*Por Jorge Rachid
Cuando se menciona “Pensamiento
Nacional” generalmente remite a la historia y dentro de ella, al mal llamado revisionismo
histórico, que no es otra cosa que instalar en el contexto correcto, la visión,
la lectura y la interpretación de nuestra memoria histórica, para deconstruir
el relato de los vencedores de Caseros. Los mismos responsables de la Guerra de la Triple Infamia , los
derrocadores cívicos militares de Irigoyen y Perón, los golpistas del 76, los
genocidas de la dictadura, los avasalladores del pueblo argentino a lo largo de
la historia.
Pero no es eso sólo el
Pensamiento Nacional, porque sería un ejercicio rememorativo y en el mejor de
los casos un cambio de los contenidos curriculares de la enseñanza, lo cual
constituye aún hoy, una hipoteca pendiente y deseable a concretar mas temprano
que tarde. Es mucho mas la construcción del pensamiento, es el sincretismo
integrativo de las diferentes subjetividades que se acuñaron en nuestro país,
desde los pueblos originarios a los mulatos, desde los esclavos libertos a los
hijos de conquistadores españoles, asumiendo su rol nacional liberador, los
inmigrantes de fines de siglo XlX y principios del XX, acoplados al criollo de
nuestras pampas, que dio lo mejor de nosotros en esa síntesis superadora.
Pensamiento que se fue plasmando
al calor de la lucha de modelos de Nación, una lucha que a lo largo de la
historia reciente, confronta las visiones ideológicas eurocentristas con la
perspectiva nacional, expresada antes en la historia, trágica sin dudas, en el
proceso de construcción nacional, desde las epopeyas libertadoras hasta la
concreción de los procesos democráticos, en la confrontación Puerto versus
interior profundo, unitarismo-federalismo, oligarquía nacional representada por
el Gral.Roca, contra oligarquía comisionista inglesa porteñista representada
por Mitre, antes por Carlos María de Alvear, Rivadavia, Del Carril, Florencio
Varela, personalismo y antipersonalismo en los albores del siglo XX, en el
primer movimiento popular expresado por el radicalismo irigoyenista y por
supuesto hasta nuestros días entre el modelo social solidario de Perón,
integrador, policlasista en su expresión de movimiento de liberación nacional y
el antiperonismo colonizador e imperial, generado por las necesidades e
intereses, de quienes apuestan al país agroexportador, de economía primarizada
y demográficamente debilitado.
En ese juego que continúa, se
expresan las corrientes ideológicas de la Argentina , rescatando ahí los aportes de los
pensadores nacionales enterrados y negados por los triunfadores ocasionales, en
cada tiempo histórico. Esos pensamientos, vivos hoy, son los de Artigas y la Patria Grande , Moreno y el Plan
de Operaciones, Estrada, Castellani, Rodolfo Kush, Manuel Ugarte, Fermín Chávez.,
De La Riega ,
Zampay, Carrillo, el Colorado Ramos, Puiggrós, Hernández Arregui. el mismo
Perón impulsor del segundo congreso de filosofía en importancia del mundo del
siglo XX, el Congreso de Filosofía de Mendoza de 1949 y su teoría de la Comunidad Organizada ,
con un pensamiento vigente al día de hoy, en función de las demandas actuales
del mundo moderno. Muchos sin dudas quedaron sin mencionar ya que el camino de
construcción del pensamiento y la acción que lo solidifica, se expresó a lo
largo de las luchas emancipadoras y de búsqueda de soberanía nacional.
No se agota la lista si pensamos
en Discépolo, Homero Manzi, Marechal, Amelia Podetti, Jauretche, Scalabrini
Ortiz, D’Alessandro entre otros, que fueron enterrados de la memoria colectiva por
los dueños del poder usurpador y debemos rescatar, como lo hacen y lo hicieron
los recientemente fallecidos Cirigliano y Porati, además de quienes siguen
batallando como Jorge Bolívar, autor de “Juegos y Teorías de Dominación del
Poder”, Hugo Chumbita y su aporte en “Historia crítica de las corrientes
ideológicas argentinas”, Pancho Pesthana en “Que es el Pensamiento Nacional”,de
donde he tomado el título de la nota, Marcelo Gullo con su libro “La
insubordinación fundante”, Norberto Galasso y su inconmensurable obra, aporte y
compromiso. Por supuesto la omisión supera la intención y mis disculpas por
ello.
En síntesis el Pensamiento
Nacional es una construcción permanente, es la conciencia colectiva del pueblo
expresada en cada momento histórico, construída en el trato cotidiano con el
relato oral, tanto familiar como socialmente compartido, por los hechos
históricos relatados y vividos.
Esa construcción del pensamiento,
siempre fue negada por los portadores de una visión acoplada a los poderes dominantes,
siempre superiores, siempre exactos, frente a pensadores nacionales, que por la
masa crítica que representan, siempre quedan relegados por “la Academia ”, incluso no mencionados
ni considerados. Por algo Arturo Jauretche planteaba, cuando se lo criticaba
por la confrontación histórica revisionista, que era como la carreras cuadreras:
“primero emparejemos y después largamos”. Es que tantas décadas de historia
relatada desde el liberalismo negador de las categorías Pueblo y Patria, no se
modifican desde posiciones académicas sino desde la construcción de nuevos
paradigmas en el seno del pueblo, que en su conciencia colectiva, va creando al
calor de las luchas por su dignidad. Es la “epistemología de la periferia”
descripta por Fermín Chavez en esa definición magistral, que ubica al
pensamiento nacional en el contexto mundial, desde su propia perspectiva
histórica en el marco de Patria Grande y de reflejo cabal de los intereses del
pueblo latinoamericano.
Así fue a lo largo de los
tiempos, que todo lo que provenga del marxismo, liberalismo, social democracia,
social cristianismo, es de consumo habitual, estudio sistemático, reflexiones y
disecciones de pensamientos de contextos históricos lejanos, modelos sociales
diferentes, con comunidades de conformación particulares, alejadas de nuestro
perfil, que son tomadas tipo verdades reveladas, junto a la historia de los
países centrales, conocida por nosotros desde chicos, como si fuese nuestra,
impregnada de intereses económicos colonizadores, en donde la batalla cultural
se presenta como herramienta fundamental en la construcción del nuevo modelo
social solidario del siglo XXl. Siempre se negó la posibilidad de construcción
de un pensamiento que no contuviese esas categorías de análisis, lo hicieron
los pensadores sumisos al poder central, aquellos que no asumen la
epistemología de la periferia de Chavez, que una nueva centralidad es posible.
Los mismos parámetros que negaron
la civilización, organización y humanismo de los pueblos originarios, los que
enterraron las técnicas de aniquilamiento por explotación de riquezas
realizadas sobre el trabajo esclavo indígena, que cuando no alcanzó produjo el
traslado masivo de esclavos africanos, la misma técnica de ocultamiento que
usaron para enterrar la
Patria Morena y condenar a los verdaderos patriotas al
patíbulo, mientras glorificaban los verdugos aliados a los poderes imperiales
de cada etapa. Los que se condenaron a Artigas a muerte por patriota, los que
prefirieron entregar Uruguay al reino portugués , antes que defender la Patria Grande que exigía el
caudillo Protector de los Pueblos Libres, los que subieron a los barcos
ingleses y franceses en la
Vuelta de Obligado, los mismos que hoy apoyan los Fondos
Buitres y las empresas extranjeras, los que propician hoy, endeudarse y
subordinarse a la globalización y la modernidad, la misma gestada por la
arquitectura financiera, extorsiva y codiciosa del capitalismo salvaje.
En esa batalla cultural, se
sintetizan los anhelos y las esperanzas del pueblo argentino y sudamericano,
que han visibilizado su perfil propio frente a las potencias dominantes, desde UNASUR, CELAC y MERCOSUR, habiendo mostrado en
el imaginario colectivo, una idea de región, una vocación compartida, una idea
de unidad de los Pueblos, de pueblos finalmente integrados, sin fronteras, con
emprendimientos comunes, transferencias de tecnologías, acreditaciones
profesionales, embajadas conjuntas en el mundo, en una idea refundadora de la
unidad latinoamericana, más allá de los fundamentos económicos de los tratados
internacionales, habituales marcados por el capitalismo, que reducen los sueños
fundadores, a una patética discusión de aranceles, que lleva a la división y
disgregación regional si no existe un acuerdo previo de fortalecimiento de la
unidad necesaria, para el crecimiento del bloque americano.
La integración de los pueblos
sudamericanos está recuperando la línea histórica de nuestro padres liberadores
Artigas, Bolívar y San Martín, quienes en su concepción de Patria Grande, nos
legaron el desafío de construcción de las próximas generaciones, con la piedra
basal cementada por los Chavez, los Kirshner, los Lulas, los Mujicas, los Evo y
los Correa, superando las amenazas y las dificultades planteadas por una
construcción neoliberal, que impregnó a sangre y fuego las últimas décadas del
siglo pasado, en lo cultural y en lo económico, ignorando la América Morena , profunda,
multiétnica, de saberes ancestrales y épicas memorables a lo largo de la
historia.
Un aporte histórico ha sido en
este tiempo la construcción regional en la conformación del pensamiento
nacional y latinoamericano, que logró desplazar la cultura dominante por mas de
40 años, una cultura que inculcaba el individualismo atomizador y disgregador de
las sociedades, que hizo del Mercado un Dios de culto junto a la única visión
de vida como proyecto, que es la acumulación de dinero, en la mejorada imagen
de la codicia egoísta, que ha logrado dominar al mudo capitalista, desplazando
la producción por la especulación financiera, que está llevando a la ruina a
los países europeos. No lo saben aún pero están escribiendo el capítulo final
de un período nefasto para la humanidad, con las desgraciadas consecuencias
sociales que origina.
Por ellos, los que consiguieron
construir un nuevo paradigma americano, el
humanismo que hoy expresa la política latinoamericana, tiene un abismo
diferencial con las conductas hegemónicas del imperialismo. Un humanismo que
proyecta una nueva idea de construcción colectiva, dinamizadora de los aspectos
solidarios de la comunidad, integrativos a lo mejor del hombre como un ser
social, que se realiza en el seno de su comunidad, donde el hombre aislado no
existe, con una concepción de Comunidad Organizada que brinda el sostén
necesario del estado de justicia Social, que nuestro país ya vivió en la década
del 50 y que intenta revivir en medio de las batallas actuales, de la guerra
cultural contra el neoliberalismo.
En esa lucha se fortalece la
conciencia nacional y consolida la construcción del pensamiento, fijando en
cada etapa histórica los componentes nacionales y populares, que modelan el
camino trazado por las grandes mayorías populares.
.
En síntesis el Pensamiento
Nacional es el pensamiento vivo del pueblo, es la mejor arma de la batalla
cultural, es la posibilidad de construir la historia cada día y no relatarla,
nos transforma en protagonistas antes que en testigos pasivos de nuestro
devenir, es una construcción permanente, apuntalada en la lucha por las ideas, con
las movilizaciones populares, las pugnas sectoriales, elevando los niveles de
conciencia de nuestro pueblo trabajador, formulando los nuevos paradigmas
colectivos que iluminan las esperanzas y fogonean las utopías, que en definitiva
escriben la historia de los pueblos.
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