CAGARSE EN PERON

*Por Gabriel Erviti

La militancia política no es una estudiantina jovial que se divierte alegremente con el énfasis de sus discursos, ni nutre su ego, mesa y tentempié de por medio, con discusiones ardorosas.

Esto es política, y en el medio está el pueblo, que dependiendo de las decisiones que se tomen será más o menos feliz.

Por estos días nos desayunamos con el enojo furibundo de quienes otrora (hasta hace apenas días atrás) eran filosos espadachines K.

La noticia del apoyo a la candidatura de Daniel Scioli y Carlos Zaninni, despertó la ira en aquellos.

Ahora, algunas preguntas:

¿Es este el momento para despotricar?

¿Es preferible quedarse afuera, que brindar nuestro apoyo a esta fórmula y las listas?

Pero hoy, decía, la pureza de su purismo ideológico, los ha enfrascado en “Su” realidad diminuta.

Primero está la patria, después el movimiento y por último los hombres, gran premisa que nos dejara el General, que muchos, quizás por su origen no peronista (Y el capricho de no querer ceder), no logran entender.

Dentro de nuestro propio espacio aparecieron algunos enojados, unos con Cristina por la decisión de la fórmula, y otros con Randazzo por su negativa a la gobernación.

Negativa que sin dudas fue un error, pecado de individualista, pero lejos está de ser Randazzo lo peor que le haya pasado a nuestro movimiento.

En lo personal, siendo que anduve metiendo un poco la nariz en las estructuras del randazzismo, no estuve seguro de si Florencio estaba completamente decidido a participar, ya que no me encontré con una fuerte intención de construcción política por parte de sus allegados en nuestra zona. Esto me hacía pensar que quizás no estaban tan dispuestos a jugarse todas sus fichas, pensando en un posible desenlace negativo de sus aspiraciones.

Por eso la sorpresa. No parecía que la campaña fuera más allá de los medios, recelando un poco de la construcción territorial.

Ahora, de ahí a hacer leña del Florencio caído hay un trecho bastante largo, que tenemos que repensar.

Tenemos sobre la mesa una gran resolución de la presidenta, que posiblemente, con contundencia, nos dé un escenario de victoria en las presidenciales.

Me pregunto:

¿No fue de grandísima ayuda la decisión, aunque solitaria pero potente, de Florencio Randazzo por la disputa del sillón de Rivadavia?

Quien esto escribe, sostiene que sí.

No es la misma instancia de negociación con un Scioli, solitario en punta, que con un Scioli en disputa con un Randazzo equilibrando (en más o en menos, pero haciéndose fuerte) la balanza del FpV.

No es un secreto para nadie que Scioli no es un hombre del riñón del Kirchnerismo. Fue siempre un aliado. Más peronista, menos peronista, más transformador, menos transformador, más cercano, más lejano, más fiel o menos fiel, pero un aliado al fin.

Quizás no sea Scioli de nuestras mayores preferencias, quizás tampoco lo sea Randazzo, quizás si lo sea un Urribarri, un Rossi, o cualquier otro compañero de los que se haya postulado. Pero la realidad política es otra cosa.

Para hacer un guiso de liebre, decía Perón, lo primero que hay que tener es la libre.

Perón quería significar con esto que para tomar una decisión, primero hay que tener la materia fundamental en nuestras manos.

O más claramente, como decían algunos compañeros en los sesenta y setenta, el conductor es un cocinero, y la realidad es la heladera. El cocinero va a la heladera, toma todo aquello que tiene a mano, y con eso construye lo mejor que puede.

La realidad, como la heladera, tiene determinadas condiciones, determinadas cosas, con eso tenemos que hacer algo, porque es lo único que tenemos a mano.

Lo que está, lo que hay. Fuerzas en presencia las llamaba Perón.

En esta sintonía, clase magistral de conducción mediante, Cristina decidió, y este humilde escriba se atreve a decir que no se equivocó.

¿Qué la nueva presidencia va a ser una remake de la toma del Moncada? Seguramente que no. Tampoco será una nueva presidencia de Néstor o Cristina.

Pero cuesta pensar que estaremos a la puerta de un nuevo período liberal. Por varias razones, entre ellas, el armado de las listas por un lado, el liderazgo genuino de Cristina por el otro, y en el centro de la escena la inestimable afinidad del pueblo con los logros alcanzados.

Hay que creer con fe y con convicción en estos años de kirchnerismo, y en ese profundo renacer del peronismo, con un fuerte anclaje en las bases populares, reconocer como tendido un camino que no va a ser tan fácil desandar. Son estos los momentos en que hay que estar, defensores y custodios del proyecto. Si nos vamos, ahí si estaremos entregando el Proyecto a las manos del capitalismo salvaje y sus cipayos de adentro. Si nos quedamos, a pesar de los grises y los sin sabores, todos juntos, con el pueblo en esta etapa de maduración histórica, y con la clara conducción de Cristina, lejos estaremos de perder la batalla.

Si nos quedamos, hay mucho por hacer. Si nos vamos, no arriesgamos y nos salvamos de entrar en contradicción (dilema tan caro a la progresía Argentina), con el dedo acusador listo para señalar, porque seguramente no “perderemos”, porque la miraremos impolutos desde afuera, y siempre, pero siempre, encontraremos algún error para marcar. Pero, compañeros y compañeras, si nos vamos, el que pierde, irreductiblemente, es el pueblo, ahí no hay discusión.

A no olvidar muchachos. Venimos a la política a luchar por la felicidad del pueblo y la grandeza de la patria, no para demostrar que sabemos más que los demás, o para marcarle los errores a los otros mirando desde la comodidad de nuestras casas.

También acá nos aparece esa discusión amistosa del bebe Cooke, con el dirigente sindical comunista René Salamanca, donde en un eufórico argumento, por entronizar su postura, le dice Cooke (cito de memoria. Leer "Nunca he visto otro hombre más vivo que éste", José Pablo Feinmann, Fragmento de "La astucia de la razón", editorial Norma.): Yo me cago en Perón, Salamanca. Pero vos y yo lo hacemos de distinta manera, porque yo lo hago desde adentro, desde el posicionamiento del movimiento popular. Tenemos que construirle a Perón la realidad. Y Perón, como es un conductor, trabaja con la realidad, y si creamos con fuerza una realidad distinta, Perón, que sabe de estas cosas, no puede dejar de ver y tener en cuenta aquello que nosotros hemos hecho y aportado a la construcción colectiva.

En síntesis. Randazzo se cagó en Perón al lanzarse como candidato (no tuvo ni podía tener públicamente el apoyo de nuestra conductora), lo que fue muy importante para el proyecto, pero siguió con la misma postura al momento de tomarse las decisiones definitivas, que son las que les corresponden a Perón.

Cerrando, cagarse en Perón es posible en el “mientras tanto” de la política, cuando la realidad se está construyendo, cuando todavía estamos dando las cartas, pero en el momento en que las cartas están sobre la mesa, en el momento en que la realidad es lo que es y hay que tomar una decisión, en ese momento, cagarse en Perón, es cagarse en el Proyecto, cagarse en Perón es cagarse en el pueblo.

Vaya mi esperanza para que Randazzo y los compañeros que hoy están disconformes con la fórmula presidencial, en esta instancia, no se caguen en Perón.

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