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Nicolás Márquez. Imagen tomada de internet |
Pobre Nicky Márquez, desde hace años que viene cargando, en los ambientes de la derecha local, el sambenito de su supuesta preferencia sodomita, compartiendo gustos y efluvios con Agustín Laje, para que ahora, gracias a la eyaculación precoz de sus vomitivos dichos sobre la homosexualidad, sea no sólo repudiado por su estilo homodiante, sino que le enrostren que deje de fingir y “salga del closet”.
Novel pluma de casi medio siglo, oriundo de Ramos Mejía, de escolaridad tranquila y de bullying diario de sus compañeritos del primario, se traslada con su familia a Mar del Plata donde completará sus estudios. Con el kirchnerismo tiene una epifanía: ante tanta reivindicación a los ’70 y el feminismo, él debe ocupar el nicho de escritor de derecha radical. Nada de sutilezas ni textos académicos a lo Vicente Gonzalo Massot, o el derechismo aristocratizaste, pero proto libertario de Alberto Benegas Lynch (h), sino ser más ramplón y sencillo. Dar a los energúmenos locales las certezas que buscan, pero de un modo simple y contundente, aún con mentiras y tergiversaciones.
Ferviente católico, de pañuelo celeste y rosario en el muro, editó varias obras, algunas autofinanciadas, y con las cuales se compró su propio depto. Suerte singular la del autor que vino batallando, junto con el citado Laje y otros de igual talante derechoso, por una “batalla cultural” contra la izquierda y el progresismo, toparse y tener como compañero de ruta al economista Javier Milei, actual presidente de la Nación. No es una relación reciente, sino que lleva diez años, y es tan íntima que no sólo le permitió, con ayuda del periodista de derecha Marcelo Duclos, hacer la primera biografía autorizada del mandatario argentino, sino que tuvo acceso directo a su palabra al poco tiempo de asumir. De hecho, cuenta sus tres encuentros, desayuno, almuerzo y chapuzón en pileta de la residencia presidencial en Olivos, hablando a corazón abierto con sólo el traje de baño y mojaditos ambos luego de retozar en el agua con cloro, que es una delicia, casi como escena de Mr. Ripley.
Algunas tapas de sus obras dan la clave sobre el tema tratado, de la sensual boca masculina con una hoja de coca en sus labios, en “El impostor: Evo Morales, de la Pachamama al Narco – Estado” (2012), a la imagen del Che con “boquitas pintadas” y el arco iris del colectivo LGTBIQ+, en la obra compartida con el citado Laje, “El libro negro de la nueva izquierda” (2016), donde se mixtura imágenes de seudo erotismo gay para atacar a la izquierda.
Uno pensaría que quizás podía ser un modo de atraer a la comunidad gay no sólo a comprar su obra sino a sumarse a la “nueva derecha”. Pablo Stefanoni en su trabajo “¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio” (2021), aportó interesantes apreciaciones sobre esta nueva extrema derecha, derecha alternativa o populismo de derecha, en Europa y como tuvo rebote en nuestro país con Márquez, Laje y Milei. También su expansión por internet como “derecha on line”, y la aparición de una “extrema derecha gay friendly”, donde la amenaza islámica y de los inmigrantes sumó a amplios sectores LGTBIQ+ a sus filas. O en las investigaciones que compiló Pablo Semán en “Está entre nosotros ¿De dónde sale y hasta dónde puede llegar la extrema derecha que no vimos venir?” (2023), donde sus votantes y militantes valoran la idea del “mejorismo” y “emprendedor” autónomo, junto a la “critica al Estado” sustentando un “liberalismo de masas” que hoy se presenta en nuestro territorio, y que cruza edades y orientaciones sexuales.
Pero no. Hace poco, en sendos reportajes, Márquez esputó cuanta barbaridad tenía contra los gays – “desviados, autodestructivos e insanos” según su boca - ante el estupor de los periodistas, que mucho no hicieron por retrucarlo en el momento, justo en estos días que resonó el caso de un femicida que perpetró un crimen lesbodiante en el barrio porteño de Barrancas, y generando una notable atención, cuando, casualmente, presentaba su biografía sobre el presidente libertario en la Feria Internacional del Libro, ante escraches de mujeres y aplausos de los varoniles asistentes en los pabellones donde habitualmente rumean las vacas y se respira olor a bosta.
Se sumaron una chorrera de reacciones en contra del blondo escritor: el descargo y llanto de Flor de la V, un editorial de Fer Dente en su programa de entretenimientos, informes en los programas de espectáculos del canal América, el desgarrador testimonio de Manuel Lozano, director de la Fundación Sí, y los comentarios irónicos del periodista Jaime Bayly, mofándose del escritor cobijado en Mar del Plata. Resulta paradójico – y enhorabuena - que sean las figuras de América que salten a denunciar los dichos de Márquez, socio intelectual de Milei, siendo el lugar donde tiempo atrás, y con la bendición del empresario Eduardo Eurnekián, despegó la fama por las excentricidades e insultos del actual presidente argentino.
Estoy tentado en equipar unos versos de
Charly, del tema de Serú Girán “A los jóvenes de ayer” (1980) con los golden
boys libertarios:
“…Empilchan bien, usan tupé / Se besan todo el tiempo y lloran el pasado / Como vieja en matinée /Míralos, míralos, están tramando algo / Pícaros, pícaros, quizás pretenden el poder / Cuídalos, cuídalos, son como inofensivos / Dígalo, dígalo / Son nuestros nuevos Dorian Grey”.
Se crearon monstruos, y se les dio – y
da - aire a expresiones de odio de forma constante en los medios. Hoy las
lamentaciones son, sí, necesarias, pero tardías.
*Politólogo
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