UN CINE EN CONCRETO

 *Por Hugo Bertone

Se acercaba el final de la década de los 80`y un cineasta italiano de apellido Tornatore, generaba una de los máximos filmes sentimentales y humanos de la historia; Cinema Paradiso.

La obra mostraba el amor real de un niño hacia el cine, y todo lo que el mismo género en su vida, siendo una parte importante a la hora de definirse como humano.

Por cierto desde Italia hasta Entre ríos existe una profunda y marcada distancia.

Pero por obra y gracia del tesón, del proceder exacto a la hora de establecer un sueño, un hilo conductor llega a unir a uno y otro humano.

Tanto el Cineasta encumbrado como un trabajador de lucha diaria Latinoamericano se fusionan, se amalgaman en algo empático y sobremanera importante.

El amor hacia el cine y el desarrollo de sus ideas.

Cerca de Colon, se encuentra una localidad pequeña, austera, de trabajo y de esperanzas llamada Villa Eliza.

De personas que hablan con su silencio, que interactúan a través de roles ubicados por la tierra misma y su fecundidad.

El interior de almas abiertas y horizontes de fe.

Allí mismo una joven realizadora, Luz Ruciello, pone en marcha la maquinaria de la imagen, generando un importante y relevante documental, acompañando el día a día y la concreción de un sueño de un ser humano, tramando secuencias tras secuencias, con la intención de dar a conocer una historia mínima, aggiornada a su sitio en el cual como un Odiseo de estas Pampas, su protagonista no agotaba su capacidad de templanza y de ilusión.

Y créanlo, no cargo de eufemismos ninguna de las palabras transcriptas.

“Un cine en concreto” relata la vida de Omar, comerciante y albañil, quien posee la idea de construir y montar un cine en su hogar. Cuatro años tarda en concretar su proyecto, y muchas generaciones pasan por su “Paradiso”, pero deberá mudarse del lugar por situaciones poco fortuitas y ese movimiento le generara un volver a empezar, con las dificultades que se suceden en nuestra tierra cada vez que los infortunios tocan a nuestras puertas.

Aquel concepto de “persevera y triunfaras” va aparejado de modo transversal con aquel amor al cine de Omar.

Como en aquel “Milagro en Milan” del recordado maestro De Sica, van surgiendo ángeles que nacen del interior de un hombre que jamás resigno o claudico su idea, mediante aquello que tan bien amengua dolores, genera conocimientos, y abre estructuras fuertemente cerradas como la Cinematografía.

10 años le llevo a su realizadora construir esta obra.

Como aquella Épica de Sergio Leone llamada "Erase una vez en América", sin salvar distancias porque todo es estructural a la hora de considerar y valorizar cualquier situación artística, emocional, humana.

Pese a las idas y vueltas económicas, por allí existía una luz que menguaba a través de la necesidad de dar a conocer una historia narrada con sutileza y dinamismo que surgió casi de la nada, en campos Mesopotámicos extraviados, perdidos en la inmensidad misma del desconocer singulares luchas de aquellos “nadies” como bien definió Fernando Solanas en uno de sus trabajos, que sin lugar a dudas resultan esos “alguien” tan necesarios e imprescindibles para la construcción real de una Nación.

Seleccionada en más de 20 festivales internacionales, posee la fuerza de los tirantes montados por Omar para estructurar su sala, ricas experiencias de vida y el concreto de su animosidad interna: Vengan al cine! no todo está perdido!!… actitud de Hidalguía plena, sabiendo de modo certero y convencido que a partir de historias visuales, se puede llegar al punto mismo del interés y el cambio que se genera a través de aprender de esas historias.

Documental necesario, imprescindible para reconectarnos con nuestros sentires más profundos mediante el reflejo artero y necesario, en tiempos de caídas libres y caminos vacíos.

"Hagas lo que hagas, amalo, como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño” Le dijo Alfredo a Toto.

De ese modo Omar, fundamento su “Paradiso”.

De ese modo, todo entendió.

Apoyemos a nuestro cine Argentino.


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