*Por Pablo Adrián Vázquez
En la inauguración del Gasoducto Néstor Kirchner, días
pasados, la vicepresidenta Cristina Fernández se refirió al legado de Perón
y a la obra del ingeniero Canessa. Dado
que este último es una figura poco conocida, no esta mal poder referenciar su
impronta en el tema energético y la labor de YPF durante el primer gobierno del
presidente Juan Domingo Perón.
Tras descubrir petróleo en Comodoro Rivadavia, Chubut, en
1907 se impulsó la Dirección General de Explotación del
Petróleo, hasta que en el último tramo del gobierno del presidente Hipólito
Yrigoyen, en el marco del Plan de Tierra y Petróleo, se creó la empresa
estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), cabiéndole al
presidente entrante, Marcelo T. de Alvear, el privilegio de nombrar al general
Enrique Mosconi como Director General de la naciente compañía.
Mosconi incrementó las zonas de exploración en Neuquén, Santa
Cruz y Salta, sumando la idea de pelear contra los trusts petroleros de la
época. También estimuló la producción de kerosene y, junto a Torcuato Di Tella
padre, dispuso la instalación de surtidores – de fabricación nacional -, y planteó
el 1º de agosto de 1929 la toma del mercado de combustibles líquidos, fijando
los precios desde el Estado.
La culminación de esta política soberana hubiese sido cumplimentar lo dispuesto el 1º de agosto de 1930 al fijar el monopolio de YPF para fijar precios y combatir a los trusts.
El golpe del 6 de septiembre contra Yrigoyen quebró esa
posibilidad.
La actividad de YPF no se retrajo durante la “década infame”
como se cree, ya que en 1935 hubo un crecimiento sostenido de extracción,
llegándose a superar a las empresas extranjeras en 1938 en cuanto a operaciones
en yacimientos propios. Ese mismo año el Ejército estableció el regimiento N° 8
de Infantería en Comodoro Rivadavia, a resguardo de la riqueza petrolera del
yacimiento. En 1940 la empresa estatal se fundó la destilería de Luján,
Mendoza, y, al año siguiente, YPF creó la División Carbón Mineral. Para 1943
inició la explotación del yacimiento de Rio Turbio, Santa Cruz, sumándose en
1944 la creación de la Gobernación Militar de comodoro Rivadavia, la que tomó
parte de los territorios de Chubut y Santa Cruz.
Justamente, en la Revolución del 4 de junio de 1943 se
profundizó el perfil industrialista y de intervención estatal en los servicios
públicos, a través de una serie de medidas y creación de dependencias
oficiales, proyectos de estatización de empresas y planificación de Estado.
De allí se destacó la figura del coronel Juan Perón, quien
desde la Secretaría de Trabajo y Previsión produjo cambios fundamentales en
materia social, llegando, además, a ejercer simultáneamente la Secretaría de
Trabajo, el Ministerio de Guerra y la Vicepresidencia.
En agosto de 1944 se le encomendó, en su carácter de
vicepresidente, la dirección superior de los estudios sobre ordenamiento social
y económico del país, creando como su órgano consultivo el Consejo Nacional
de Posguerra. Se integró dicho organismo con los secretarios de Trabajo y
Previsión, de Industria y Comercio, los subsecretarios de los ministerios de
Relaciones Exteriores, Agricultura, Hacienda y Obras Públicas y otros
funcionarios. La secretaría general recayó en el consejero técnico de la
Vicepresidencia, Dr. José Figuerola.
Fue así como el Consejo Nacional de Posguerra tuvo
como misión proponer la coordinación, planificación y ejecución de cuestiones
de carácter social y económico, proyectar y financiar un volumen de obras públicas
a ejecutarse en cinco años, y, para encaminar el sector no público, se
dispusieron estudios a fin de evitar intentos inflacionistas e interviniendo en
la fijación de precios máximos y salarios. En agosto de 1945 se le encomendó al
CNPG preparar un plan mínimo de acción para el período de posguerra,
comprendiendo - entre otros ítems - las necesidades previsibles sobre materias
primas de origen nacional, combustibles, energía eléctrica de origen
térmico o hidráulico.
La cuestión de los combustibles ocupó un lugar clave para la
Argentina que vendría luego de la II Guerra Mundial. Como refirió Antonio
Cafiero en “5 años después…. De la economía nacional – justicialista al
régimen liberal – capitalista” (1961): “El consumo de energía empieza a
aumentar paulatinamente y lentamente en los primeros años de este siglo (XX), para
alcanzar, recién en 1922, una cifra equivalente a algo más de 5.000.000
de toneladas de petróleo…Veintitrés años más tarde, en 1945 para ser más
precisos, el consumo se había duplicado alcanzando a 10.000.386 toneladas… Pero
bastaron menos de diez años de gobierno peronista para elevar el consumo del
petróleo en más de 6.000.000 de toneladas… en 1954 las cifras de consumo
alcanzaron 14.371.000 toneladas”.
Amén del petróleo y sus derivados, la cuestión gasífera fue
ganando relevancia dentro de YPF, llegando a persuadir al presidente de facto
general Edelmiro J. Farrell de crear un organismo estatal que se encargara de
la distribución del gas por redes.
El 5 de marzo de 1945 se decretó la nacionalización del gas,
asistiendo el vicepresidente Juan Domingo Perón a la toma de posesión de las
instalaciones de la Compañía Primitiva de Gas de Buenos Aires. Por iniciativa
del ingeniero Julio V. Canessa, designado por YPF como director de los servicios
de gas para la Ciudad de Buenos Aires, la empresa comenzó a instalar redes de
captación de gas en sus yacimientos de Comodoro Rivadavia.
El 1 de enero de 1946 se creó la Dirección Nacional de Gas del Estado en forma independiente a la petrolera estatal, siendo su primer director el propio Canessa, dándose nacimiento a cuatro entidades: Gas del Estado, Combustibles Sólidos y Minerales, Centrales Eléctricas del Estado y Combustibles Vegetales y Derivados. El coronel Bartolomé Descalzo, a cargo de Dirección Nacional de Energía, había sido confiada a quien retuvo el cargo al asumir Perón y ratificó en sus puestos a los ingenieros Julio V. Canessa en Gas del Estado y Juan Eugenio Maggi en Centrales Eléctricas.
Perón postuló los lineamientos del Primer Plan Quinquenal (1947
– 1951), conjunto de casi 30 leyes, - en sintonía temporal y de intenciones con
el Plan Monnett, Primer Plan Francés de Modernización y Equipo - donde
se destacaron la Ley de Reorganización de la Dirección Nacional de la
Energía, y la Ley Nacional de Energía.
Pero si bien se supone que el peronismo retomó la política
energética yrigoyenista, reafirmada con los años en el artículo 40 de la
Constitución Nacional de 1949, la cuestión petrolera tuvo sus bemoles. Sostuvo
Cafiero que: “privaba entre los técnicos argentinos la idea que distábamos se
ser un país verdaderamente rico en materia petrolera… No es de extrañar
entonces que el Primer Plan Quinquenal orientara las inversiones en materia
energética, hacia la construcción de grandes obras hidroeléctricas, y en lo que
a petróleo se refiere, atendiera principalmente las inversiones vinculadas a la
destilación, transporte y comercialización de ese mineral”. Y refirió que: “La
capacidad de las destilerías de YPF, que en 1946 era de 8.050 metros cúbicos de
tratamiento diario, pasaron en
Pero si bien se aumentó en un 50% la producción petrolera,
llegando a un 84% de la extracción del crudo, no se llegó al
autoabastecimiento, por lo que se tuvo que recurrir a la importación, y a la
firma de contratos entre YPF con empresas extranjeras para la exploración,
como la Drilexco (Drilling and Explorations Company) y la Stándar
Oil, reconvertida en la California Argentina de Petróleo para el
segundo gobierno de Perón, con las consabidas imputaciones de propios y
extraños por dicha medida.
Para cubrir el consumo energético local también se potenció la cuestión hidroeléctrica, de carbón mineral y gasística. Desde la Empresa Nacional de Energía (ENRE) se invirtió fuertemente para construir 37 centrales hidroeléctricas e iniciar otras 9, inauguradas durante la presidencia de Frondizi. En cuanto al carbón mineral se fomentó la explotación en Río Turbio, Santa Cruz, antes descartado por intereses europeos en privilegiar su propio mineral.
Finalmente la cuestión del gas se vinculó con el impulso de
YPF, la decisión política de Perón y el estudio del ingeniero Canessa quien
planificó la realización de un gasoducto desde Comodoro Rivadavia a Buenos
Aires. Al nacionalizarse La Primitiva, Canessa fue a ver al futuro Presidente, acompañado del
ingeniero Teófilo Tabanera – también de YPF – al ministerio de Guerra para
plantearle la creación de un nuevo organismo estatal encargado del tema del gas
y la necesidad de la construcción de un gasoducto, único en su época. No sólo
tuvo la novedad de la creación de Gas del Estado, el 1º de enero de
1946, sino que él sería su primer Director y, al tiempo, el Director de la obra
del futuro Gasoducto Presidente Perón.
Canessa así no sólo fue director general de Gas del Estado, sino miembro del directorio de la Dirección Nacional de Energía, director de las obras del Gasoducto Presidente Perón, director y luego presidente del directorio de YPF, vicepresidente de las Empresas Nacionales de Energía (ENDE), presidente del Banco Industrial de la República Argentina, miembro del directorio del Banco Central de la República Argentina y decano de la Facultad de Ingeniería de la UBA.
El 21 de febrero de 1947 Canessa y el propio Perón soldaron
el primer caño en Llavallol, provincia de Buenos Aires, terminándose las obras
el 17 de septiembre de 1949 y poniéndose en funcionamiento al servicio público
el 29 de diciembre de ese año. Se optó por comenzar la construcción del
gasoducto en el Gran Buenos Aires y no en el lugar de obtención del gas porque,
según Canessa, “sabíamos que los intereses extranjeros podrían interferir y hacer
parar la obra en cualquier punto; pero si el tramo construido estaba aislado no
servía para nada y había que terminarlo. Por eso empezamos al revés y quemamos
las naves. Nos jugamos a todo o nada; o terminábamos o nos echaban a todos”.
El extenso gasoducto, construido por Gas del Estado,
YPF y el aporte de la empresa privada Techint, tuvo una extensión de
A partir de ese momento se aplicó una política tendiente a la
baja sostenida de tarifas y la expansión del sistema de gas por redes. Cafiero
aportó que: “en 1952 se habilita la ampliación del conducto entre Plaza Huincul
y General Conesa, empalmando con el principal que viene de Comodoro Rivadavia.
Así la producción de gas natural pasa, de 8.000.000 m3 en 1946 a 448.000.000 m3 en 1954. El gas manufacturado se eleva,
de 94.000.000 m3 en 1945 a 247.000.000 m3 en 1954, lo que equivale a
decir que en 9 años triplica su volumen. El número de usuarios que en 1945 era de 210.000 pasa en
Cuando fue el desfile de los materiales utilizados en la construcción del gasoducto Comodoro Rivadavia – Buenos Aires, del 25 de noviembre de 1951, Perón sentenció: “Deseo, en primer término felicitar al ingeniero Canessa y a todo el personal directivo y trabajadores del gasoducto, que están dando al pueblo argentino el más elocuente de los ejemplos y el más digno de ser imitado. La Argentina grande con que todos soñamos se hace con esto: con trabajo organizado, con trabajo inteligente y con trabajo dedicado a construir para el país… Que sepan, cuando dicen que no saben en que invertimos el dinero, que la empresa de tender un gasoducto de 1.600 kilómetros no es empresa de pigmeos ni de cobardes. Deseo significar, por último, el orgullo y la satisfacción que debe sentir nuestro pueblo al realizar una tarea de esta naturaleza con técnicos argentinos, con dirigentes y con trabajadores argentinos”.
Luego vino el golpe de 1955, también con olor a petróleo - como
afirmó Jauretche que fue también el
golpe de 1930 -, la batalla del petróleo de Frondizi, la anulación de contratos
de Illia, la nacionalización de las bocas de expendio de Isabel Perón, el
vaciamiento durante la Dictadura y la privatización en los ’90, recuperándose
YPF en estos años como empresa de bandera, hasta llegar a la inauguración del
Gasoducto Néstor Kirchner en 9 de julio pasado, en un intento de sostener
nuestra soberanía energética.
*
Politólogo; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas
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