*Por Fabián Lugarini
CHILE Y EL CASO ASMAR
ASMAR ha sido reconocida
como Empresa Esencial del área de la industria naval y de defensa, cuya función
principal es la de reparar, carenar y construir las unidades de la Armada,
pudiendo con su capacidad excedente atender a empresas navieras nacionales y
extranjeras, así como a la flota pesquera chilena y los pesqueros extranjeros
que operan en aguas fuera de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de Chile. Es de
resaltar que de los US$180 millones facturados por ASMAR en el 2021, el 79%
correspondió a reparaciones y construcciones navales para la Armada de Chile.
ASMAR cuenta con plantas en
Valparaíso (donde opera el dique Valparaíso III en sociedad con la empresa
española Navantia), Talcahuano (su principal centro productivo que cuenta con 2
diques secos, 5 diques flotantes y talleres de diversas especialidades) y
Magallanes en Punta Arenas, con una nómina total de personal de 2.722
trabajadores.
ASMAR tiene un PLAN
ESTRATÉGICO 2020-2023, EN CONCORDANCIA CON LA PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA A 12
AÑOS DE LA ARMADA CHILENA, conteniendo ejes, objetivos, estrategias, metas y
programas de acción para dicho período.
Los ejes estratégicos de
ASMAR son los siguientes:
1- Eficiencia
y Eficacia: desarrollo y mantenimiento de capacidades productivas de forma tal
de generar condiciones de sustentabilidad operacional en el largo plazo;
2- Probidad
y Transparencia: prevención de ilícitos e irregularidades;
3- Recursos
Humanos: alineamiento de competencias y capacidades individuales y
organizacionales orientadas a la sustentabilidad operacional;
4- Imagen
corporativa: reconocimiento de ASMAR por sus valores y sustentabilidad en el
tiempo;
5- Posición
Comercial Competitiva: mejoramiento de su posición competitiva frente a
usuarios y clientes, así como incorporación de tecnología para la mejora
continua de procesos productivos y administrativos;
6- Construcción
Naval Sustentable: Sostenimiento de un Plan de Construcción Naval de buques en
base a las capacidades de ASMAR.
Proyectos
de construcción de buques para la Armada de Chile desarrollados por ASMAR desde
1999 en adelante
Esto
es producto de la implementación de una estrategia nacional de construcción
naval como política de Estado en Chile (un país con una costa de 6.435 km. y
que transporta por vía marítima el 95% de sus exportaciones) para la renovación
y mantenimiento de las capacidades de su Armada que lleva adelante el Plan
Nacional Continuo de Construcción Naval (PNCCN) de manera tal de propiciar una
industria nacional de defensa estable con un direccionamiento estratégico que
permita efectuar una planificación tanto de mediano como de largo plazo,
dejando atrás la dependencia de buques comprados a terceros países.
Específicamente,
con respecto a la adquisición de buques en el exterior para la Armada de Chile
su comandante en jefe, almirante Julio Leiva, manifestó en mayo de 2021 “que la
inversión completa que hicimos en ese buque se queda completamente en el país de origen. Ni un peso llega a
Chile. Se nos genera como Marina un problema logístico de proporciones al tener
distintos tipos de naves, buques de otros países y distintos entre ellos, por
la tanto la logística se hace mucho más compleja” y agregó “Queremos construir
nuestro propio futuro. Queremos construir nuestros propios buques, Queremos a
contar, ojalá del año 2030, comenzar a construir nuestras propias fragatas”.
Asimismo,
el Plan Nacional Continuo de Construcción Naval asegura un esquema de
financiamiento a diez años, lapso insumido en la construcción de una clase de
cuatro buques medianos multipropósito desde la fecha de contrato hasta la
entrega de la última unidad, dando así la certeza de que el proyecto sea
financiado en su totalidad y asegurando la estandarización de los buques, lo
que hace más eficiente y económico el proceso de diseño y construcción, dado
que la fabricación recurrente de unidades implica reducciones de costos y
plazos en los sucesivos buques, producto de la economía de escala y la
progresión en la curva de aprendizaje, así como la operación, mantenimiento y
soporte logístico integral durante la vida útil de la unidad.
Con
respecto a la adquisición de fragatas, un estudio de factibilidad técnica y
económica de la Universidad Católica de Chile encargado por la Armada, concluyó
que la construcción local de 8 fragatas de 5.200 toneladas y 132 metros de
eslora costaría un 88% del valor de lo que demandaría su compra en el
extranjero. La construcción de cada buque en ASMAR requeriría 3,5 millones de
horas hombre y un plazo de 5 años. En esa misma línea, en junio de este año, el
comandante en jefe de la Armada de Chile, almirante De La Maza, declaró que “si
todo sale bien, yo creo que podríamos pensar hacia el año 2030, porque ya
estamos dando los primeros pasos y trabajando en ingeniería de detalles, hay
proyectos, hay gente y muchas cosas que hacer. Estamos
hablando de unos ocho años más”.
La
clase dirigente chilena, más allá del signo político de las sucesivas
administraciones, ha demostrado tener una visión clara respecto del potencial
generador de progreso tecnológico y desarrollo industrial que implica la
actividad de la construcción naval, a pesar de las restricciones económicas que
pueda sufrir el país (en el año 2021 el PBI de Chile ascendió a US$317.100
millones, lo que equivale a SOLO el 65% del PBI argentino) y los desastres
naturales como el terremoto y posterior tsunami que devastaron la planta
industrial de ASMAR Talcahuano en febrero de 2010.
En
conclusión, el caso ASMAR demuestra fehacientemente que la industria naval debe
ser una política de Estado dado que por su contenido tecnológico y valor
económico agregado, demanda una inversión en recursos humanos, investigación,
desarrollo e innovación que produce un efecto multiplicador en bienes de
capital producidos por la cadena navalpartista. La previsibilidad dada por los
proyectos plurianuales implementados por el Estado chileno a través de su
Armada para renovar sus unidades navales y auxiliares, resulta en el
crecimiento de la economía del país, el desarrollo industrial nacional así como
la protección y defensa de sus recursos soberanos.
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