1950: AÑO DEL LIBERTADOR GENERAL SAN MARTÍN

 




*Por Pablo Adrián Vázquez


El paso a la inmortalidad del Libertador del 17 de agosto de 1850 tuvo un funeral que duró tres décadas, al decir de Martín Blanco y Roberto Colimodio en su reciente libro Repatriación de los restos del general San Martín: Un largo viaje de 30 años (1850 –1880). El interés popular sobre Don José no decayó durante el Patriciado, máxime cuando Bartolomé Mitre editó su magna obra sobre él, hasta los festejos del Centenario.

Hubo, sí, un período en donde parecía que nada nuevo se podía aportar sobre su figura hasta que en 1933 se crea el Instituto Sanmartiniano, a instancia de José Pacífico Otero y un grupo de estudiosos, los que editan una revista de 1935 a 1939. En paralelo los estudios de Ricardo Levene y otros historiadores de la Nueva Escuela Histórica, nucleados muchos en la Academia Nacional de Historia, reforzaron el interés por el legado de San Martín. Así como el Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas, surgido en 1938, abordó la relación del Libertador con el Restaurador de las Leyes y el legado testamentario de su sable corvo.

En los gobiernos de facto de la Revolución del 4 de junio de 1943 se resaltó asiduamente la figura de San Martín. El Padre Leonardo Castellani refirió, en un texto circa 1943 publicado en la Revista del Instituto de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas N° 36 (1994): “Ahora viene el general Ramírez y dice que el fin de la escuela es hacer niños semejantes a San Martín. Eso es algo y aún bastante. “Serás lo que debas ser o sino no serás nada”. Eso ya lo sabíamos, pero la mayoría de los argentinos se contentaban, hasta ahora, con no ser nada. Pero la figura concreta de San Martín no es una máxima abstracta, es una silueta prócer rodeada de un halo de hermosura moral. Sólo lo hermoso se ama, sólo lo que se ama se imita. Pero a San Martín no todos lo podemos imitar: fue un jefe genial, hizo la guerra con éxito, tuvo la ética de su oficio y la tranquilidad religiosidad de su estirpe; y el acto heroico de Guayaquil muchos niegan que haya sido un acto heroico: lo sospechan una defección debida a la falta de fuerzas. (Retirarse no es nunca una victoria, aunque puede ser una necesidad). Después vivió unos años en Boulogne y murió en el exilio y en la ingratitud, como todos los argentinos que teniendo capacidad de estadistas han amado a la Patria. Tal vez eso fue lo realmente heroico no a la manera homérica sino a la manera cristiana: el sacrificio”.

Un integrante del elenco gubernativo le daría una valoración especial al Libertador: el coronel Juan Domingo Perón. Desde su formación castrense destacó la visión estratégica de la campaña libertadora de San Martín, y su dimensión militar y política a nivel suramericana. Ya en la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino, siendo primero alumno y luego como docente, Perón elaboró una variedad de textos propios sobre el Gran Capitán y la gesta sanmartiniana en: Campañas del Alto Perú. 1810 –1814 (1927); Apuntes de historia militar. Parte teórica (1932); La idea Estratégica de San Martín en la campaña de los Andes (1938); y Antecedentes de la Campaña Libertadora del General San Martín, desde 1814 a 1817 (1941), el cual permaneció inédito y fue rescatado por Manuel Urriza en San Martín y Bolívar vistos por Perón (2007).

Fue una constante la mención de San Martín en los discursos de Perón como vicepresidente, ministro de Guerra y secretario de Trabajo y Previsión, en particular en la conferencia pronunciada en el Colegio Nacional de la Universidad de la Plata, Significado de la Defensa Nacional desde el punto de vista militar, del 10 de junio de 1944, que fue nodal para esbozar su proyecto político para un modelo nacional de desarrollo industrial de posguerra.

Como política de Estado dispuso, en el marco de la conmemoración del 100º aniversario del fallecimiento del General José de San Martín, realzar en 1950 la figura del Gran Capitán en sus aspectos políticos, militares y morales como arquetipo de la argentinidad. Perón tomó a San Martín, en paralelo con su proyecto político y su modelo de Estado, para situarlo como mito fundante a nivel histórico en paralelo con la realización de la Nueva Argentina en el marco de la revolución justicialista.

Se sumó el hecho de nacionalizar el Instituto Sanmartiniano como organismo del Estado y promover la figura de San Martín en ámbitos académicos, culturales y políticos, en particular del peronismo y del movimiento obrero organizado.

La ley 13.661, promulgada el 24 de octubre de 1949: “Declárase Año del Libertador General San Martín al próximo año 1950 en rememoración del primer centenario de su tránsito a la inmortalidad. (…) Desde el día 1º de enero hasta el 31 de diciembre del año 1950 todos los documentos oficiales (…); los títulos y diplomas expedidos por los institutos de enseñanza (…); las notas diplomáticas y las fechas y colofones de los libros, periódicos, diarios y revistas y toda clase de publicaciones (…) serán precedidas por la denominación Año del Libertador General San Martín, al indicar el año 1950”.

Ella instruyó la creación de una comisión Nacional de Homenaje, presidida por el propio perón junto a miembros de su gabinete, legisladores, rectores de universidades, miembros de las fuerzas armadas, del clero y de la CGT, amén de imponer la frase “Año del Libertador General San Martín” en todo texto y publicación de dicho año.

El 1° de enero de 1950, al declarar iniciado el “Año del Libertador General San Martín” el propio Perón expresó: “Dios ha querido que sea yo quien en este acto, como presidente de la Nación, interprete al pueblo argentino y exprese su pensamiento, sus sentimientos y su actitud en esta hora, frente al recuerdo cada vez más luminoso y cada vez más fecundo del Gran capitán. Esta tarea resulta grata para mi corazón.

Desde el día que abracé las causas de mi pueblo no he hecho otra cosa que tratar de interpretarlo leal y sinceramente”.

Empezando en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y cerrándolo en el teatro Independencia de Mendoza, dicha evocación oficial - que abarcó todos los aspectos de la vida cultural y social de ese tiempo - tuvo su apoteosis en el desfile del 17 de agosto en Buenos Aires, encabezado por el propio Perón con su caballo pinto, tal como se observa en el folleto de época Desfila la Argentina que soñó San Martín.

Tiempo después la figura de San Martín siguió siendo utilizada por Perón en sus clases de la Escuela Superior Peronista, compiladas en Conducción Política (1951), y en la mayoría de sus discursos y escritos, sea en sus dos presidencias, en el período de su exilio pos golpe de 1955, y en su retorno al país en los ´70, hasta su fallecimiento en 1974.


*Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Secretario del Instituto Nacional

Juan Manuel de Rosas.

Comentarios