TACUARA: ESBOZOS SOBRE PARTE DE SU HISTORIA

 

*Por Pablo Adrián Vázquez

El 29 de agosto de 1963 se produjo un asalto al policlínico bancario de la ciudad de Buenos Aires, donde murieron 2 personas y fueron heridas otras 3, llevándose un caudal del equivalente a 100.000 dólares. De allí la conmoción del momento, el reflejo en los medios de la época y la intervención policial de la división Robos y Hurtos.

Tras seguir algunas pistas, delaciones y operativos – con dinero marcado en cabaret parisino incluido - se dio con los culpables y el origen del robo: Gustavo Posse y Ricardo Viera, empleados judiciales, se contactaron con integrantes de Tacuara (del MNRT, para ser más exactos) y, a cambio del 30% del botín, les brindaría todos los detalles.


El Operativo Rosaura estaba en marcha: Se constituyeron 3 comandos para el robo, uno con Alfredo Zarattini, Rubén Daniel Rodríguez y Jorge Andrés Cataldo, en un auto de apoyo; otro con Tomislav Rivaric, Horacio Rossi y Mario Héctor Duaihy; y el tercero con Jorge Norberto Caffatti, Carlos Alberto Arbelos y José Luis Neill, estos 2 últimos “enfierrados” con sendas ametralladoras, siendo el propio Neill quien dio muerte a los 2 trabajadores.


En la investigación policial se descubrió el origen de los perpetradores y el móvil: Todos eran miembros del Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), dirigido por José Joe Baxter -desprendido del grupo original comandado por Alberto Ezcurra Uriburu – y cuya finalidad sería – según Albelos - apoyar económicamente un foco rural en Formosa (Operación Yacaré), fomentar operativos insurgentes y liberar Malvinas (Operación Rivero) para allí asentarse Perón, dirigiendo la liberación nacional.


¿Fue el primer acto de guerrilla urbana en Argentina?


Para un sector de la Juventud Peronista fue su acción de robo de armamento en una dependencia militar el primer acto original de guerrilla urbana, más que el robo de los “tacuara”. Si bien se toma este “robo” como inicio de la guerrilla urbana en Argentina, y los móviles políticos y revolucionarios parecen confirmarlo, estudiosos militares “procesistas” de la insurgencia (Diaz Bessone: 1986) no lo considera así, como tampoco investigadores locales (Anzorena: 1989), (Rot: 2004) y(Lvovich: 2006), entre otros; amén de estudiosos de la lucha armada en Latinoamérica (Sainz Cidoncha: 1974) y (Pereyra: 1994); y – paradójicamente -, un tacuarista (Orlandini: 2008).

Desde el periodismo, la militancia nacionalista y la investigación académica, en cambio, rescatan dicho acontecimiento – con matices - como fundante (Arbelos y Roca: 1981), (Gillespie: 1987), (Jansen: 1996), (García: 1998), (Bardini: 2002),(Gutman: 2003), (Beraza: 2005), (Gasparini: 2006), (Norling: 2006) y (Galván:2008), entre otros.


¿Qué fue Tacuara?


Un grupo desprendido de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios (UNES), descontentos con la orientación “peronista” de la Alianza Libertadora Nacionalista (ALN) al mando de Guillermo Patricio Kelly, que apoyan inicialmente a la Revolución Libertadora de Eduardo Lonardi y su grupo nacionalista, pero que deciden conformar otra agrupación.


Según Beraza, a fines de 1955 en el local de la UNES de Matheu 185, se fundó Tacuara de la Juventud Nacionalista; mientras que una tarde a fines de 1957, según Gutman, en el bar La Perla, del Once, - donde hubo reuniones de poetas con Macedonio Fernández a los inicios del rock nacional con Tanguito y La balsa – se funda el Grupo Tacuara de la Juventud Nacionalista, con Alberto Ezcurra Medrano, José Joe Baxter, Oscar Denovi, Eduardo Rosa, Horacio Bonfanti, Luis Demharter, Raúl Villarubias y Jorge Rhode.

Tomaron como nombre, a instancias de Eduardo Rosa, el de una publicación de la UNES - ALN que selló su destino.


De pensamiento católico y nacionalista, junto al sentir anticomunista y tono antisemita de estilo con Julio Menvielle, la referencia máxima fue la Falange Española pre franquista de José Antonio Primo de Rivera y de las Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas (JONS) de Ramiro Ledesma Ramos.


La impronta “joseantoniana” y “ramista” del nacional sindicalismo los dotó de ética militante y sentido “social”, unido a su apoyo al periódico Azul y Blanco de Marcelo Sánchez Sorondo a la influencia de Jacques Marie De Mahieu sobre la crítica al capitalismo y “socializar los instrumentos de producción” en el Estado comunitario.


La cuestión de “la dialéctica de los puños y las pistolas” fue capital. La acción callejera y pelea caracterizaron también al grupo, que cobró notoriedad durante los enfrentamientos durante el frondicismo con el debate entre “Laica y Libre”, apoyando éstos la postura del catolicismo por la última opción.


Tuvieron una base universitaria en el Sindicato Universitario de Derecho (SUD) de actuación notoria contra Risieri Frondizi, rectora de la Universidad de Buenos Aires (UBA). Sus locales se encontraban en Tucumán 415, sede de la Unión Cívica Nacionalista y Matheu 185, de la UNES, ambos en Capital Federal.


El origen de los “tacuaras” osciló entre hijos del patriciado, venidos a menos, de signo antiperonista a jóvenes obreros de sentir peronista. Impulsaron “comandos” de los barrios y “brigadas sindicales” que intervinieron como apoyo armado” en sindicatos y huelgas como la del Frigorífico Lisandro de La Torre.

También campamentos de entrenamiento militar, acumulación de explosivos y hechos de sangre como la agresión a la estudiante Graciela Sirotta, de origen judío, supuestamente por los “tacuara” – del que editaron un folleto haciendo su descargo -; o la muerte de Raúl Alterman, como “venganza ”por las muertes de 3 “camaradas” en Rosario en los ´60.


Del tronco principal se desprendieron diversos grupos: la derechista y reaccionaria Guardia Restauradora Nacionalista (GRN) en 1960 con Juan Carlos Coria y Bernardo Lazarte, bajo el amparo ideológico del padre Menvielle; el Movimiento Nueva Argentina (MNA) del 9 de junio de 1961, con Dardo Cabo, Américo Rial, Andrés Castillo, Rodolfo Pfaffendorf, Rodolfo Verona, Edmundo Calabró, Jorge Quiroga y José Pinachio, base del grupo que realizó el “operativo Cóndor” de recuperación de las Islas Malvinas (Hernández: 2007)y (Velazco: 2010); y el Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara (MNRT), por 1962, desprendiéndose a su vez, dos sectores con igual denominación, por un lado el liderado por Alfredo Ossorio, y el otro con Joe Baxter. Ambos tuvieron una visión que evolucionó a epígonos del Socialismo Nacional revolucionario, considerando la revolución cubana y las luchas antiimperialistas del Tercer Mundo, y dejando de lado su antisemitismo trocado en antisionismo.


Lo electoral no les fue ajeno y en las elecciones del 18 de marzo de 1962 se presentaron a disputar cargos para diputados nacionales y concejales en ciudad de Buenos Aires por la Unión Cívica Nacionalista, donde incluyeron mujeres en la lista.


El grupo de Baxter empezó a resonar en la militancia por sus contactos con el peronismo y su efímera confluencia con CONDOR, bajo la dirección de Hernández Arregui, y con Eduardo Luis Duhalde y Rodolfo Ortega Peña, quienes editaron en conjunto: El retorno de Perón (alienación y contrarrevolución de las izquierdas) de 1964 (Galasso: 1986).

Pero el asalto al policlínico, las muertes y posteriores encarcelamientos los llevaron a otros planos en la lucha armada en nuestro país. Citando a Horacio González, y extendiéndolo a toda Tacuara, “Baxter atravesó con bayoneta calada la política nacional”.


Luego vendrían las fugas, sus contactos con los Tupamaros de Uruguay, el entrenamiento en China y las posteriores trayectorias de algunos de los tacuaras, que reflejan las tensiones y conflictos ideológicos en los que optaron por “vivir peligrosamente”.


¿Qué pasó con ellos?


Algunos “tacuaras”, a fines de los ’60, intentaron integrarse a la vida del instituto Juan Manuel de Rosas, pero fricciones con la “vieja guardia” nacionalista de entonces les marcó su expulsión. En cuanto a los principales referentes, su jefe original, Ezcurra se ordenó sacerdote; Baxter osciló entre el Movimiento Peronista Revolucionario y la Fracción Roja del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), muriendo en un accidente de aviación en Francia (Dandan y Heguy: 2006); Neill se integró a las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP) y luego a Montoneros, para recalar en la Juventud Peronista “Lealtad”, terminando su vida –inmovilizado por un tiro que recibió en los sucesos de Ezeiza – por propia decisión; Caffatti – con Arbelos, Rivarc y Roca – también se integró a las FAP, participó del secuestro del jefe de la FIAT – junto a Arbelos – en París y terminó sus días en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA); Viera se integró al camporista ERP 22 de Agosto, luego al ERP de Roberto Santucho, fue detenido por su militancia erpiana y, posteriormente, preso por secuestrar a un estudiante judío; Rossi se dedicó a la delincuencia del robo de cajas de seguridad; y Mario Duaihy fue muerto por la policía en 1986 luego de haber participado en un robo al Casino de Termas de Río Hondo en Santiago del Estero; mientras que el rosarino Manuel “Bicho” García fue detenido y desaparecido pro la última dictadura.


El retorno de Perón en 1972 separó las aguas, tanto para Ezcurra, el primer jefe, como para Manuel “Bicho” García, plantearon que Tacuara debía fusionarse con el movimiento nacional justicialista, mientras que otros mantuvieron su distancia con el peronismo, relacionándose con el grupo de la revista Cabildo y otros grupos nacionalistas.

Algunos se integraron a la vida institucional, como Oscar Denovi, fallecido hace un par de años, entre la actividad privada, su labor en el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y su labor en la Universidad de El Salvador. Igual destino tiene Alfredo Ossorio, entre la vida académica en la Universidad Nacional de Lanús y la Universidad Católica Argentina, con la gestión pública.


El origen de Tacuara, el reflejo del reseñado asalto al policlínico y el discurrir de los citados nacionalistas se detalló en su época en reportajes y notas de los principales periódicos, en la estadounidense revista Time, la uruguaya Marcha, Panorama y de Mundo Israelita. (García Lupo: 1962).

También en películas, ya sea Con gusto a rabia, dirigida por Fernando Ayala, de 1965; en el documental Los malditos caminos, de Luis Barone, del 2002; y la miniserie 9MM: con un capítulo doble sobre Tacuara, dirigido por Ulises Rosell, con idea e investigación de Marcelo Larraquy. Se le añade un cómic, en varias entregas, publicado en la revista Fierro del 2012.

Quedan los testimonios publicados por Jorge Rulli (Anzorena:1989) sobre su relación con los del MNRT; de los propio tacuaristas (Arbelos y Roca: 1981), (Arbelos y Bardini: 2010), (Bardini: 2002) y (Orlandini: 2008), reportajes en medios digitales de Carlos Alberto Falchi y Emilio Berra, y los trabajos de Esteban Campos, quien tomó testimonios a Ossorio y Denovi, entre otros, más un servidor que en congresos de historia recientes presenté el testimonio póstumo de Oscar Denovi.

A las obras locales se le suman trabajos en el extranjero, como el de Erik Norling, ¡Arriba Tacuara! Apuntes para la historia de un movimiento nacionalsindicalista argentino, 1957 – 1966 (2007), donde el autor tuvo la gentileza de citarme.


Finalmente mi recuerdo a Carlos “Cuqui” de la Garma y Oscar Denovi. El primero, tacuara de Mar del Plata, fallecido en el 2007, quien auxilio a un ex gobernador bonaerense en los años de plomo de la última dictadura, y que por sus gestiones que posibilitaron una muestra sobre Forja en La Feliz. El segundo, consejero y amigo desde mi incorporación al Instituto Juan Manuel de Rosas cuando recién me había recibido de politólogo, compartiendo conferencias y trabajo cotidiano hasta sus últimos días. Ellos, con Eduardo Rosa, fueron homenajeados años atrás a instancias del grupo de Pensamiento Nacional en el restaurante El General, y en la cual tuve contacto más acabado con “los muchachos de la caña.


Fue mucha sangre derramada en nuestra historia que aún necesita estudios y análisis desapasionados.




* Politólogo; Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.

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