¿CUAL ES LA IDEOLOGÍA PERONISTA?


*Por Daniel Di Giacinti



Un nuevo concepto ideológico


De acuerdo con una visión tradicional, uno podría esperar una respuesta del tipo: “Es una especie de socialismo nacional, o es una democracia cristiana con acento en lo popular”, o algún enunciado similar. Es decir, una identificación con un pensamiento político que defina la situación y proponga desde lo ideológico su solución, marcando un camino a seguir. La respuesta de Perón era distinta: no hay ideologías cerradas o abstractas a alcanzar, ni etiquetas predefinidas, la identidad ideológica de la revolución dependerá de una acción creativa colectiva y permanente de la comunidad. Los aspectos teóricos que definan los pasos a seguir no pueden ser resueltos de otra forma que con la organización política popular, porque a este hombre nuevo no se le puede anular el proceso creativo de la norma que es, en definitiva, lo que le brinda la maduración cultural necesaria para su liberación. Esto era la revolución, ya que significaba el nacimiento de una nueva ética para el hombre, basada en una moral social que era construida día a día en esa participación política junto a su comunidad. El grado de ética de esa comunidad estaría dado por el grado de solidaridad que se pudiera alcanzar resolviendo en conjunto los problemas de injusticia que el egoísmo entre los hombres había creado. Era una revolución trascendente.

La Comunidad Organizada: un llamado

Por eso La Comunidad Organizada no define el objetivo a alcanzar en términos abstractos, sino que es simplemente un llamado, una convocatoria a la liberación, primero individual y luego comunitaria. En este camino intenta retomar como orientación filosófica el perdido rol pedagógico de la ciencia política, y trata de ser una interpretación que, más que deslumbrar por descubrir “la verdad” de los problemas del hombre, redescubre sencillamente al hombre y anuncia que sólo la organización de la comunidad podrá permitirle ir descubriendo “esa verdad”. El desarrollo del texto explora las razones del desvío en esa búsqueda de la sociedad en términos históricos y filosóficos, y abre la esperanza de encontrar el equilibrio perdido entre el hombre como individuo y su comunidad. A la par, pronostica la inviabilidad del camino del materialismo, que desemboca en el liberalismo o en el marxismo. Perón anuncia claramente que no le es posible al hombre construir una nueva moral a partir de una exégesis puramente científica. Anticipa con precisión la tremenda crisis terminal del capitalismo actual, en el que la infamia de sus estructuras financieras, replicadas en todo el mundo occidental, involucran en una actitud inmoral rayana con la delincuencia común a miles de sus cuadros de conducción e instituciones financieras y bancarias. Demuestra también como improcedente la lucha de clases para resolver la injusticia entre los hombres, adelantándose en más de cincuenta años a las crisis del marxismo dogmático. Destaca, en consecuencia, que no se trata sólo de denunciar la cruel explotación del capitalismo y la perniciosa ideología de su escuela individualista, sino de construir un poder político que la supere en carácter moral y ético. Y anuncia que los problemas de la injusticia sólo podrán ser resueltos por los pueblos cuando asuman la conducción política de sus comunidades y, desde esa nueva autoridad, impongan las soluciones que correspondan en el marco de una nueva ética y una moral revolucionaria. Por lo tanto, el camino revolucionario no debe circunscribirse a la denuncia de la injusticia y explotación capitalista (hoy de una evidencia inapelable), sino que debe garantizar la construcción de un poder político que pueda eliminarla. Para eso debe construir una alternativa que dé lugar a las potencialidades del Nuevo Hombre de la hora de los pueblos.

Como dignos hijos del positivismo, estamos acostumbrados a encontrar la mística de las acciones políticas en un objetivo abstracto a lograr, definido por una interpretación ideológica predeterminada, para proyectarnos luego en el sendero de esa lucha con una visión de nuestras propias vidas. Nos imaginamos a nosotros mismos en ese camino liberador, que nos brinda esperanza y nos da seguridad, generando la fuerza motriz de nuestras acciones militantes.

La Comunidad Organizada nos da nuevos parámetros para reencontrar esa mística desde una óptica distinta. El desplazamiento de nuestra fe hacia lo ideológico fue producto de una desviación lógica y necesaria, pero al fin incorrecta. Perón supo demostrar que es posible la corrección adecuada para que esa fe vuelva a surgir, no de una elucubración intelectual con un fin desarrollado en sí mismo, sino de una convicción profunda sobre el Hombre Nuevo como reflejo de entidades superiores. Una fe que encuentra su mística, más que en un idealizado objetivo a alcanzar, en el sentirse parte del momentáneo y diario desarrollo de la decisión revolucionaria de un pueblo, que con una acción creativa dinámica y multitudinaria va construyendo una realidad más justa.

La Comunidad Organizada es entonces el escrito que traza el camino revolucionario de la autodeterminación popular.

Comentarios