*Por Emir Sader
Tanto
tiempo pasó hasta llegar a este momento en que Brasil define su futuro.
Nos
acostumbramos a vivir situaciones decisivas, pero ninguna tan trascendental
como ésta.
Hemos
llegado al momento de definir nuestro destino, desde hace mucho tiempo.
Nada será
como antes, después del próximo domingo.
Seremos profundamente felices o infelices.
Recuperaremos
el poder de decidir el destino del país en nuestras manos.
O
renunciaremos definitivamente al poder de definir con nuestras propias manos lo
que queremos para Brasil.
No hay
término medio.
Definiremos
entre lo peor y lo mejor.
Entre lo que nos promete recuperar lo mejor que ha tenido Brasil o lo peor que hemos tenido.
Votaremos
pensando en todos o dejaremos definitivamente a Brasil en manos de unos pocos.
Decidiremos
por la democracia o la autocracia.
Por los
que hablan en nombre de todos o por los hablan por sí mismos y por unos cuantos
más.
Por los
más ricos o por todos.
Brasil fue, casi siempre, de unos pocos, de los más ricos, de los que acumulan poder y riqueza.
En pocos
años, hemos tenido la sensación real de que el país podía ser diferente, que
podía servir a todos, que no era el destino dejar a un número cada vez mayor de
brasileños abandonados en las calles, durmiendo en la desesperación.
Hemos vivido unos años que nos hicieron sentir orgullosos de ser brasileños y no avergonzados.
En el que
estábamos seguros de que Brasil tiene arreglo, puede ser un país mucho mejor,
puede derrotar a los que siempre gobernaron el país.
Ya supimos que todos pueden ser felices, todos pueden ser cuidados, que nadie tiene que ser abandonado.
Brasil ya
fue visto como un ejemplo y no como un país a evitar.
Un país
que planteó esperanza y no desesperación.
Ya miramos al futuro con confianza y no con incertezas.
Ahora
podemos reafirmar lo que queremos para nuestro querido Brasil y derrotar lo que
no queremos.
Derrotar
a los que no les gusta Brasil, a los que no les gusta nuestro pueblo y odian la
democracia.
Hacer triunfar a los que nos representan, a los que les gusta el pueblo y la democracia. A los que representan el Brasil que queremos.
Será un
breve momento, hacer cola, presentar el documento, entrar en la cabina para
votar, apretar el 13 o el 22.
Por Lula
o por Bolsonaro.
Salir confiados en los resultados, confiados en que estamos del lado bueno de la historia, del lado del pueblo, del lado de la democracia, del lado de Lula.
Volver a
casa, a esperar los resultados, ansiosos, ilusionados, hablando para compartir
sentimientos y esperanzas.
Sabiendo
que en poco tiempo habremos definido nuestro destino.
¡Sin
miedo a ser felices!
*Filósofo y politólogo brasileño. De origen libanés, se graduó en Filosofía por la Universidad de São Paulo, donde obtuvo una maestría en filosofía política y un doctorado en ciencias políticas. En esta misma universidad, trabajó como profesor hasta que se jubiló.
Fuente: NAC&POP
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