Imagen tomada de internet
El 56 % de la población dio un "salto de fe" en el balotage de noviembre, argumentando el cansancio de padecer más de lo mismo, pero ignorando que en esa decisión pusieron en riesgo sus propias vidas y las del 44% restante.
Este padecimiento tiene que ver con la ignorancia misma de creer que el rey león, ungido por las "fuerzas del cielo", sea el elegido para terminar con la casta. Lamentablemente se comieron la curva.
La clase selecta a la que le rugió en campaña, terminó siendo su fiel asociada. Ahora resulta que los aumentos los paga todo el pueblo, al punto que la clase media está en peligro de extinción.
Sin embargo, la culpa no siempre es del chancho (en este caso el león) sino del que le dio de comer. ¿O a caso se elige creer que personajes como estos salen de un repollo?
Los paganos pensaron que la tenían re clara, que era suficiente tirar toda la carne al asador en campaña. ¡No les alcanzó! Las cosas se hacen bien o no se hacen. A último momento el esfuerzo es inerte. A la actualidad nos remitimos.
Pudo más la fe ciega en un ilustre desconocido, al punto de la inmolación, que la toma de conciencia en defensa de lo colectivo.
Hay que dejar de delegar responsabilidades en nombres propios y hacerse cargo, porque primero está la Patria, después los nombres.
No se puede cambiar el pasado, pero si establecer las bases en el presente para un futuro mejor. Para esto es necesario hacer autocrítica. Diálogos no monólogos. Abrir todos los espacios de participación ciudadana a la comunidad, no a un par para la foto o el video.
Hay que dejar de naturalizar el sacrificio como modo de vida. Todos tienen derecho a tener las necesidades básicas satisfechas. A un trabajo digno y una remuneración justa. A tener un techo sobre sus cabezas. Y esto no es ley divina, ni un bondi a contramano, lo establece la Constitución Nacional. Agárrela, léala que ¡no muerde!. Pero sobre todo, defiéndala, que es de todos los argentinos.
*Directora Revista Ida & Vuelta Medios
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