*Por Dante Palma
La llegada al país de Sri Sri Ravi Shankar, en el marco del
ciclo de charlas “Buenos Aires, capital mundial del amor” que cuenta con el
auspicio del gobierno de la ciudad y el grupo Clarín entre otros, desató una
enorme cantidad de polémicas. La más interesante tiene que ver con la eterna
discusión acerca del Estado neutral o perfeccionista. En otras palabras, ¿los
Estados deben comprometerse con un ideal de buena vida y fomentarlo ya sea en
forma de meditación ya sea en formato de Nestornauta? ¿O deben permanecer
neutrales y dejar que sean los individuos y la propiedad sociedad civil la que
se agrupe y desarrolle su propia concepción de lo que considera una vida digna
de ser vivida? Esta última visión es la de cierta línea al interior de la
corriente liberal, la cual suele recibir la acusación de esconder, detrás de la
mascarada de la neutralidad, una concepción del bien. Tales críticos, entonces,
sostienen que aun los Estados pretendidamente neutrales acaban siendo
perfeccionistas, esto es, acaban fomentando en mayor o menor grado, lo que
consideran un buen vivir.
Dicho esto y
asumiendo que el gobierno de la ciudad no puede cumplir con la incumplible
neutralidad, la pregunta es ¿qué ideal, qué visión intenta fomentar? Si bien es
injusto llegar a proposiciones taxativas a partir de un solo hecho, la
importancia que la administración PRO le está dando a este evento va bastante
más allá de vínculos personales o gustos particulares de algunos de sus
miembros. Con esto quiero decir que hay una definición de la política detrás de
este ciclo de conferencias además de una insólita junta de personajes que, con
todo respeto, parecen salidos de un cuento teratológico y posmoderno. Por citar
algunos de los conferencistas y los títulos con que se autonominan: René May,
Francia, Maestro Sanador; Daniel Goleman, Estados Unidos, Inteligencia
Emocional; Ari Paluch, Argentina, Comunicador espiritual; Gabriel Rugiero,
Argentino, Brujito (SIC) Maya; Ariadna Tapia, México, Angelóloga (SIC); Liliana
Hollman, Argentina, psicóloga especialista en terapias de regresión a vidas
pasadas (SIC); Pablito (SIC) Martín, Argentina, chef y periodista. Invito a los
interesados a ver la lista entera de conferenciantes en la página http://www.fevida.com.ar/conferencias-fevida.html
donde verán cómo entre los ya mencionados aparecen entremezclados no sólo
Mauricio Macri sino el Presidente de la Corte Suprema Ricardo Lorenzetti (quien
a último momento desistió) y el legislador del PRO Avelino Tamargo quien a
pesar de hacer política y ocupar un cargo legislativo disertará sobre “La
espiritualidad como respuesta a las causas de la sociedad argentina”, lo que se
presume será, la continuación vernácula de aquel clásico de Max Weber, La ética
protestante y el espíritu del capitalismo.
Pero más allá del
bizarro listado, y mientras varios programas de televisión nos enseñan a
respirar profundo como forma de aventar todas nuestras desgracias, ¿qué
concepción de la política subyace a estos denominados referentes espirituales?
Es muy difícil encontrar una definición que pueda cubrir este amplio espectro
de trayectorias pero el apotegma retomado por Marcelo Tinelli a partir de su
vínculo con El Arte de Vivir, la Fundación presidida por Sri Sri Ravi Shankar,
es sintomático: “si sucede conviene”.
Lo que expresa tal frase tiene larga trayectoria tanto en la historia de las
filosofías que se expresaron desde diferentes puntos de vista a favor de una
cierta armonía preestablecida, los “mejores mundos posibles” o los secretos
designios de la Naturaleza, como así también a partir de los pensamientos
mitológicos que justificaban cualquier hecho natural como una intervención de
la o las divinidades.
Pero el “si sucede, conviene” condensa un clima de época.
Por un lado exalta lo dado y nos invita a interpretarlo acríticamente. Así,
desde este punto de vista, la pobreza, la injusticia social, la violencia de
género, los genocidios, son todos fenómenos que suceden o sucedieron y de los
cuales debemos obtener una “conveniencia”. Como conviene no debemos criticarlos
ni transformarlos. Ni siquiera debemos buscar culpables de tropelías pasadas
porque eso que sucedió, al fin de cuentas, convino. Y en esta conveniencia
aparece el signo de nuestros tiempos: no hay que criticar lo dado porque, al
fin de cuentas, hacerlo, no trae beneficios. Esto supone la realización de un
cálculo economicista en el que se está más cerca de una ética empresarial que
de una ética de valores trascendentes. Hay que respirar hondo y meditar porque
la única manera de resistir un exterior hostil es a través de la resignación y
la introspección hacia el mundo interior, único ámbito donde alcanzar la
felicidad bajo la suposición de que ésta se puede constituir independientemente
de los vínculos sociales y comunitarios en un armado completamente esquizoide.
Por ello, sin caerle encima a los usuarios y consumidores
medios de este tipo de prácticas en las que algunos pueden hallar genuinos
sentidos que las religiones tradicionales hoy no pueden brindarles, tengamos en
cuenta que la meditación es también una política y, por sobre todo, que la
revolución no será respirada.
*Publicada el 5/9/12 en Diario Registrado
Fuente: El Infierno de Dante
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