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Imagen tomada de internet |
*Por
Julián Otal Landi
Lali Espósito, latina
divus, chiquita y veloz…
“…Una
diva soñada
¿Quién
me puede culpar?
Seda
egipcia en la cama
Corazón
de cristal
Una
diosa adorada
Un
plano terrenal
Vivo
de las miradas
Lifestyle
de superstar…”
Fragmentos de uno de
los cortes de su último y quinto disco. “Diva” refiere con suma ironía al mote
que le adjudican. Paradójicamente, en las últimas semanas una tendenciosa
movida de prensa, presentaba la suntuosa casa en la que vive, valuada en
millones de dólares. Es inevitable pensar la intencionalidad de hacerle creer a
la sociedad que la artista construyó su mansión con dinero del estado, al mismo
momento en que el gobierno sigue sosteniendo el discurso de “aguantar el
ajuste” mientras se aumentan los sueldos de ellos entre gallos y medianoche; y
ostentan sus joyas lujosas y asistencia a espectáculos exclusivos. Sin embargo,
ellos son políticos, no famosos ni empresarios. Ellos deberían ser los que
tendrían que dar cuentas de la procedencia de esos escandalosos gastos, no Lali
Esposito, quien trabaja en el mundo del espectáculo desde los 11 años.
Su historia ocurrió
(como suelen pasar las grandes cosas) por accidente o por la causalidad
generada por perseverancia: su primer trabajo se provocó al presentarse en un
casting equivocado, a escondidas de sus padres. "Fui con mi hermana, que tenía quince años y mi mamá no sabía. Nos
bajamos mal del colectivo, vimos la cola de chicos, y me metí, pero yo no iba
al casting de Cris (Morena)”,
recordaba Lali recientemente en una entrevista en el canal de streaming OLGA.
“Me preguntaron de dónde venía. Yo contesté: ‘De mi casa’. Y me dicen:
‘No, no. ¿De qué agencia? ¿Quién es tu mánager? ¿Por qué estás acá?’. Para mí,
me estaban hablando en chino pero a la semana me llamaron y ahí, mi mamá se
enteró"
De aquel debut, a sus
11 años, como actriz en la tira “Rincón de Luz” su recorrido fue ascendente:
“Floricienta”, al año siguiente y en 2007 formará parte de un furor que
atravesaría las fronteras del país y experimentará su otra pasión que es el
canto a través de la exitosa serie “Casi ángeles”.
Sería finalmente en
2013 su debut como solista a través de su primer sencillo llamado “A bailar”,
donde se empezó a afianzar como un icono popular, una diva de zapatillas, con
códigos de barrio.
A lo largo de esta
década como cantante, construyó diversos hitos que la postulan como una
autentica pop star argentina como haberse presentado en el Times Square de
Nueva York (4 años antes de que lo hiciera María Becerra) y de haber
conquistado éxitos no solo en escenarios de América Latina sino también en
Europa, Israel, EEUU y de haber participado en el icónico Rock in Rio de
Brasil. La pandemia la agarró en España grabando la serie española “Sky Rojo”.
A partir de su disco
“Brava”, Lali empieza a construir una imagen nueva en torno a su rol como mujer
de la cultura popular: ya no era ni la novia de Mariano Martínez, ni se
preocupaba en salir en las revistas de la farándula. Ahora asumía un rol de
mujer liberada, pero con un pensamiento situado en lo nacional y popular. En
sus canciones, Lali rompe la estructura de la mujer sumisa para asumir un rol
activo, orgullosa de su sexualidad y construyendo nuevos vínculos.
En 2022 protagoniza una
nueva serie -ahora producida por ella misma- “El fin del amor”, basado en la
novela de Tamara Tenenbaum, logra transmitir un complemento de lo que comunica
en sus canciones: rebelarse contra el concepto tradicional del romance, superar
los tabúes. Su discurso consecuente iba de la mano de gestos simbólicos de
compromiso militante con la lucha de las mujeres y de las comunidades LGTB. A
fines del mismo año, Lali interpretaba el Himno nacional argentino antes de la
histórica final del Mundial de futbol en Qatar en la que la selección se consagraba
campeona. Exactamente 5 años antes lo cantaba también con lágrimas mientras en
las calles se desplegaba el aparato represivo ante la multitud que protestaba
por la reforma previsional que impulsaba el macrismo.
Finalmente en 2023,
nuevamente hace historia al ser la primera mujer argentina en agotar entradas
en el estadio Vélez Sarsfield al presentar su “Disciplina Tour”. El mismo no
solo representaba su reconocimiento popular sino también se constituía en uno
de los picos más álgidos de su carrera musical ya que sin apoyo de la
discográfica, decide volcarse al pop electrónico revisitando el legado
noventero de los años gloriosos de Britney Spears pero con letras que refieren
a ella, a una Lali Esposito que llegó a los treinta años y tiene muchas cosas que
expresar como mujer libre y madura. Terca como es, a contramano de los
dictámenes comerciales decide lanzar su último disco en formato físico (en cd,
luego en vinilo) siendo un boom de ventas en abril de ese año. Algo similar
había ocurrido cuando había decidido lanzar su segundo álbum en vinilo rosa: de
repente, sus fieles seguidores y seguidoras debieron conseguir no solo el long
play sino un extraño aparato para ellos (acostumbrado al soporte digital) como
es un tocadiscos. Con todo este breve racconto podemos inferir por qué se
convirtió para la política libertaria en una adversaria ideal.
Milei,
ante el espejo de Trump
“No puedo votar por alguien que no esté dispuesto a luchar por la
dignidad de todos los estadounidenses, sin importar su color de piel, género o
a quién amen”, escribía Taylor Swift en 2018 dispuesta a apoyar a los
demócratas con tal de que Trump no asumiera. “Quiero estar en el lado correcto de la historia”, aseguró ante la
intención de apoyar a los demócratas. Durante la pandemia fue una de las
figuras que criticó a Trump por su mal manejo de la crisis.
Sin embargo, no es la
única artista popular opositora a la política de Donald Trump, aunque sí es una
adversaria ideal ya que representa a una generación adversa a medidas reaccionarias
y conservadoras. Pelearse contra un icono musical, le quita entidad a los
verdaderos adversarios políticos y polariza sin dificultades. Para ello, el trumpismo sabe utilizar las redes que
posibilitan desacreditar a opositores gracias a la proliferación de fake news y
un acoso insidioso en publicaciones.
Por otro lado, Lali al
enterarse del batacazo de Milei en las pasada PASO decía “No me pone para nada mal que me “bardeen” por considerar peligroso y
triste que haya gente que vote a un ANTI-DERECHO. Nos malacostumbramos a
considerar que si alguien opina de una manera es porque está del “otro bando” y
del UNICO bando que voy a estar (dentro del panorama decadente político y
económico argentino) es del lado que no se caga en lo ganado en materia de derechos”.
Una teoría de la
conspiración relacionada con Taylor cobró fuerza en este último tiempo y apunta
directamente a su relación amorosa. Si entre los republicanos circula el mito
que argumenta que el romance entre la cantante con la estrella de la NFL Travis
Kelce es en realidad un complot para amañar el Super Bowl y conseguir la
reelección de Biden, la reciente confirmación de romance entre Lali con el
periodista e influencer Pedro Rosemblat (figura ligada al kirchnerismo y
actualmente cercano a la proyección política del peronista Guillermo Moreno) no
hizo más que avivar las aguas entre los libertarios que elucubran las
intenciones políticas de Lali como comunicadora anti Milei. Así como
intentan presentarse como refundadores y en verdad representan las mismas
políticas económicas que han llevado a cabo diversos gobiernos liberales y
conservadores a lo largo de nuestra historia, en materia de comunicación y
retórica política tampoco innovan demasiado ya que a la vista se evidencia una
réplica confrontativa emulando a Trump y sus seguidores. Así como busca
replegarse en un medio como La Nación + (como Trump lo hizo con Fox News) y
enfrentándose al resto buscando polarizar.
*Profesor en Historia. Miembro académico
del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas
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