Tenemos que aprender como comunidad a “bajar del
bronce o del Olimpo” a quienes detentan cargos en el poder, pues son seres
humanos de carne y hueso como cualquier mortal, con sus aciertos y errores.
La farandulización de la política ha permitido cambiar
el cristal de los anteojos por los cuales ven pero no observan. Cualquier
ciudadano argentino mayor de edad puede ocupar un cargo público electivo. No se
llega por generación espontánea.
Los políticos no salen de un repollo. Y los que están,
tampoco son los únicos aptos para continuar en sus funciones. Si realmente
observaran, hay más de una opción que desde su humilde lugar aporta más a la
comunidad que quienes salen en los grandes medios de comunicación.
Hoy la incertidumbre es el 2023 y como es “costumbre”,
barajan nombres de posibles sucesores que pareciera se eternizaron en el poder.
Ven el árbol y no observan el bosque.
La “solución” no está en los sucesores, la tenemos
nosotros como ciudadanos mandantes de la República en la cual vivimos.
Nos han nublado la razón a tal punto que olvidamos que
el poder lo tienen las bases. Que no se construye de arriba hacia abajo, sino
al inversa. Que no hay nada que inventar, porque todo está escrito.
Ni siquiera nos damos cuenta que hay razones
biológicas para lo que aquí expongo. Nadie es eterno. Pero claro, es más fácil
que la papa caliente la agarre otro. Pero eso sí, a la hora de las fotos están
todos.
Todos “quieren llegar”, con ansias de eternidad, ¿a
dónde?...no sabemos. En el medio el Pueblo, mientras aquellos se disputan “el
trono de lo eterno”.
¡Abramos los ojos!, no son ni somos para siempre.
Vivimos en este presente y de nosotros depende transformarlo para las
generaciones siguientes.
*Directora Ida & Vuelta Medios
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