PENSAMIENTO POPULAR VS. PENSAMIENTO ACADÉMICO; FALSA DICOTOMÍA

 

A continuación podrán leer la ponencia de nuestro estimado colega y columnista Víctor Leopoldo Martínez, que realizara el 26 de agosto en el Primer Congreso Provincial y Popular de Filosofía, que tuvo lugar en la provincia de La Rioja, en la localidad de Malanzán.



*Por Víctor Leopoldo Martínez


Siento que hay grandes ausentes en este Congreso. No escuché los nombre de José Hernández, Hipólito Irigoyen, Juan Domingo Perón, José María Rosas, Fermín Chávez, Jorge Abelardo Ramos, Norberto Galasso, Hernández Arregui, Macedonio Fernández, Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche, Scalabrini Ortiz, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi, Alcira Argumedo, Rodolfo Ortega Peña, Luis Duhalde, María Eva Duarte de Perón, compañeros que siempre hablaron de la Patria. No escuché los nombres de Gerardo Vallejos, Pablo Neruda, Mariatigui, Carpentier, Scorza, Josué de Castro, que siempre pensaron la Patria Grande. No escuché nombres que hicieron a la riojanidad como de J.F. Quiroga, Ángel Vicente el "Chacho" Peñaloza, Felipe Varela, Ricardo Mercado Luna, Sifre, Dardo de la Vega Díaz, Victoria Romero, la Tigra Díaz compañera de Varela, Martina Chapanay. Noto que hay como muchos ausentes que a no pocos argentinos nos enseñaron a pensar en criollo. (Este es un Congreso de Filosofía...digo, ¿no?.


Lo propio no tiene historia y así la historia se empaña, si sos criollo y te das maña serás leído, nunca culto, mientras el cipayo hace bulto y nos corre con la vaina.

Jorge Marziali – “Así hablaba Jauretche”


Existe un mito trasplantado culturalmente por occidente en su conquista y colonización de América que apunta a diferenciar el “conocimiento” igualándolo a lo académico de la “opinión”, asociada esta última al “pensamiento popular” identificado con lo que bautizaron Barbarie.

Como acá nos hemos reunido para filosofar, ese filosofar no es otra cosa que pensar, meditar, examinar; interrogarnos si eso es cierto. Y hoy tenemos muchas dudas, ya sea como riojanos, como argentinos, en suma, como americanos que somos.

Hoy, en este momento, en este evento, podemos darnos el lujo de cuestionar si lo que vinimos pensando, haciendo y viviendo en las últimas 6 décadas y media estuvo bien, más o menos, o mal; preguntarnos si ese “irnos mal” no fue porque algo –o todo- se hizo a contrapelo de la idiosincrasia de nuestro pueblo; como tratando de despegarlo de su condición americana (1).

En el congreso de Filosofía que el gobierno Justicialista conducido por el Gral. Perón realizó en Mendoza en 1949 se pensó en conjunto –repito, “pensar en conjunto”. Recuerden esto- sobre aciertos y errores que existieron en las ideas que habían regido las conductas humanas hasta ese entonces. Lo hicieron pensadores argentinos, americanos y del mundo, todos invitados para la ocasión. En aquel evento se intentó visualizar y prefigurar el destino futuro del hombre y de ese mundo que aparecía en el horizonte levantándose sobre las ruinas que habían dejado dos pos guerras mundiales con epicentro en Europa.

Uno de los disertantes de aquel congreso fue Perón, hombre de pueblo e hijo de una india de apellido Sosa. Aquel Juancito Sosa, luego Juan Domingo Perón aportó ideas innovadoras porque por su formación cristiana tuvo una cabal comprensión de la realidad universal, y por formación militar tenía en claro la importancia regional de lo continental en materia geopolítica; además conocía los padecimientos del pueblo argentino en cuanto a la injusta distribución de la riqueza que los trabajadores producían y que solo la oligarquía disfrutaba. Fue un hombre de pueblo -Perón- el qué en aquel Congreso de Filosofía, entregó una obra maravillosa que anticipó la organización humana para los tiempos eternos: Se llama “La Comunidad Organizada”.

Después del septiembre negro de 1955, tanto la intelectualidad de derecha como de izquierda, al verse rebasados por tanta lucidez, solo atinó a ignorarla, buscaron enterrarla en el olvido, incluso prohibiéndola. No lo consiguieron (2).

En esa majestuosa obra, Perón reconoce como posibilidad que el pensamiento haya perdido en los últimos tiempos contacto con las realidades de vida de los pueblos. Se refería al período 1870-1945 y específicamente a los pueblos europeos a quienes el alemán Hermann Hesse calificó de “pueblos belicosos”. Esta es la razón que le permite revalorizar la filosofía como una herramienta pedagógica, como la iluminadora de la senda que lleva a los pueblos encontrarse consigo mismos ya que en su seno anidan las grandes verdades que dan sentido a su existencia.

Vayamos a un ejemplo: La realidad de vida del pueblo humilde argentino cambió después del 17 de octubre de 1945. Su protagonismo se hizo sentimiento y enraizó en los sectores humildes de nuestro pueblo. Y los sentimientos en general son difíciles de entender y más aún de explicar. Viene el desgraciado golpe de septiembre de 1955 y es allí donde emerge en los supuestos brutos, en los incivilizados, en los de abajo, en los “no cultos”, ese sentimiento en formato resistencia. Esa parte del pueblo tenía clara compresión de cómo sería su nueva realidad. Entonces pinta el sentimiento que le genera esa realidad que se le aproxima en una persiana de barrio humilde y notifica su decisión: “Los yanquis, los rusos y las potencias reconocen a la libertadora. Villa Manuelita ¡NO!” Sentimiento y saber popular que sostuvo argumentalmente un camino de resistencia para todo el pueblo humilde, algo que duró 18 años. ¿Cómo se puede explicar esto desde el químicamente puro pensamiento académico? Nunca encontraron respuesta.

Otro ejemplo ¿Lograron algo dejando afuera el sentimiento de pertenencia americano que llevó a los pueblos originarios a resistir durante 530 años? Tampoco. Las pruebas están a la vista: no lo consiguieron. América, se encargó de integrar a humildes descendientes de originarios con los inmigrantes llegados del viejo mundo, desclasados y marginados por la revolución industrial, todos unidos en desgracia por las egoístas políticas llevadas adelante por la oligarquía y la burguesía cipaya vernácula. Ahí están las razones de la aparición de líderes como Irigoyen, Perón, Eva Perón, Velazco Alvarado, Omar Torrijos, Getullio Vargas, Chávez, Néstor Kirchner, Lula, Correa, Evo, Lugo, El “Pepe” Mujica, Milagro Salas, Cristina Fernández y el recientemente elegido presidente peruano. Ellos y ellas son algunas de las pruebas y muestras más claras y contundentes.

Cuando hablo del “hombre de pueblo”, no lo digo porque sí, antojadizamente. Según mi muy modesto parecer, ese pensar comunitario, ese meditar, ese examinar no lo pueden hacer solo los eruditos, los académicos, o sea “los que dicen tener el saber”, o creen ser los “propietarios” del mismo (otro término para recordar: “propiedad”) (3)

Si esta convocatoria la realiza un gobierno provincial y popular con base en el peronismo mal podemos estar aceptando discutir solo saberes que no salieron del pueblo, ideas que nunca fueron socializadas por el valor mercantilista que le otorgaron al conocimiento sus “poseedores”; ideas y saberes que siempre se mantuvieron enclaustrados en nichos académicos y que luego son distribuidos por los supuestos propietarios de los mismos -con “cucarda” académica-, para ser consumidos con carácter obligatorio por el resto de la población. ¿Con qué derecho se deja afuera de la discusión el sentir y el pensar popular? Sería de una torpeza inadmisible para los fines de este encuentro y en particular para los que integramos esta mesa que titularon “Habitar el territorio y conocer sus saberes.”

No me opongo -y jamás lo haría- al saber y al conocimiento científico universal porque sería ir en contra del sustrato evolutivo mismo que nos rige como especie. Pero es hora que comencemos a integrar el saber y el conocimiento popular en cualquier estudio, como el complemento necesario, sumándolo al considerado “académico”; ¡digo! Para no seguir metiendo la pata y torturando a nuestros paisanos con esa tarea “escolásticamente civilizadora” que nunca contempló ni los conocimientos previos, ni el sentido de pertenencia, menos el apego por esta tierra y sus costumbres; que también merece respeto. Un viejo analfabeto, pero sabio por haber cursado exitosamente en la Universidad de la Vida, me dijo alguna vez: “¡Ojo con querer intentar curar al enfermo con los mismos yuyos que lo enfermaron!”

Empecemos entonces por poner las cosas en su lugar: 1.-El saber no surge solo de lo académico; “Las academias solo dan patente de corso” diría don Arturo Jauretche si estuviera vivo y presente. 2.-Argentina no es solo Bs.As.-C.A.B.A. ni el pensamiento porteño es el pensamiento nacional (y no quiero generar polémica diciendo que siempre fue antinacional porque existieron honrosas excepciones, pero que nunca hicieron regla alguna. Si no fue antinacional, le pegó en el palo). Entonces los invito a pensar juntos ya que estoy seguro de no tener la palabra bendecida por nadie a Dios y/o Viracocha gracias. Lo aprendí en estas tierras de un cura de pueblo, transgresor frente a la injusticia, como todo hombre de pueblo. El hombre respetaba la palabra de Dios en sus dos versiones: la Evangélica y la voz del pueblo. Se llamaba Enrique Angelleli. Por eso andaba siempre con un oído en la sabia palabra del evangelio, pero con el otro atento a la voz del pueblo. Se dice por ahí que “Voz Populis, Vox Dei”, la voz del pueblo es la voz de Dios. Aquel obispo no era zonzo.


Me meto de lleno en este embrollo.

Judío o turco mugriento

Le dicen al inmigrante

Que se hizo criollo al instante

Y se mezcló en el gauchaje

Pa’ combatir los ultrajes de sajones elegantes

Si uno es inglés o francés

Ya tiene el don en la mano

Pero si es gallego o tano

Lo miden con otra cuerda

Tano o Gallego de mierda

Será siempre ese paisano.


Jorge Marziali – “Así hablaba Jauretche


El constante desprecio por el pensamiento popular tiene una explicación. ¡Es riesgoso! Todo pensamiento propio lo es; más en estos tiempos de cultura simplista y de repetición. Acá aparece un término bastante interesante para analizar incluyendo su antónimo: Propio e Impropio.

Propio, es todo lo inherente, lo relacionado a uno; o a una comunidad. Pero llamativamente, en nuestro caso, lo propiamente argentino, por ser americano, carece de valor en términos culturales, ergo se deprecian los conocimientos y saberes previos que existen desde hace 2000 o más años.

Pregunta: ¿Por qué se los desvaloriza? Como no existe una argumentación sólida, se recurre al antónimo: Por ser Impropio, o sea, incorrecto, inadecuado, inconveniente. ¿Y por qué todo eso? Por ser incongruente con lo Propio. Entonces incorporamos algo de manera absurda. ¿Por qué? Porque a través de la educación somos obligados a creer y aceptar como PROPIO lo que culturalmente no fue gestado por nosotros como pueblo de América sino impuesto por la colonización. Y ya veremos porqué (4).

Se identifica Pensamiento Culto con lo “Civilizado” y esto con el “Conocimiento”. O sea, se vincula el pensamiento solamente con lo académico por estar asociado a la ciencia -o a lo científico-. Este criterio no es otra cosa que una lógica aplicada a la estructura analítica que sirve para llegar a la esencia de las cosas, método también importado; criterio analítico no sin su alta cuota de valor al que jamás me atrevería a menoscabarlo; por su utilidad. No podemos dudar en tomarlo si al adaptarlo nos sirve. Pero si de conocimientos se trata ¿Por qué se destierran los que surgieron de la cosmovisión planetaria americana: la relación hombre medio ambiente por ejemplo?(5)

Estas cuestiones valorativas diferenciadoras entre lo culto e inculto, el pensar y el opinar, lo propio de lo impropio se lo puede encontrar en conductas diarias donde se manifiesta claramente la grieta social.

Para no irnos tan lejos, tomemos como ejemplo el trato peyorativo que se les dio a los pobres y su “equivocado pensar y creer que podían tener o ser merecedores de…” entre el 2016 y el 2019, algo que supuestamente les había inoculado (como la Sputnik comunista ahora) el peronismo kirchnerista en sus 12 años de gobierno, cuando en realidad era un lógico y natural derecho. Para un sector social que se piensa a sí mismo como culto, eso era, a todas luces, inmerecido; pero solo por no pertenencia de clase según la concepción política utilizada por el ex Presidente del Banco Nación del gobierno PRO, González Fraga; y también por la ex gobernadora bonaerense y actual candidata a Diputada Nacional, ahora por la C.A.B.A., M.E. Vidal (“Por lo visto sirve tanto para un “roto”, que para un “descocido”).

Nada nuevo bajo el sol. Tras el golpe de 1955, el contralmirante Arturo Rial ante los dirigentes del sindicato de trabajadores municipales, dijo: “Sepan ustedes que la revolución libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero muera barrendero”.

Pero esto viene de tiempos más lejanos aún.

Lo que el bandido de Sarmiento sostenía en Chile en el siglo 19 no difiere en nada de lo anterior. Aquel sanjuanino se preguntaba: “¿No lograremos exterminar los indios? Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa calaña no son más que unos indios asquerosos que mandaría a colgar ahora si reapareciesen. Son indios piojosos porque así son todos. Su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado.”

Fíjense ustedes cómo, el llamado “padre del aula”, entendió el ODIO; cómo lo descalificaba cuando lo supone propio de una “chusma vengativa”, y a la vez disfruta destilarlo por ser algo propio por derecho de clase. Recuerden ustedes que estamos “filosofando”; o sea pensado, meditando sobre situaciones y el uso de palabras que justifican sentencias y acciones que hasta decidieron –y deciden, caso Santiago Maldonado y Rafael Nahuel- directamente el derecho de vivir –o no- de un ser humano.

Tomemos otro ejemplo de este perverso personaje que hasta tiene un Himno y todo, un querido caudillo popular de esta tierra, amado por el pueblo riojano como fue el caso de don Ángel Vicente el “Chacho” Peñaloza a quien mandó a asesinar este mismo Sarmiento: “No sé qué pensaran de la ejecución del Chacho. Yo, inspirado por el sentimiento de los hombres pacíficos y honrados, he aplaudido la muerte de El Chacho, precisamente por la forma en que se llevó a cabo. Sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, la chusma no se habría aquietado en 6 meses.”

Insisto, miren ustedes el cúmulo de contradicciones que aparecen en el pensar y el sentir en los hombres que se dicen –porque se pensaban- “civilizados, pacíficos, honrados y cultos.”

Jauretche sabiamente y al respecto de esto sostuvo: “La multitud no odia (refiriéndose al pueblo), odian las minorías, porque conquistar “derechos” provoca alegría, mientras que perder privilegios provoca rencor”.

Me estoy refiriendo a dos valoraciones que hoy por hoy están muy presentes en la sociedad: “El pensar y sentir culto” y el “sentir y pensar popular”.

Sobre estas valoraciones, el antropólogo Rodolfo Kusch, se tomó el trabajo de rastrear sus orígenes y descubrió que vienen desde Platón y Sócrates. Este último sostiene en sus “diálogos” a modo de pregunta: “¿No vez que apariencia lastimosa tienen las opiniones que no se fundan en el conocimiento?”. Pasó por Immanuel Kant quien en su trabajo sobre “la metafísica de las costumbres” reduce la filosofía popular (o el pensar popular) a “Observaciones amontonadas y principios raciocinados a medias en las que se recrean las cabezas huecas”. Leyó que Sherler sostenía en su “Sociología del saber” que “la opinión es propia de las creencias del medioevo, luego sustituidas estas por el pensar científico de la edad moderna”; y descubrió que hasta el propio marxismo consideró que “el pensamiento popular no reconoce su situación de dependencia razón por la cual hay que ayudar al pueblo para que logre así hacer la catarsis política necesaria y se apodere de los medios de producción”; que es como sostener “el pueblo es bruto, el pueblo es zonzo. Para eso estamos nosotros los marxistas, para esclarecerlo”.

Repito, para Kusch, la cuestión valorativa sobre el pensamiento popular que existe en el occidente eurocéntrico, no habría variado mucho a lo largo del tiempo. Esta es la razón por la que yo los reúno y los identifico como un “conocimiento trasplantado por occidente” y cultivado por el academicismo vernáculo desde esa cosmovisión eurocéntrica que lo copó de entradita y como parte de la colonización pedagógico-cultural (6).

Entonces y como sostiene Kusch: “Al pensamiento popular se lo niega”. ¿Y porque se lo niega? Porque se le teme ¿Por qué? Por ser plurívoco –dice Kusch-; o sea abierto a diferentes interpretaciones. Pero casualmente a eso, la gente de pueblo de estas tierras no le teme porque lo considera parte de la “natura”. En esto radica la diferencia valorativa. El americano se siente parte de ella a diferencia del “occidental europeo” quien se siente su dueño y con derecho a explotarla -base del capitalismo-.

Evidentemente al “pensar culto”, las variadas interpretaciones que puede tener el “pensamiento popular”, lo desestructuran; prefiere la supuesta seguridad que le da el pensamiento culto, elaborado (por lo general por otros). Pero paradójicamente, al “pensamiento culto” de estas tierras, le ocurre algo inesperado que le molesta, y mucho. Va descubriendo y sintiendo un tipo de resentimiento (existe otro asociado al resistir). El mismo nace de un “querer ser” irresuelto. ¿Por qué irresuelto? Porque no lo puede resolver; hay algo que se lo impide. Percibe sin comprenderlo, que conviven en él ese querer “ser” europeo con algo que le produce placer, pero que se lo hacen ver como algo malo, de baja estofa, como una pérdida de tiempo, que es el “estar” americano.

¿Pero a quién o a quienes les ocurre esto? A ciertos personajes de nuestra sociedad ¿Quiénes son y dónde están? En términos Jauretchanos los encontramos en los “tilingos” y en los “Medio Pelo” de nuestra sociedad. Jauretche utilizó estos calificativos para identificarlos. Son “actores” que abundan en las clases medias de las grandes capitales argentinas (incluidas las provinciales.) Ejemplifiquemos:

¿Quiénes niegan el pensamiento popular? Aquellos que tienden a la simulación por portación de mediocridad (entendiéndose esto como el saber volcado desde el supuesto pulpito del conocimiento); por ejemplo: Sarlo, Sebrelli -por tirar dos nombres- (simulación académica), Macri, Marcos Peña, Caputo, Calcaterra (simulación de la eficiencia de la educación privada); el Dipy, los Leucovich, el “Baby” Etchecopar, La Canosa o la Perez, E. Feinmann, Novaresio, J. Viale etc, etc. (productos de la mediocridad humana y simples repetidores de estupideces).


EL VALOR DEL PENSAMENTO POPULAR


Por otra vertiente y para identificarlos, Kusch acude a un folclorista Jujeño afincado en Bs. As. llamado Anastasio Quiroga quien sostiene que: “El que no es nada es el que se aflige por serlo.” Según Anastasio –hombre de pueblo y por ende “opinador”-, son estos “los mediocres intermediarios entre la sabiduría de natura que mal interpretan por carecer del “don natural” que ésta otorga a los que considera capacitados, y la sociedad; y estas intermediaciones son las que producen uno de los peores males que nos aquejan.” ¿Por qué ocurre esto? Porque dichos personajes –según don Anastasio- “no han tenido la suerte de ser lo que ambicionaban”. Son los que vomitan diariamente “este país de mierda” -agrego yo-. Y cuando viajan a esos lugares que idealizan descubren que allí son menos que “nadie”. ¡Pior! Ante tamaña desilusión, les aflora la nostalgia y el deseo del inmediato regreso, aunque más no sea para convivir con la vergüenza de lo que pudo “haber sido, y el dolor de ya no ser”. (como reza el tango “Cuesta abajo” que cantaba Gardel).

Lamentablemente vuelven peor que antes ya que para recuperar lo que creen perdido, aparece en ellos la ansiedad de esos “que no aflojan un tranco e’ pulga” –dice don Anastasio junto a la de los otros “que se dejan llevar por sus caprichos”. La moraleja para don Anastasio es que, con personajes como estos, parecería que nuestro destino es pasarnos la vida “barriendo contra el viento”.

¿Cuántos anunciaron su partida por odiar al peronismo populista en el gobierno (que es como decir odiar al pueblo) y todavía los tenemos que soportar y aguantar escuchándolos decir que lo peor de este país es su pueblo; y nosotros esperando que se den cuenta de lo milagroso que es este suelo y lo maravilloso que es su pueblo?

Entonces es claro que es ese “pensamiento culto” el que permite el “macaneo” (al decir de don Anastasio); y algo peor todavía: es el que “teoriza” decía. En esto nace aquello de que: “Al cojo, pa’ saber si es cojo, hay que verlo caminar” (Dicho por Anastacio y muy usada por Perón).

Veamos otro ejemplo rescatado por Kusch:

Don Anastasio no era partidario de la canción de protesta, por ejemplo, ni de las “rebeliones organizadas” pero sin embargo aconsejaba –cuenta Kusch- “Mantener la Dignidad. Ante la injusticia recomendaba reaccionar en el acto”. A mí se me ocurre un claro ejemplo de esto: “El 17 de octubre de 1945”. Pero Anastasio recomendaba “no reiterarlas sistemáticamente porque en las elucubraciones que pudieran salir a raíz de ello, podría deslizarse el mal.” (El claro ejemplo de esto fueron las competencias y divisiones que surgieron a posteriori por la paternidad de aquel fenómeno de masas de octubre que tuvo en realidad un solo protagonista: El pueblo trabajador). Don Anastasio lo fundamentaba: “conviene pensar que son los hechos los que demuestran la verdad, no los dichos. Porque del dicho al hecho hay mucho trecho”. Esto fue lo que hizo a Perón creíble: “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”. Sabiduría popular que le dicen.

Ese pensamiento popular está conformado también por un anti-discurso que nos lleva al resentimiento como una forma de resistir y que se manifiesta en esa negación por aceptar las propuestas alienantes del pensar culto. Por eso quizá “seamos malos industriales y peores revolucionarios” concluye Kusch. Esto termina siendo coincidente con lo que contaba Arturo Jauretche en su obra “Prosa con hacha y tiza”. Bajo el título: “Los novios asépticos de la revolución”, dice Jauretche ahí: «Cito una frase del Profesor Silvio Frondizi quien sostenía que, hasta la aparición del Partido Comunista, el Socialista fue el único partido de base científica. Esto desencadenó mi siguiente comentario: “Dado el éxito del Partido Socialista” habrá que convenir que, en la Argentina, la ciencia sirve para todo menos para hacer política; o que este es un país anticientífico».

Con todos los ejemplos antes citados vemos que, pensar el futuro desconociendo nuestro pasado y el lamentable presente agrietado que nos toca vivir, se hace bastante difícil. Por tanto, creo necesario –y no lo siento ni lo veo como muy difícil- integrar ambos pensamientos solo diferenciados en su origen. Es claro que si Jauretche, Perón, Don Anastasio y Kusch coinciden en la importancia del “no macaneo” a la hora de pensar en serio sobre nuestra realidad presente ya que “en los hechos está la verdad”. Si no partimos del hecho que muchos somos lo que somos por ser desconfiados del pensamiento culto porque siempre lo vivimos como traicionero y oportunista; si no asumimos que ese pueblo del que formamos parte piensa más con el corazón que con la cabeza como decía Evita, y que eso es una virtud, no un defecto; si los cultos y los académicos comienzan a respetar más el pensamiento y el sentimiento popular valorándolo y tomándolo como una fuente de aprendizaje integrador, entonces no tendríamos por qué tener miedo a reconocernos como un producto original donde confluyen de todo un poco como confluyen en la madre naturaleza todas las especies. Si desde esta Querida Rioja y de este Congreso que nos reunió para filosofar sin macaneos, surge como corolario algo en materia de ideas, enriquecidas tanto por el pensamiento “académico como por el pensamiento y el sentimiento popular, el saber de esta tierra y de su pueblo será el gran aporte a la región, al país y a la Patria Grande. Si eso se concreta podremos decir “tarea cumplida” (7).


Gracias por su atención y me despido con estos versos:


Y así van formando peones, tilingos y perdedores,

que no distinguen errores ni entran en la discusión pensando que la nación es asunto de dotores.

A la gente azonzada no la curan los consejos cuando muere el zonzo viejo queda la zonza preñada.

Jorge Marziali – “Así hablaba Jauretche”



Notas: (1) No pocos de nuestros gobernantes siempre buscaron modelos foráneos de estilos de vida para copiarlos e insertarlo de prepo en nuestro país por creerlos mejores; sin darse cuenta que en la mayoría de los casos estaban reconociendo su inutilidad como gobernantes por estar imposibilitados para generar una creación propia, más genuina.

(2) Todas aquellas intentonas de menoscabo de esta genial obra –La Comunidad Organizada-, y de los gobiernos de su autor no se detuvieron ni siquiera en el nuevo milenio. Si bien es cierto que la calificación de “régimen populista” endosada al Peronismo provino de las izquierdas latinoamericanas del siglo XX para quienes, y en su esquema de compresión de la organización social, solo existían “Capitalismo y/o Socialismo”, la alianza de clases propuesta por el peronismo se ajustaba más a la “revolución burguesa” que atentaba a la por ellos buscada “revolución proletaria”; ergo, esto ya era condición necesaria y suficiente para el encasillamiento de populista”. Pero como sostuvo en algún momento el compañero filosofo Silvio Maresca, al “populismo” le salió un defensor-justificador en este nuevo milenio; se trata de un marxista argentino residente en Inglaterra de apellido Laclau, quien construyó una teoría bastante particular –por lo turbia dice Maresca- donde mezcla Marx, Gramsci y Lacan en una intentona por hacer más digerible el “populismo peronista”. Lo cierto es que la “vanguardia lúcida” de este país, que es la encargada de bajarle línea a los jóvenes carentes de formación política, los orientó a ser seguidores de don Laclau. Esto se vio mucho entre el 2003 y el 2015 hecho moda. Maresca concluye que se trata de una dialéctica perversa que torna en elogio las calificaciones despectivas que los adversarios tanto de derecha como de izquierda utilizan para encasillar al peronismo. En realidad, tanto para Maresca como para mí, el peronismo como filosofía de vida nada tiene que ver con lo populista; en ningún sentido. Entonces lo ideal sería recomendar a los jóvenes leer detenidamente “La Comunidad Organizada”, discutirla luego de un meticuloso desmenuzamiento para una comprensión acabada ya que los pensamientos y los nombres que Perón rescata en esa obra no están porque sí, menos de casualidad; son productos de minuciosas lecturas, con las lógicas y necesarias adecuaciones posteriores que demandaban la realidad argentina, continental y mundial.

(3) Culturalmente se asocia exclusivamente el conocimiento con el pensamiento eurocéntrico al que se considera superior y por ende tratado con valor superlativo; siempre en desmedro del pensamiento popular que históricamente también es muy valioso. Lo grave de esto radica en la utilización y manipulación político-cultural de ese “pensamiento culto”, al solo fin de des[1]orientar a la sociedad, algo muy presente en nuestro país de manera permanente en su historia. La guerra siempre fue cultural; y en ella fuimos perdiendo muchas batallas porque el poder oligárquico siempre controló la educación y los medios de comunicación. Esta manipulación siempre la practicaron los sectores de poder económico y oligárquicos a través de las famosas y rutilantes “academias”, herramientas junto a la educación de la que se valen para establecer de manera diferenciadora lo que es culto de lo que no lo es, o sea lo inculto: todo esto dentro de un proyecto de partición social – hoy llamada “grieta”-; algo muy funcional a sus perversos y mezquinos intereses. Divide y reinaras; máximas utilizadas políticamente desde Julio Cesar pasando por Napoleón.

(4) En nuestro país, los principales actores, luego “pensadores” tanto de derecha como de izquierda, fueron –y siguen siendo- formateados a nivel universitario y “académico” con parámetros eurocéntricos. Entonces aparece el término “conocimiento” presentado y asociado únicamente con el “pensamiento culto” y la “opinión” coligada al “pensamiento popular”. Es más, en nuestro país esto fue impuesto con la misma intensidad dicotómica que se atribuyó políticamente a las opciones que en antaño llamaron “civilización” (lo que venía de ultramar, de afuera) por encima de la “barbarie” (que supuestamente anidaba en estas tierras). Para esto, nuestros “cultos”, corrieron de un simple codazo la historia universal que denuncia que la cuestión fue al revés; ¡los griegos llamaban “bárbaros” a los extranjeros!

(5) Me estoy refiriendo a dos valoraciones que hoy por hoy están muy presentes en la sociedad: “El pensar culto” y el “sentir y pensar popular”. Lo tragicómico de este disparate es que ocurre sin que los actores “cultos” se percaten respecto de la cuestión de fondo: se soslaya que ambas contienen un mismo término: “pensar” que en el caso de lo popular está asociado al “estar” - cuando se es americano-. Pero los “cultos” van más allá; los contraponen como si tuvieran diferentes raíces, cuando en realidad son dos simples variantes de la acción de “pensar” que en el caso americano tiene un valor agregado que amplía su significancia al incorporar el “sentir”. O sea “Soy porque siento la vida, y la siento porque estoy; y porque estoy pienso”. Sobre esto se asienta el “pensamiento popular”.

(6) Aclaro que Kusch siempre buscó con sus trabajos de investigación aportar elementos para elaborar y conformar un material de estudio antropológico más americano y por ende original para alejarlo de los manuales de antropología que introdujo la colonización.

(7) Nino Bravo expresa en una bella canción: “Cuando Dios creo el Edén, pensó en América”. La mediocre estupidez junto al afán meritocrático y el individualismo egoísta, incita al medio pelo resentido a renegar de su origen buscando querer ser lo que nunca podrá ser. Sobre esta lamentable realidad se debate el destino de nuestro país hoy.



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