20 DE AGOSTO DE 1820: SAN MARTÍN ORDENA QUE ZARPE LA EXPEDICIÓN AL PERÚ

*Por Prof. Daniel Chiarenza


Dispuesto a partir al Perú, en la playa de Valparaíso, San Martín sueña con una América del Sur liberada y unida, muy lejos de los planes del balcanizador Rivadavia.

La desobediencia de San Martín al Directorio monárquico instalado en Buenos Aires, así como la insubordinación del ejército del Norte, en el motín de Arequito (pocos días después: 8 de enero de 1820), crean las condiciones para que la montonera artiguista de Estanislao López y Francisco “Pancho” Ramírez derrote, en Cepeda, a las tropas directoriales el 1 de febrero de 1820.

Arremetida de las tropas gauchas entrerrianas de "Pancho" Ramírez en la batalla de la cañada de Cepeda.

Producida esa batalla, con la cual se desmorona el poder central, San Martín legitima la naturaleza de su ejército a través del Acta de Rancagua. En esa localidad chilena cita a sus oficiales y, por sobre cerrado, renuncia a la jefatura del ejército, indicándoles que designen un nuevo jefe. La oficialidad decide por unanimidad que él continúe siendo el Jefe, pero ahora San Martín lo es por elección de sus hombres y no por designación de ningún gobierno. Así lo confirma el acta de esta reunión, durante mucho tiempo olvidada en los textos escolares y últimamente “descubierta” por algunos historiadores, A. J. Pérez Amuchástegui señala entonces correctamente que “ese ejército era un brazo armado de las Provincias Unidas en Sudamérica […], resultado ser un ejército nacional autónomo por cuanto ninguna autoridad superior podía, en el momento, fijarle objetivos o metas”. Ricardo Levene, por su parte, adaptándose a la atmósfera política del peronismo de los cincuenta, afirma: “San Martín creó, por el Acta de Rancagua, la independencia de su ejército, como si se tratara de una soberanía flotante”.

Retrato de San Martín, realizado en los días previos a la firma del Acta de Rancagua. 

De vuelta en Chile, el “enfermo” San Martín se halla restablecido y el 20 de enero de 1820 se ofrece a O´Higgins para continuar la campaña al Perú. Merced a una fuerte política impositiva sobre los sectores más ricos, O´Higgins ha logrado levantar la escuadra para proseguir la campaña. Y San Martín –el latinoamericano San Martín- no encuentra dificultad alguna en realizarla bajo bandera chilena. El verdadero San Martín emerge así de esta interpretación, explicando los motivos que lo llevan a usar la bandera del Ejército de Los Andes, así como “la desobediencia” y el uso de bandera chilena en la expedición al Perú. Escribirá la general Guido: “Usted sabe que yo no pertenezco a ningún partido; me equivoco: yo soy del Partido Americano”.

San Martín es muy claro en su correspondencia por Guido: pertenece al Partido Americano.  
San Martín, en aquel mismo instante, designa a Güemes “General en Jefe del Ejército de Observación al Perú" –Salta estaba tomada por los españoles- y pidió a los caudillos que formaran un frente contra los realistas y que trataran de formar un gobierno central, lejano de las ambiciones de Rivadavia.

San Martín designa a Martín Miguel de Güemes "General en Jefe del Ejército de Observación al Perú". 
El día del cumpleaños de Bernardo de O´Higgins (20 de agosto) se hizo a la vela en Valparaíso la fuerza cuyo mando militar tenía José de San Martín, y la conducción naval del vicealmirante sir Thomas Alexander Cochrane. La bandera chilena “cubría la expedición con su responsabilidad nacional”, nos informa el sapiente Mitre.
De esta manera San Martín se dispone a expandir la revolución de sur a norte; mientras, de norte a sur, avanza otro ejército latinoamericano encabezado por Simón bolívar, quien, después del triunfo de Boyacá, ha constituido la Gran Colombia y se prepara para dar pelea en Carabobo.

Sir Thomas Alexander Cochrane, conductor naval de la expedición al Perú.  
El ejército tenía 4.500 soldados (2.500 argentinos y 2.000 chilenos) con 35 piezas de artillería y repuesto de armamento y vestuario para equipar 15.000 hombres. Gregorio de Las Heras era jefe de Estado Mayor; Juan Antonio Álvarez de Arenales, Toribio de Luzuriaga y Tomás Guido estaban entre los generales; Antonio Álvarez Jonte iba como auditor y Bernardo de Monteagudo de secretario.
La escuadra la formaban ocho buques de guerra y 16 transportes a las órdenes de Cochrane.
Una eficaz guerra de zapa en el Perú precedió a la expedición, y los elementos patriotas estaban preparados para levantarse. El virrey Joaquín de la Pezuela tenía sus órdenes una gran ejército, fuerte de más de 25.000 hombres, pero desparramado en los cuatro puntos cardinales del virreinato y minado por las logias masónicas.



En Paracas, 250 kilómetros al sur de Lima, inició San Martín el 7 de septiembre el desembarco.

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