*Por Eliana Valci
El pasado siempre vuelve si no hemos sabido superarlo.
El ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra y
lejos de sortear el obstáculo, se vuelve un reincidente consuetudinario.
Por esta razón es que se habla de los ciclos
circulares de la historia. La Argentina se caracteriza por volver sobre sus
pasos en un lapso -“casi cronometrado”- de
10 años. Décadas de caos y bonanza en un abrir y cerrar de ojos, se expanden
sobre el vasto territorio.
Las casualidades no existen, todo tiene una causa y un
efecto. Toda acción tiene una reacción. Ningún acontecimiento se da por
generación espontánea. Siempre estamos en presencia de las causalidades o
sincronicidades.
No se trata de malos y buenos tampoco, sino de hacerse
responsable de las decisiones tomadas. Si no se parte de tres interrogantes tan
simples como: ¿quiénes somos? ¿qué queremos? y ¿hacia dónde vamos?, seguiremos
caminando en círculos sin saber por qué ni para qué.
La desidia, la falta de compromiso, no sólo se la
debemos a la globalización y la inmediatez. El problema está en que no nos
miramos al espejo, porque siempre es más fácil mirar la paja en el ojo ajeno.
Trasladar la culpa es más sencillo que aceptar los
errores propios y trabajar para enmendarlos. Claro está que nada ni nadie es
perfecto, pero es cierto que puede ser perfectible. Ah, pero eso da más
trabajo!
Para Ser hay que reconocerse con luces y sombras, con
errores y aciertos. Es necesario para esto, tener la humildad de la
autocrítica, de mirarse a los ojos y no al ombligo.
Así el pasado no nos sorprendería por asalto. Si se
atreviera a asomarse, nos encontraría preparados para enfrentarlo con valor.
Sin embargo, volvimos a foja cero. El acecho de otros
tiempos vino a instalar su olor a miedo, y todos están quietos viendo cómo
avanza la supuesta libertad.
*Directora Ida & Vuelta Medios
Comentarios