*Por Bruno Susani
El Banco Mundial
publicó una actualización de sus previsiones sobre el crecimiento de la
economía mundial que alcanzaría 2,9 por ciento en 2022, muy inferior al número
previsto a fines del 2021 que era del 4,1por ciento. La estimación de la OCDE
es similar, del 3 por ciento. Estos datos permiten comprender que la economía
argentina tuvo una performance muy satisfactoria puesto que para los
tres primeros trimestres del 2022 el PIB aumentó 6,4 por ciento según el Indec
y que, a pesar de la ralentización del gasto público en el último trimestre,
alcanzará un nivel de alrededor del 6 por ciento en el año completo a pesar de
la coyuntura económica global recesiva.
La situación de la
economía global se prolongará en 2023 ya que, según la OCDE, el crecimiento del
PIB mundial solo alcanzará un 2,2 por ciento. La nueva ralentización es
explicada por la guerra en Ucrania y estaría ligada a una caída de la demanda
global provocada por la baja del poder de compra de los salarios y las
jubilaciones debido al incremento del precio de la energía que llevan la
participación de este rubro a casi 18 por ciento del PIB. Esto deja menos
recursos para comprar otros bienes, además de impulsar una aceleración de la
inflación que en los países avanzados se acerca al 10 por ciento.
Ya a principios del
2022 los gobiernos de Pedro Sánchez en España y de Antonio Costa en Portugal
habían establecido un tope al precio de la electricidad y del gas introduciendo
un subsidio, ejemplo que se aplicaron luego otros países de Europa. Alemania
subsidiará en 2023 el consumo de gas y electricidad con un monto de 200 mil
millones de euros, suma apenas menor a la mitad del PIB argentino.
La economía mundial
entró en un periodo de estanflación, es decir de inflación con recesión. La
guerra en Ucrania es el argumento más utilizado para explicar la evolución en
2022 y la acentuación en 2023. Pero esto parece más una justificación que un
análisis económico ya que el precio del gas se encontraba ya desde fines de
diciembre a un nivel similar al que era antes de la guerra , debido a las
importaciones masivas desde Estados Unidos y los países árabes.
Un error de política
económica
La caída de la tasa de
crecimiento en los países avanzados durante 2022 tendrá consecuencias
en los países periféricos. Pero el efecto dominó es el resultado de
un error de política económica: al entrar en la fase menos
virulenta de la pandemia a fines del 2021, los gobiernos conservadores restringieron
el gasto público, que había permitido moderar la caída de la demanda
global, de manera demasiado apresurada y abrupta y sobre todo antes que la
situación económica se normalizara.
Al impedir que la
demanda global alcanzara su completa recuperación y que se concretara la
reactivación económica, se provocó un estancamiento que volvió a recaer aun más
con la guerra. Esta situación colisionó con la aparición de un proceso
inflacionario pospandemia que fue explicado a fines del 2021 por los
economistas ortodoxos, y por el FMI, como el resultado de “cuellos de botella” en
el abastecimiento y el incremento de los costos de transporte de los productos
provenientes de los países asiáticos. Este aumento de los precios de los bienes
importados también disminuyó la demanda global acentuando la ralentización de
la economía, que se está transformando en recesión.
Aunque pueda parecer
asombroso los Bancos Centrales, en particular la Reserva federal de los Estados
Unidos y el Banco Central Europeo, comenzaron a incrementar la tasa de interés
para favorecer a los especuladores como si la inflación fuera un fenómeno
provocado por una expansión monetaria, cuando los economistas explicaban que no
era el caso. El aumento del costo del crédito agrega un factor
importante a la recesión provocada por la pérdida del poder de compra
de los salarios debido al incremento de los precios, tanto de la energía como
de los costos de transporte.
El apresuramiento de
los gobiernos conservadores de reducir del déficit presupuestario tiene un
origen ideológico. En la actualidad, si bien hay un nuevo incremento del gasto,
será difícil escapar a una recesión. Se cambió la orientación
presupuestaria demasiado tarde como para mantener el nivel de la demanda
efectiva. El nuevo aumento del gasto público se presentó como una ayuda de
emergencia frente al incremento del costo energético, pero a nadie se le escapa
que es una típica medida keynesiana de sustento a la demanda global ya que la
ayuda al consumo de energía permite sostener al conjunto de la economía que, de
otra manera, tendría una caída más significativa.
Déjennos crecer
En Argentina, la
notable reactivación económica debe proseguir. Es necesario que se continúe en
la senda del crecimiento económico a una tasa elevada iniciada luego de la
pandemia. Esto con el objetivo de incluir los sectores sociales excluidos por
la política económica macrista y transitar hacia una mayor redistribución del
ingreso a fin de incrementar la demanda agregada y proseguir con la tendencia
actual, muy positiva, de la inversión: 7,7 por ciento con respecto a los
tres primeros trimestres de 2021 y 21,4 por ciento respecto al mismo
periodo del 2019.
Lo sucedido en el
tercer trimestre del 2022, que muestra una baja del consumo de las
administraciones, no es el camino adecuado. La economía argentina no ha
absorbido aun el "desempleo keynesiano" provocado por la crisis
macrista y la pandemia, asociado a una demanda efectiva insuficiente. Está
afectada también por una crisis clásica del empleo donde la cantidad de puestos
de trabajo es inferior a la cantidad de personas que desean y están en
situación de trabajar. Esto explica por qué la tasa de ocupación es baja, casi
30 puntos inferior a la de los países avanzados. Es necesario hacer una
política económica inclusiva de manera de reintegrar en el circuito económico a
los trabajadores en situación de precariedad.
El gasto público
permite mantener el nivel de la demanda o incrementarlo no solo en lo inmediato
sino prolongado en el tiempo debido al efecto multiplicador. La victoria sobre
los efectos económicos negativos de la crisis dejada por Macri y profundizada
por la Covid-19 debe ser preservada y debe proseguirse la expansión del gasto
para continuar en la senda de crecimiento. La propuesta que aparece en los
medios de limitar el gasto publico y la acción del Estado carece de
sentido.
Ya lo sostuvo Néstor
Kirchner: "Déjennos crecer, déjennos producir para poder pagar y honrar
nuestras deudas”. Para poder pagar la deuda dejada por Macri, con la
complicidad de agentes internos del FMI, es necesaria una economía en
expansión. La peor política sería hacer lo mismo que hicieron los gobiernos de
la Unión Europea o Estados Unidos de limitar el gasto público e incrementar la
tasa de interés, romper la dinámica de crecimiento y encontrarse en recesión.
El nivel actual
del gasto público en Argentina es muy limitado, lo que impone que se lo
incremente y utilice como palanca para preservar el impulso de la economía.
Tiene un efecto expansivo en la economía que se prolonga en el tiempo, pero
también se diluye si no se logra entrar en un ritmo de crecimiento centrado
en la dinámica del mercado interno.
*Doctor en Ciencias
Económicas de l’Université de Paris. Autor de La economía oligárquica de Macri,
Ediciones CICCUS, Buenos Aires, mayo 2019.
Publicado en: Pág. 12
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