EL FRÍO NO PUEDE SER






Cómo ríen los niños


tan sutiles como suspiros

cuando escuchan y no tienen oídos para el lamento

espíritus disueltos en el aire

juegan y juegan en la vereda

mientras sus padres hacen equilibrio

sobre una cuerda destemplada

quizá algo quede en la memoria.



Cómo recuerdan el futuro los niños

sus memorias custodian el silencio

de sus cunas cercanas

recuerdan el recuerdo que aflora

cuando los tambores redoblaban

y el arrorró se llenaba de callada voz

como si dentro de la música existiera

un silencio oculto por lo que vendría.



Cómo sueñan los niños

el murmullo de la alegría del bosque

donde no existe el final del caer

sus lenguas les pertenecen

su lenguaje es de los viejos abuelos

su todo llega parcial

llama que quema en la oscuridad

del adelantado despertar.



Como retienen los niños

cuando la boca cocida se llena de voces

sus deseos de abrir los oídos atentos

como si fuera una espera

frente a un ejército de ruidos necios

ante la merma de hechos ladeados

que siempre impiden la llegada al puerto

en ojos mirando hacia otro lado.



Cómo berrean los niños

ante el mutismo del no saber

agolpándose en el no regreso

el abrigo está vacío

la vereda es muy fría

la pancita cruje

mientras el sol siga cayendo

habrá una voz escondida en el silencio.



“A nuestra vida la han cambiado”.





Juan Disante



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