19 DE ENERO DE 1974: UN GRUPO ARMADO DEL ERP INTENTA “COPAR” EL REGIMIENTO MILITAR DE AZUL A LAS 22:30 HS.

*Por Prof. Daniel Chiarenza

Estrella Roja Nº 29. Órgano de difusión del ERP, explicando el copamiento de Azul.

El 4 de octubre de 1973 estaba todo dispuesto para que 5.000 efectivos del Primer Cuerpo de Ejército y 800 militantes de la Juventud Peronista (JP) iniciaran conjuntamente trabajos en beneficio de la comunidad (¿No será el actual plan que el general Milani le adelantó a Hebe de Bonafini?). Se trataba de limpiar kilómetros de desagües, colocar cañerías, reparar escuelas, intentar darle atención sanitaria a la población. A pesar de todos los prejuicios (era el ejército soñado por el mismo Perón, Mercante y por el Dr. Carrillo en la década de los ´40-´50). Las relaciones entre oficiales y militantes en realidad no fueron nada malas. Pero eso sí, el personal superior cuidó bien que los jóvenes peronistas no tomaran contacto con la suboficialidad y la tropa…

Clausura del Operativo Dorrego: (de izq. a der.) Juan Carlos Dante Gullo, Ángel Robledo, Oscar Bidegain y el general Carcagno.

Finalmente el operativo Dorrego concluyó “… con un acto presidido por el gobernador de la provincia de Buenos Aires y al que asistió el teniente general Jorge R. Carcagno. Estaba prevista la presencia del presidente Juan D. Perón, quien a último momento decidió no asistir”, según nos relata Fraga. Era sintomática la ausencia de Perón.

Bidegain al lado de "San" Jauretche.

El año 1974 –que recién comenzaba- habría de registrar los más elevados índices de violencia política hasta entonces conocidos. El 19 de enero, cerca de la medianoche, aproximadamente un centenar de miembros del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) vestidos con uniformes de fajina, reanudaban su ofensiva intentando apoderarse del Regimiento 10 de Caballería Blindada de Azul en la provincia de Buenos Aires.
Si bien fracasaron en su objetivo de apropiarse del armamento y municiones, resistieron cerca de diez horas la ofensiva de las fuerzas militares regulares y dieron muerte al jefe de la Unidad, coronel Camilo Gay, a su esposa y a un soldado conscripto. Asimismo, se llevaron secuestrado al segundo jefe, teniente coronel Jorge Ibarzábal.

Teniente coronel Jorge Ibarzábal.

El presidente Juan Domingo Perón reaccionó con severidad ante estos hechos. Habló por radio y televisión elogiando al Ejército –al cual él nunca dejó de pertenecer, si no era formalmente, ideológicamente- y afirmando que “estamos en presencia de verdaderos enemigos de la Patria”. No escatimó adjetivos peyorativos responsabilizando al gobernador de la provincia de Buenos Aires, doctor Oscar Bidegain –peronista desde el primer minuto de existencia del peronismo y que tan solo quería defenderse del acechante vicegobernador y por eso se había apoyado en los sectores juveniles-, por lo sucedido: “No es por casualidad que estas acciones se producen en determinadas jurisdicciones; es indudable que ello obedece a una impunidad en la que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible, o –lo que sería peor aún si mediara, como se sospecha- a una tolerancia culposa”.

El auténticamente peronista -más que Perón mismo- gobernador de la provincia de Buenos Aires, Oscar Bidegain.

La última afirmación era muy grave. Hubo movilizaciones gremiales, obviamente de la burocracia sindical a la que perón ya era abiertamente afecto, y los bloques justicialistas de ambas cámaras de la legislatura provincial –dejando a salvo la honrosa actitud de los legisladores que pertenecían a la auténtica Juventud Peronista- exigieron la renuncia de aquel “otrora” leal gobernador. Como se dijo, la juventud peronista, por su parte, procuró defender a Bidegain y organizó una manifestación en su apoyo. También responsabilizó a la estupidez del ERP por lo ocurrido, señalando: “lo que no pudo lograr la derecha enquistada en el seno del movimiento peronista […] lo logra la ultraizquierda al favorecer el cuestionamiento del gobierno popular de la provincia de Buenos Aires”.



Más allá de los interesantes e inteligentes análisis posteriores, lo cierto es que el gobernador debió renunciar el 22 de enero. En principio se pensó en intervenir la provincia, pero luego prevaleció la solución “constitucional” y el vicepresidente (perteneciente a la UOM y digno representante de la burocracia sindical) Victorio Calabró “el Tano” –gran golpeador de cuarteles, se lo haría posteriormente a la mismísima “Isabelita”, con la cual no difería demasiado en opiniones- asumió el cargo vacante, formando un nuevo gabinete.

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