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Imagen tomada de internet |
*Por Eliana Valci
Arriba de un banquito, desde el complejo de los
petizos -entre otros- el falso Moisés vino a imponer sus mandamientos.
Como salido de la dimensión desconocida, logró hablar
-mejor dicho leer- una hora corrida, con el beneplácito de una fauna extra
terrestre.
Exponente del mejor ejemplo de “haz lo que yo digo,
pero no lo que yo hago”, convita a un dialogo sin dialogar. Al mismo tiempo que
censura y clausura los espacios de comunicación y cultura popular.
Acusó a propios y extraños sin estar libre de pecado,
desde un delirio mesiánico, envuelto en la sombra de la oscuridad que dice
combatir con la ayuda de las fuerzas de no sabemos qué cielo.
Rezando casi como un salmo en la misa de domingo: hay
que ajustarse y sufrir para llegar a la tierra prometida, donde la gente de
bien prevalecerá por sobre las ratas inmundas de la casta corrupta.
Retratando el sacrificio de una vida abnegada y
austera (casi al borde de una o varias muertes en vida garantizadas por el
ajuste homicida) encontraríamos el jardín del Edén al final del camino, de la
mano de una falsa libertad, si acatamos su santísima voluntad.
*Directora de Ida & Vuelta Medios
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