EL ASESINATO DE PERÓN


*Por Pablo A. Vázquez



“…el presidente Perón murió como consecuencia directa de su desatención”

Enrique Pavón Pereyra



Militar y docente, conductor y político, Juan Domingo Perón fue el intérprete de un sentido histórico nacional. En una época de corrupción política y sometimiento al Imperio Británico, canalizó entre 1945 a 1955 las esperanzas de aquellos y aquellas que buscaron el pleno empleo, el despegue industrial, la integración social y su dignificación como trabajadores y trabajadoras.

Ellos y ellas encontraron en él su referencia política cultural eterna… a su guía.

Derrocado en 1955, su retorno por el poder popular en 1972 – 1973 significó un hito liberación que aún motiva.

Antonio Cafiero, en sus memorias, reflexionó: “Perón tuvo que enfrentar la falta de comprensión de su propuesta de unidad nacional y de revolución pacífica. Desde distintos sectores, aparentemente opuestos, las acciones terrorista pretendían socavar al gobierno constitucional y popular… el 1º de julio de 1974, Perón nos dejaría para siempre”.

Lorenzo Pepe, en su libro A Buril y Martillo. Testimonio de una vida militante, reflexionó: “La muerte de Perón fue dolor puro. El dolor de la pérdida, de la partida, más el vacío del “ahora qué hacemos sin Perón’”. Fue como si muriera un padre joven y dejara a toda una familia desamparada. En ese momento no sólo no teníamos más a nuestro Líder, sino que además empezábamos a vivir la nostalgia de no tenerlo”.

Pudo preverse el fatal desenlace? La edad avanzada del Presidente pudo alertar a muchos, pero con cuidados especiales hubiese tenido una sobrevida considerable. El problema fue la intención aviesa de “adelantar” su muerte.

Y el responsable directo fue José López Rega y sus secuaces, bajo el arbitrio de la criminal logia masónica Propaganda 2, liderada por Licio Gelli.

Enrique Pavón Pereyra, en Asesinato de Perón. Cronología de la conspiración que marcó nuestra historia, lo afirmó sin tapujos: “Fueron pocos, pero lo suficientemente cercanos a Perón, los que tejieron las ínfulas de intriga cuasi palaciega desde la cual aprovecharon las circunstancias clínicas y psíquicas de su fatigada salud para desmembrar su figura corpórea, cuidadosos empero de no violentar el prestigio o el carisma que detentaban, y del que demencialmente se creían en derecho de heredar”.

Fue López Rega quien impedía o dificultaba el acceso a los doctores Domingo Liotta, Pedro Cossio y Jorge Taiana, para auxiliar a Perón, pretendiendo que fuese Pedro Eladio Vázquez quien estuviese a cargo de su salud junto a la atención esotérica del “Hermano Daniel”, tal como se autodenominaba el “Brujo” demencial. Vázquez colaboró, según Pavón Pereyra, con el plan de López Rega y estuvieron en todo de acuerdo, hasta que tiempo después ambos confabuladores se distanciaron por sospechárselo a Vázquez, secretario de Deportes de la Nación y lejano director de la Escuela Superior Peronista en los años ‘60, relacionado sentimentalmente con la Presidenta Martínez de Perón.

También los médicos españoles José Flores Tascón y Antonio Puigvert sufrieron la intromisión de López Rega, alegando que con sus influjos mantenía la buena salud del Faraón, tal como Rega denominaba a Perón, sosteniendo delirantemente que el Líder justicialista era la reencarnación de un rey egipcio.

Pavón Pereyra, citando unas memorias del ministro de Economía José Ber Gelbard, atribuye a Rega: “que no vacilaba en retirar medicamentos prescritos por los médicos de cabecera del extinto teniente general Perón, como parte del accionar extorsivo del cuestionado entorno”. Y, sobre los remedios, relató de forma escalofriante: “Estos desaparecieron misteriosamente. Al sufrir dolencias por la falta de medicamentos, Rega indicó al General que eran señales de los astros por la negativa de Perón a cierta designación solicitada. Cuando Perón accedió al nombramiento, los medicamentos retornaron a su sitio en la Casa de Gobierno”.

Afirmó el historiador: “de común acuerdo con Isabel, el Brujo organizaba horarios y actividades de modo de dejarlo almorzando, cenando, merendando sólo, no le hablaban, no le pasaban llamadas, y al fin el viejo caudillo acudía cabizbajo proponiendo concordia cedía y accedía a las demandas de los extorsionadores”.

El jefe de la custodia Juan Esquer y el jefe de la policía Federal, coronel Iñiguez, intentaron separar a López Rega sin obtener éxitos. En una de las crisis de salud de Perón más grave, donde estuvo a punto de morir, entre el 21 y 22 de noviembre de 1973, donde intervino el Dr. Cossio, el propio Esquer lo fue a buscar para atenderlo en la residencia de Gaspar Campos e impidió “a punta de pistola” que López Rega se entrometiese. Eso generó la recuperación de Perón pero la venganza del Brujo contra el equipo de Esquer, soldados y suboficiales que participaron del levantamiento de Valle de 1956 y que se juramentaron defender al Líder con su vida.

Porfirio Calderón, sargento tanquista en los sucesos de 1956, se ofreció a terminar con López Rega: “El General era como mi padre – me confesó tiempo antes de fallecer – y si me hubiesen dado la orden mataba al Brujo con mis propias manos. Él mato a Perón!”.

La exigencia física a Perón en sus viajes al duro clima del Paraguay y de Punta Alta, más disgustos por el asesinato de José Ignacio Rucci y el accionar de Santucho y el ERP, que minaron su salud mortalmente.

El destino de López Rega, como el de Gelli y otros conspiradores, fue la cárcel y el eterno repudio.

Dos meses antes de su muerte Perón anunció el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, cuya base fue recuperar al hombre y sus valores, donde la Argentina es el hogar.

A las tres banderas justicialistas: Soberanía Política, Independencia Económica y Justicia Social, le anexó la de Cultura Nacional. La síntesis de las mismas, expresada en la Tercera Posición – potenciada esos años con el Tercer Mundo – se complementó con la evolución a través del Continentalismo y Universalismo.

Incorporó la cuestión ecológica y racionalización de recursos naturales como política de Estado. Se contempló el papel de los medios de comunicación y se potenció el aspecto científico – tecnológico, interactuando con lo económico, lo político y lo social.

Planteó formas más amplias de institucionalización, a través de la Democracia Social y la participación de las instituciones intermedias en el marco de la Comunidad Organizada, a saber el mismo gobierno junto a partidos políticos, intelectuales, empresarios, Iglesia, Fuerzas Armadas y trabajadores, remarcando el rol fundamental de la mujer y la juventud.

El contenido del mismo mostró cabalmente la dimensión de estadista y adelantado a su tiempo, a vez que, dolorosamente, enseñó que el haber descontinuado su obra tuvo consecuencias irreparables.

Perón: figura política del siglo XX, epónimo de una época y catalizador de anhelos de millones de argentinos que mantienen vivo su legado.





* Licenciado en Ciencia Política; Docente de la UCES; Miembro del Instituto Nacional Eva Perón; y Secretario del Instituto Nacional Juan Manuel de Rosas.

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