ADIÓS A ALFREDO CARLINO, EL POETA DE PERON



*Por Analía Ávila

Don Alfredo Carlino murió el domingo 25 de marzo a los 85 años, había nacido un 17 de octubre de 1932 y esa fecha histórica signó su vida. “El poeta de Perón” publicó varios libros, entre ellos: Evita: del 17 de octubre a la caída; Bailarín canyengue; Buenos aires tiempo Gobbi y Poemas. 50 años con la poesía, que es una antología publicada en 2008.

Era habitual encontrarlo a Carlino en la Feria del Libro y en los recitales de poesía, en esos reductos y bares que conocen los que aman escuchar y leer poemas. Carlino declaró: "Siempre escribí mucha poesía, sobre todo en los tiempos de los militares; estaba muy mal, escapándome de un lado para otro, me costó recomponer todo eso. Jamás renuncié a mi compromiso con el pueblo, ni siquiera en los peores momentos".

Con la lectura de sus poemas se puede recorrer su apasionada vida y la historia del país. Con un lenguaje popular cuenta historias de su militancia, con homenajes a Perón, Evita, “los grasas” y la Resistencia Peronista. También está presente el barrio con los cafetines, el vino y los clubes. Menciona a escritores como Roberto Arlt y a cantores de tango como Julio Sosa, Homero Manzi y Roberto Goyeneche de quien dijo: “al advertir su eternidad/ se murió de sonrisa, de metafísica/ y volvió a cantar como un extraviado pájaro”. También están retratados en sus versos los ídolos populares como Diego Maradona, José María “el Mono” Gatica y toca temas como la nostalgia, el exilio y los desaparecidos.

Tanguero de ley, entre sus incontables anécdotas Carlino contaba que el poeta y periodista Homero Manzi era su amigo y que una vez que estaban sentados en un bar, alguien se acercó y le preguntó a Homero qué hacía con el “che pibe”. Entonces Manzi le respondió que tuviera más respeto por el “che pibe” porque había hecho el 17 de octubre y que además era el boxeador del barrio.
A comienzos de los años 60 dirigió el grupo “Monoblock del sur” que se propuso vender libros en las canchas de fútbol, para poner la cultura en la calle. Editaron libros y ofrecieron recitales de poesía. El nombre del grupo se debió justamente al monoblock, edificio de varios pisos donde vivían varias familias, un lugar emblemático que comenzó a surgir a partir del gobierno peronista. En Avellaneda se habían levantado torres cerca de las canchas de fútbol, sobre las calles Alsina y Díaz Vélez.

Don Alfredo fue protagonista y memoria viva del 17 de octubre de 1945, convocando a obreros y estudiantes. Personajes como Arturo Jauretche y Raúl Scalabrini Ortiz lo apodaron “la mascota del 17” ya que en ese momento tenía trece años y era un militante nacionalista, todavía no había nacido el peronismo. La militancia política para Alfredo Carlino siempre fue sinónimo de la lucha contra el imperialismo. Participó en forma activa en la Resistencia Peronista y sobrevivió a los bombardeos sobre la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955.

Tanto era el cariño que le tenía Juan Domingo Perón, que mandó a hacer un retrato de Carlino desde su exilio en Madrid, que aún se conserva en el Museo de Perón, en Lobos. Periodista y gran memorioso, Carlino fue consultado para que haga su aporte en el documental de Leonardo Favio, Perón, sinfonía del sentimiento, film sobre la historia del peronismo.

El poeta tuvo numerosos reconocimientos a lo largo de su vida. El 4 de diciembre de 2003 la Legislatura de la Ciudad lo declaró Ciudadano Ilustre. El 17 de octubre de 2014, día de su cumpleaños, se inauguró en Avellaneda el Centro Cultural que lleva su nombre. Y en Wilde desde 2015 hay una calle llamada Pasaje Peatonal A. Carlino, inaugurada en un acto del que participó el intendente Jorge Ferraresi.
Recordamos su poema “El militante” donde plasmó las más justas palabras sobre lo que significa el ardor de militar, y que hoy también son un recuerdo de su vida:

El militante:

Al poeta amigo y compañero
Paco Urondo, muerto por
defender sus ideales.



El militante

cuando se esfuma
saqueado en sus latidos
se lleva lo soñado
se va diluyendo
para hacerse ave.
Sus ojos
alucinan a la noche
encendiendo el fragor
en la luminosidad.
Lentamente,
percibimos el canto
racimos de la floresta
en pétalos de la rebeldía.
El militante
sigue musicando
la calle y el sueño.
El ardor
es lo que se renueva
en la espuma de su antigua mirada,
para volverse a quedar
en los aromas.
El militante vive
en los otros
y se queda
alumbrando a los que llegan.


Fuente: APU

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