía ocuparse de sus negocios, por
lo cual necesitaba delegar sus derechos a una fuerza que le administrase sus
ganancias. El partido de Milei se ancla en un relato histórico continuador del
liberalismo mitrista pero recuperando las expresiones del liberalismo más
utópico o “imposible” propugnado en las Bases de Alberdi. El utopismo libertario que encuentran en las
bases alberdiana es una reacción al nativismo que consideraba poco propicio
para el progreso material de la nación fundante, apelando a la inmigración de
razas superiores (a quienes había que ofrecerles todas las garantías y
libertades) Paradójicamente lo que busca Milei es romper con la tradición
iberoamericana que se caracteriza por sus aspectos integradores, participadores
y afectivos. Por el contrario, el modelo y tradición anglosajona es
individualista, egoísta, materialista, conflictiva. Al pretender romper con
aquella tradición, principios y valores; estableciendo un discurso presentista,
con promesas licuadas pero efectivas, Milei se acerca a dicho discurso liberal
conservador que encuentra buen nido en el relato posmodernista.
El VOX apunta a evocar
las raíces del pasado esplendoroso español. El uso de la historia por parte del
partido liderado por Santiago Abascal, merece una particular atención por la
centralidad que tiene en su discurso. La apelación particularmente a hechos y
personajes de la Reconquista y el periodo de la España imperial de los Austrias
es intensa, recurrente, y siempre proyectada de forma evidente hacia el
presente.
La consigna identificada
con “La reconquista”, las referencias a la misma, permiten particularmente proyectar
de forma implícita un discurso nativista, de defensa de la homogeneidad étnica
del país. Los poderes musulmanes de entonces son tildados en todo momento de
invasores, e identificados con la comunidad musulmana asentada actualmente en
España. Por otro lado, el relato histórico de Vox es fundamentalmente exaltador
de la identidad y el orgullo nacional. Un detalle significativamente diferente
al partido libertario argentino que rechaza todo tipo de identificación
nacional, reconociendo así en el enemigo principal al peronismo, responsable de
un modelo de Estado y generador de un discurso nacionalista popular del que
reniega enfáticamente el individualismo liberal. La réplica discursiva de Milei
es una rémora de sentencias estigmatizadoras y difamatorias sobre toda política
social y publica. A diferencia del relato y proyecto del resto de las “nuevas
derechas”, la experiencia libertaria no puede sentirse reflejada en ninguna
tradición nacionalista, por la identificación de ésta no solo con el peronismo,
sino también con una tradición iberoamericana donde la concepción de una
política integrista resulta sintomática.
*Profesor en
Historia. Miembro académico del Instituto Nacional de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas
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