16 DE JUNIO DE 1955, "LA OTRA HISTORIA"


*C.A.B.A., Argentina, UNASUR-CELAC, EL EMILIO, Historia Nacional, de nuestra redacción.

*Por Victor Leopoldo Martinez
“Al Cumplirse un aniversario más de aquella trágica y luctuosa jornada del 16 de junio de 1955, “Corbata”, militante peronista del campo popular y un pedazo de historia viviente de estos últimos 50 años, nos cuenta la experiencia por él vivida en esa jornada.”[Copete del reportaje aparecido en EL EMILIO –versión impresa- de 2005]



“Lo que estaba pasando en Plaza de mayo el 16 de junio, me sorprendió en mi lugar de trabajo, en el Policlínico Eva Perón que pertenecía a la fundación Eva Perón y estaba allá (señalando hacia el norte), en San Martín, en Ruta 8 y Diego Pombo; policlínico que después de la caída de Perón le cambiaron el nombre por Policlínico Castells”.

Así comenzó su relato “Corbata” en aquel reportaje que salió publicado en el Nº 6 de Junio-Julio de 2005 de nuestra revista EL EMILIO en su versión impresa cuya tapa aparece más arriba.

Fue uno de los reportajes que más me conmovieron entre todos los que hice en mi vida profesional de periodista. No fue para menos por el afecto y la admiración que sentía por él. Fue un extraordinario compañero Peronista. Tipo sencillo y humilde pero de una claridad ideológica y una memoria digna de toda admiración, vivía de lo que cobraba, una simple y mínima jubilación. No tuvo la suerte de gozar de los beneficios que hoy tenemos los jubilados porque decidió partir antes para encontrarse con todos los otros “ILUSTRES DESCONOCIDOS” que hicieron la verdadera historia de nuestra PATRIA en los últimos 50 años.

EL EMILIO todavía salía en su versión impresa y “Corbata”, fanático de nuestra publicación y compañero de militancia en la recordada “Agrupación Catulo Castillo” junto a Rodolfo “El Ruso” Labella, Eladio “Tate” Martínez y Carlos Magliano, era un compañero más en nuestra redacción. Eduardo Antonio Corbalán -su verdadero nombre y apellido-, había nacido en la Provincia de Tucumán un 5 de noviembre de 1937; tenía apenas 17 años cuando le tocó vivir los espantosos sucesos de aquel 16 de junio de 1955.


“Estábamos escuchando la radio y así nos enteramos de lo que estaba pasando en la Plaza de Mayo. Junto a otros compañeros decidimos venir para acá, a Buenos Aires, y unos camiones nos acercaron a la estación de San Martin. Allí nos tomamos un tren que paró en muchos lados, y por lo que se veía y escuchaba, en Retiro había un kilombo de trenes bárbaro, así que con los muchachos nos tiramos del tren y empezamos a caminar y caminar.

Llegamos a Buenos Aires y entramos derechito por Paseo Colón hacia la Plaza de Mayo. Yo veía mucha gente que iba hacia el lugar, otros que venían corriendo y gritando, todo esto en los alrededores; venían desde la plaza. En ese momento tuve mi primera experiencia, un tanto extraña para mis 17 años, pero que me marcó mucho. Allí, en Paseo Colón estaban saqueando una armería gente muy indignada, la mayoría sacaba armas y encaraba para la plaza de vuelta; pero otros sacaban otras cosas, cañas de pescar, faroles y … qué se yo; y enfilaban para el lado de Retiro. Yo trataba de recriminarles. Les decía “no, compañeros, hay que ir para allá” señalándoles la plaza. En ese momento, al verme que me estaba enojando, me agarró un compañero veterano y me dijo -“Vení, pibe, vení”, como tratando de decirme que esos no estaban en la nuestra. Con el tiempo y esta experiencia me di cuenta que en los grandes movimientos también había gente que estaba en otra.

Yo siempre me acuerdo de una anécdota que contaba Perón; “yo participé – decía Perón – de una Revolución y cuando entraba a la casa de gobierno salía un tipo envuelto en una bandera Argentina gritando ¡Viva la Patria! Y debajo de la bandera llevaba una máquina de escribir”.(Hecho narrado por Perón en referencia al golpe del “30”)

“Pero volviendo al 16 de junio, yo pude llegar únicamente hasta los alrededores de la plaza, porque no te dejaban pasar, pero se escuchaban muchos gritos y gente que salía herida, llorando, y también se veía salir a las ambulancias y micros con los heridos, con los muertos, vaya uno a saber qué llevaban adentro.

Retrocedimos hasta la avenida Corrientes y algunos nos juntamos alrededor de una radio, que estaba en un auto, había una pelotera de gente que queríamos enterarnos de lo que estaba pasando; cuando en un momento me acuerdo que vimos que se venía un Gloster, que fueron los aviones que usaron para atacar constantemente, y venía en vuelo rasante y meta disparar, ametrallando el hijo de puta, y se armó un kilombo, empezamos a rajar, y yo aparecí en el Hotel Yusten o algo así, ¡Que todavía existe! . Está en Corrientes al 300; aparecí en el primer piso de ese hotel y cuando entré al baño vi un montón de espejos, y los pisos del baño alfombrado, imagínate lo que fue para mí, yo era un pibe y nunca había visto eso, eran mis primeras experiencias políticas y sociales y aprendí a ver las diferencias.

Después, en la calle, vi a la gente de la Alianza Libertadora, con sus brazaletes, abriendo paso para que pasen las ambulancias. Luego me acuerdo que habló Perón, llamando a la calma y leyó el decálogo del soldado argentino. Eso lo escuchamos por radio.”

Le pregunté la hora exacta del bombardeo:


“Cuando escuchamos en la radio del policlínico sobre lo que estaba pasando en la plaza, serían las doce y pico del mediodía. Nosotros llegamos a los alrededores de la plaza a las catorce y pico. El barrido principal del bombardeo fue a eso de las trece y creo que duró unos veinticinco a treinta minutos. Lo que yo ví además fueron los vuelos rasantes de los Gloster que siguieron por largo rato. Por lo que yo pude ver, me acuerdo que había gente puteando, gritando hijos de puta, pero había otros que estaban bien empilchados, como que sabían lo que iba a pasar, como si estuvieran esperando órdenes. En la plaza y los alrededores había de todo por la hora en que se produjo.

Eran momentos de mucha confusión. Se hablaba de los muertos, de un micro con chicos que había recibido un bombazo. Nadie sabía si Perón estaba vivo. La gente que venía para la plaza para defender a Perón, lo hacía por Paseo Colón, las columnas de trabajadores que venían del sur caminaban por esa calle, pero casi ninguno pudo llegar. Al atardecer era todo desolación. Me acuerdo que cuando quise pegar la vuelta para mi casa, yo vivía en Caseros, en el barrio Evita, me pasé pateando casi toda la noche, porque los trenes no salían de Retiro, estaban ahí, todos amontonados.

Cuando ese día comenzó a oscurecer, fue que vi a la gente que empezaba a armarse con palos, con lo que fuera y comenzó a salir a la calle.

Todo el mundo habla, se acuerda de la famosa quema de las iglesias, pero nadie habla o se acuerda de los cientos de cumpas de compañeros que quedaron culo pa’ arriba en la plaza carajo. (Dicho esto con mucha bronca y ojos un tanto humedecidos)

Me acuerdo que fue un día gris, lluvioso; yo me volví pa’ Caseros y llegué como a las doce de la noche. Unos días después, en el barrio, velaban a tres compañeros; decían eran portuarios. En realidad coincidía con lo que yo había visto cuando estaba en los alrededores de la plaza. Los trabajadores del puerto fueron los primeros que acudieron a ayudar a Perón, por la proximidad que había con la casa de Gobierno. Y allí se podía escuchar, yo ví y escuché, como tiroteaban; los tiros venían del Ministerio de Marina. Allí había tanques, y los tipos de la marina tiraban. Los trabajadores portuarios tuvieron una participación importante en aquellos momentos en la defensa de nuestro gobierno y de Perón.”
Día luctuoso para el país pero fundamentalmente para nuestro pueblo.

Dos meses después de la desaparición de Julio Lopez, a quien “Corbata” conocía, decidió quitarse la vida. Un compañero que tuvo el día anterior con él nos confesó que le había manifestado en relación a Julio López: “Ahora vienen por mi; a mi no me agarran.”.

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