CELAC:UN SIGNO DE LOS TIEMPOS


Desde comienzos de 2013 la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños será presidida por Cuba. En pocos años esta entidad se ha transformado en un espacio representativo de la democracia y soberanía de los pueblos de la región. Libre de la presión de Estados Unidos, se han podido obtener resoluciones claves respecto de los golpes de Estado en la región, el rechazo al bloqueo contra Cuba y el derecho de Argentina en Malvinas.


*Por Héctor Bernardo

(Revista 2016) Hija del Grupo de Río y de la Cumbre de América Latina y del Caribe (Calc), en febrero de 2010 vio la luz, en México, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). A 200 años de las luchas por la independencia, los pueblos que se encuentran al sur del Río Bravo volvieron a sentir la necesidad de recorrer un camino juntos y encontraron la forma de hacerlo mediante la creación de un organismo que fuera ajeno a los intereses coloniales de la actualidad.

Como bien señala la periodista y escritora Stella Calloni: “Se trata de pueblos hermanos que se liberaron juntos del colonialismo español en el siglo XIX, pero quedaron atrapados bajo otros imperios y otras redes coloniales que expoliaron, explotaron y colonizaron este continente y que perpetúan la dependencia hasta nuestros días, produciendo también un verdadero genocidio a lo largo de todo el siglo XX”.

Casi dos años más tarde, en diciembre de 2011, no casualmente en Caracas, Venezuela se celebró la II Cumbre de la Celac. En las tierras de Simón Bolívar y Hugo Chávez la entidad comenzó a mostrar su real trascendencia.

Al ser consultado por 2016 el embajador de la República de Cuba, Jorge Lamadrid Mascaró, remarcó la importancia del surgimiento de esta organización: “Ha sido el acontecimiento más trascendente en el orden del desarrollo, la soberanía y la igualdad desde el comienzo de las luchas independentistas hace 200 años. Esos tres elementos, desarrollo, soberanía e igualdad, son los pilares de cualquier proyecto económico, político y social. Y por primera vez en 200 años, se ha constituido un ente, la Celac, que será la garantía para ello”.

No casualmente, desde principios de 2013, posiblemente en enero, la presidencia de la Celac pasará de manos de Chile a Cuba. Más allá de las evidentes diferencias que puede haber entre estos dos países y de las que pueden existir entre el resto de los Estados de América Latina y el Caribe, el hecho de que todos ellos puedan convivir en esta entidad sin la tutela de Estados Unidos representa un enorme avance para todos los pueblos de la región.

El cambio de presidencia

Signo de los tiempos que corren, Cuba ha vuelto a los primeros planos de la política internacional. Esta pequeña isla que ha sufrido – y resistido - durante más de cinco décadas el bloqueo inhumano de la potencia más poderosa del mundo, hoy vuelve a mostrarse como un faro en el camino hacia la construcción de un mundo más justo. Dos ejemplos claros de ello son que ha sido elegida por el gobierno colombiano de Juan Manuel Santos y por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) como el lugar donde se llevarán a cabo las negociaciones para el proceso de paz que pretende ponerle fin a un enfrentamiento armado que lleva más de medio siglo.

El otro hecho que da muestra de que Cuba ha logrado romper en parte ese arbitrario bloqueo que impuesto Estados Unidos, es que los países miembros de la Celac la han elegido por unanimidad para presidir la entidad en el próximo período que comenzará en enero de 2013.

En ese sentido, el embajador Lamadrid Mascaró afirmó que “la responsabilidad con la que Cuba asumirá la presidencia de esa Comunidad a partir del año 2013 es altísima, por supuesto. Lo que tiene en cuenta también el signo de los tiempos que vivimos. Tiene en cuenta el reconocimiento y el significado concreto de lo que representa que la unanimidad de sus miembros haya acordado que Cuba asumiera la responsabilidad de ser presidente pro témpore de la Celac. Es una muestra de independencia incuestionable, que contrasta definitivamente con las políticas que otras potencias extrarregionales han aplicado durante tantos años respecto a mi país en la convivencia y en la presencia de Cuba en el concierto latinoamericano y caribeño”.

“La historia ha dado un paso gigante. Y aquellas políticas de aislamiento que propugnó Estados Unidos y que llevó a la práctica contra Cuba desde el mismo triunfo de la revolución fueron feneciendo poco a poco a partir de la década de 1970 cuando cuatro pequeños países caribeños optaron y decidieron restablecer sus relaciones con Cuba, o cuando Argentina en esos propios años de principios de los `70 rompió el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba yendo en contra de aquella política de aislamiento que había propugnado el imperio. De ese escenario pasamos a este, en el que el pleno de los miembros de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños no sólo reconocen a Cuba como un miembro de Ley de Derecho, sino que lo han designado presidente de la Comunidad para el año 2013. Ese contraste es un paso gigante en la historia, un paso en la dirección correcta que es la que está dictada por los genuinos intereses de nuestros pueblos y muchos gobiernos de la región que por primera vez en mucho tiempo se parecen a sus pueblos”, concluyó Lamadrid.

En igual sentido Fernando Buen Abad, filósofo de origen mexicano experto en temas de Latinoamérica, aseguró: “Cuba con toda su experiencia política y organizativa puede ser un aporte crucial para que la Celac no tienda, por el tamaño de sus miembros y de sus expectativas, a diluirse ni a duplicar tareas con otras organizaciones internacionales de la región. Se requiere autoridad moral y experiencia diplomática para insuflar a Celac las metodologías correctas en esta etapa de su consolidación y Cuba, sin dudas, tiene lo necesario en ese sentido. Pero, incluso, con toda la relevancia de los aportes que Cuba hará, el problema medular es qué derivación tendrá al interior de Celac el debate capital-trabajo, el problema de la concentración de riquezas, el problema concreto de la producción de alimentos, de salud, de vivienda… y qué respuesta regional organizada podremos darnos con una herramienta como Celac. En eso Cuba puede aportar material teórico y metodológico de importancia estratégica y no tengo dudas de que hará su mejor esfuerzo”.

Una cuestión soberana

La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños no sólo representa un proyecto de integración económica y política, sino que es la expresión palpable de una reivindicación soberana y democrática de todos y cada uno de los países que la integran.

En el corto tiempo que lleva, ha mostrado ser una entidad superadora de otras organizaciones similares, sobre todo de entes como la Organización de Estados Americanos (OEA).

La postura de la Celac frente a los golpes de Estado en la región se ha diferenciado claramente de la que ha tenido la OEA. Ya lo manifestó el presidente de Ecuador, Rafael Correa, en un reportaje que le hizo el diario La República, en Perú, en septiembre de este año. Allí, Correa le reprochó a la OEA no haber hecho nada contra el golpe de Estado de 2009 en Honduras y haber actuado como una herramienta del enorme peso hegemónico de Estados Unidos. En la misma entrevista el presidente ecuatoriano manifestó que "es muy difícil reestructurar la OEA desde adentro. Se debe hacer algo nuevo, mejor y nuestro. Y ese es el Celac”.

Esta nueva entidad parece ser el ámbito adecuado para defender los verdaderos intereses de los pueblos de la región frente a hechos como el golpe de Estado en Paraguay, las bases norteamericanas que se dispersan por todo el continente, el bloqueo contra Cuba, o la descolonización de las Malvinas.

Al reflexionar sobre este tema, en charla con 2016, el historiador argentino Norberto Galasso señaló que “la Celac amplía la concepción de la unidad hacia lo que tradicionalmente llamamos La Patria Grande. Sin dudas, es el resultado de la creciente conciencia por parte de los países latinoamericanos de que no pueden salir solos de conflictos y problemas como la deuda externa, los restos de colonialismo (como en el caso de las Malvinas), la relación con el Fondo Monetario, etc. Creo que Argentina, al igual que México y Brasil, debería jugar un papel fundamental en la Celac.

Desgraciadamente en México ha habido varios fraudes electorales, y la situación de la revolución, que en su momento fue muy importante, ha quedado congelada. Hoy existe allí con una oposición que hace lo que puede, pero que no tiene la suficiente fuerza como para desplazar al régimen oligárquico. Por ello el acuerdo entre Argentina y Brasil para impulsar la Celac es clave. Sobre todo si tenemos en cuenta que es preciso hacerlo con una gran generosidad para que no pase lo que pasó en Europa, donde la Unión Europea terminó favoreciendo a Alemania en perjuicio de Grecia, Portugal y España. Los pequeños países que integran la Celac deben ser tenidos en cuenta como iguales”.

En igual sentido, el filósofo Fernando Buen Abad aseguró que “producto de su historia y de esa extraña tendencia que ha hecho creer a algunos que Argentina es un apéndice europeo con muy escasos contactos con Latinoamérica, el país tiene una oportunidad muy valiosa para enfrentar, con más integración regional, la crisis terrible dejada por el neoliberalismo. La Celac es un espacio ideal, complementario de otros donde Argentina ya participa muy activamente. Pero es necesario poner los pies en tierra y demarcar con exactitud las agendas, poniendo prioridad en la defensa de la clase trabajadora. En el debate capital-trabajo están inoculadas hoy las peores amenazas. Organismos internacionales como este son territorio fresco para ensayar la metodología necesaria, que consiste en subordinar toda discusión técnica al debate político. En eso Argentina ha sido muy clara en diversos escenarios internacionales, es una gran revolución en la vida de esos organismos y eso es un aporte que Argentina ha hecho en múltiples foros. Y si bien semejante aporte es incipiente y reclama mucha ‘sintonía fina’ con las necesidades de los pueblos, el escenario de Celac es terreno fértil para un ejercicio de política internacional inédito capaz de afirmar las nuevas doctrinas diplomáticas del continente como bastiones de lucha política para superar las trabas y las taras del capitalismo. Y en eso Argentina tiene una prueba desafiante”. 

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