*Por Eliana Valci
Nadie es ajeno a la ley de polaridad o dualidad. El
tema es de qué lado nos paramos, de la luz o de la oscuridad. Nuestros actos
son los que nos definen hacia uno u otro lado, sin embargo en el equilibrio hay
una compensación, es decir, nada es del todo bueno o malo.
Aquí el problema en cuestión son los extremos, cuando
es todo o nada, blanco o negro y omitimos los matices. Esto es aplicable a la
vida en general, ya sea en el plano personal, emocional, social, laboral,
político, etc.
Los argentinos son más pasionales que racionales.
Elevan sus plegarias solo cuando están metidos en algún brete o para que la
bandera de su corazón salga campeón. En esto nada tiene que ver la religión,
sino los sueños o los anhelos, que cuando se ven reflejados en la realidad
consideran que son un milagro.
Entonces, ¿hay una creencia real o sólo se manifiesta
cuando conviene? Si tan sólo creyéramos fervorosamente como pueblo
políticamente soberano, económicamente independiente, y socialmente justo, la
Argentina sería un lugar maravilloso.
Pero claro, la filosofía, la literatura, la política,
la espiritualidad, el humanismo no son bienes que se puedan comercializar. Uno
no puede pedir por cualquier aplicación de venta on-line un kilo de conciencia
social, de amor, de igualdad.
Nuestra era está sometida a los designios del Dios
Mercado. ¡Pobre de aquel que cometa el pecado de no consumir a diario!
Tranquilos, no todo está perdido, siempre hay alguien
que viene a ofrecer su corazón. Si de verdad elegimos creer que nadie se salva
solo, dejemos de mirar como zombis lo que nos imponen y empecemos a ver lo que
realmente es.
La tan añorada felicidad del pueblo depende de las
acciones colectivas, constructivas, desinteresadas. Estas palabras no reflejan
nada que no se haya concretado en un tiempo pasado. Por eso, yo elijo creer que
mejor que decir es hacer…y vos?
*Directora Ida & Vuelta Medios
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