*Por Jorge Rachid
Richard J. Roberts –premio Nobel de Medicina
“Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos – y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras… Dejan de investigar las industrias porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento”.
Cuando en las jornadas trágicas del 2001 cuando el pueblo decidió terminar con las políticas neoliberales, que asfixiaban a los argentinos y liquidaban la soberanía nacional, los hospitales argentinos sufrieron la falta de suministros, en especial medicamentos, para la atención de enfermos y necesitados. Los laboratorios nacionales y multinacionales apropiadores sobresalientes de la concentración de la riqueza, con ganancias enormes, que habían solicitado la ayuda de los legisladores para evitar una ley de patentes que los hacía desaparecer del mercado, dejaron de entregar medicamentos ante las dificultades de pago que afrontaba
Fue cuando los trabajadores de la salud de
todo el país, con esfuerzo solidario y compromiso con el pueblo incentivaron la
producción pública de medicamentos, en su modalidad copias mal llamadas
genéricos, para la provisión hospitalaria. Una respuesta acorde a las
necesidades, que comprende el hecho, que en salud, no puede existir el Mercado
como ordenador, ni mucho menos como orientador de la práctica médica.
Si
el mercado sin estado es mercado negro, en salud es sinónimo de muerte.
De ahí que la producción pública de
medicamentos es mucho mas que una provisión hospitalaria o una demanda
direccionada según reclame la necesidad, es un ejercicio de soberanía nacional
que implica capacidad de decisión política ante las extorsiones
internacionales, que pretenden una agenda sanitaria que responda a patrones
ajenos a nuestras necesidades. Ahí están desde la gripe aviar a la pandemia
vergonzosa vigorizada por la industria farmaceútica multinacional, en
particular la mayor productora de vacunas.
Los niveles de precios de los medicamentos,
que en nuestro país hasta triplican los mismos de otros países, la instalación
del consumo del medicamento como cultura sanitaria junto a la tecnología médica
de alta complejidad vendida como panacea de los milagros, antes que de
herramientas efectivas en determinados tipo de diagnósticos. Como ejemplo vaya
que más del 90% de los estudios de RMN y TAC en nuestro país, son normales, lo
cual precisa su indicación como precaria desde el punto de vista médico
semiológico. Ambas políticas: los medicamentos y la tecnología han derrumbado
el edificio del diagnóstico clínico, la relación médico paciente, la dedicación
y el seguimiento de las patologías crónicas desde el médico de cabecera o de
familia con la correspondiente contención, uno de los mandamientos del
juramento hipocrático. Demás está decir que estas políticas desfinanciaron los
sistemas solidarios de salud, desde el hospital público a las obras sociales
provinciales, gremiales y al PAMI.
El neoliberalismo derrotado políticamente en
el 2001, sigue vigente en salud. La fragmentación de los sistemas
hospitalarios, llegando a la municipalización en un grado de injusticia que los
argentinos no debemos admitir, hasta la desregulación de la obras sociales con
el ingreso abrupto de las prepagas en el sistema solidario que canibalizó al
movimiento obrero en el traspaso compulsivo de afiliados, desfinanció el
sistema por los sistemas gerenciales de gestión igual que al PAMI en su momento, le hizo perder identidad al
beneficiario que ahora es por ejemplo un bancario desregulado en mecánicos y al perder identidad perdió el poder del
reclamo de lo propio, de su obra social. No fue casual ni nació de las
circunstancias, obedeció a un plan de apropiación del ahorro de los
trabajadores para la salud, que fue financiado, organizado y ejecutado por el
Banco Mundial apoyado por la OPS
y la OMS , con sus
programas de salud sectoriales, financiados por rubros, en forma paralela,
impidiendo una política totalizadora que reinstale el paradigma del
fortalecimiento de la salud antes que el tratamiento de la enfermedad. También por
indicación del B.M.separaron el ente regulador, la S.S .Salud del APE, el financiador, como forma de
controlar el flujo de fondos sin tener en cuenta la necesidad. Han hecho de la
enfermedad un negocio financiero por lo tanto cronificar las mismas, es mas
rentable que curarla.
Desde esa mirada vienen todas las perversiones
médicas, desde los bajos salarios, para que los médicos deban financiarse con
los estímulos de los laboratorios o de los diagnósticos por imágenes, ya sea a
través del famoso ana-ana o de prebendas económicas en especias. Si hablamos de
corrupción la que debería ser penada con el máximo rigor debería ser la
apropiación indebida de fondos de la seguridad social en salud, aquella que
permite que los laboratorios hayan modificado una ley de genéricos que exigía
la receta por el nombre de la droga y ahora permite anexar el nombre fantasía
siendo aceptada por la mayoría de las obras sociales incluido el PAMI. Algunos
dirán que hay instrumentos que lo autorizan y otros que el nombre de la droga
figura, pero la presión de una industria que no sólo estimula al médico sino
que tiene permitido hacer publicidad sobre alivio de patologías, tienen una
incidencia tipo extorsiva sobre el paciente.
Se sigue adelante con el seguro nacional de
salud que planteó el Banco Mundial, de control financiero antes que una
política nacional que restaure la fragmentación y comience a reconstruir la
justicia social. Que el recién nacido de Formosa tenga la misma expectativa de
vida que el nacido en CABA , Rosario o Córdoba y no hasta diez años menos como
tienen hoy. Se siguen financiado programas que al ser paralelos desvirtúan las
políticas nacionales, pagando además los salarios de los agentes estatales que
los ejecutan, constituyendo en muchos caso trabajo en negro, al que queremos
combatir, por ser el eje el insolidario por excelencia por producir desamparo
social. Se insiste con la incorporación de medicamentos de última generación.
Por anexo uno del ANMAT que desde sus inicios, de la mano de la industria
plasmó en una resolución la entrada al país libre de medicamentos aprobados por
la FDA de EEUU, la Unión Europea y Japón, hoy
estamos planteando su derogación para recuperar soberanía en la determinación
de su ingreso al país.
Seguimos siendo el país que mas gasta en
medicamentos en función del gasto total en salud. Tenemos mas recursos que
cualquier otro país de América latina destinado a la salud en función del
número de habitantes, sin embargo los indicadores no son mejores a otras
latitudes, pese a que se han producido enormes avances desde determinantes
ajenos al sector salud como agua corriente y cloacas hasta la asignación
universal por hijos y madres embarazadas que desde el punto de vista sanitario
y educativo ha sido de un impacto formidable, con fuerte repercusión social y
movimientos positivos de los indicadores. Ubicar en este plano la necesidad de
un Plan Nacional de Salud es empezar a plantear un tema que no figura en agenda
aún, que se maneja con baches informativos, intencionados, que privilegian la
no confrontación al cambio de escenario, la inauguración de hospitales para
atender la enfermedad antes que un plan de salud que la fortalezca, con
inversión en prevención y detección precoz, de seguimiento de enfermos crónicos
con medicación de alcance a la totalidad del universo listado, recuperación de
discapacitados, eliminación de la ley 24557 de accidentes de trabajo que
desampara a los trabajadores ante el siniestro y la enfermedad profesional,
siendo ésta una verdadera columna vertebral del neoliberalismo junto a las AFJP
ya eliminada.
La ley de PPM, la ley de derechos de los
pacientes, el decreto ley de trazabilidad, la ley de prepagas entre otras
pretendieron asomarse a los temas de fondo. Estos siguen siendo un desafío
abierto a la lucha política que no se resuelve por la eliminación del otro sino
por el rol del estado en cumplimiento de un derecho humano esencial, quizás el
mas esencial junto a la vida que es la salud. Por Constitución Nacional, por
compromiso político, porque creemos que se puede construir una sociedad mas
justa, porque hemos recuperado identidad nacional y poder de decisión, es que
deberíamos avanzar en una hipoteca pendiente como es un debate democratizador
sobre la salud, que replantee las políticas sanitarias de concepción
carrillistas a la luz del siglo XXl.
Este desafío es parte de la batalla cultural
ya que la cultura sanitaria en nuestro país es de fuerte raigambre solidaria
por lo cual fortalecer los sistemas solidarios y desagregarlos de los sistemas
de lucro es parte del dilema a resolver. Regular a fondo sobre la política de
medicamentos para evitar las distorsiones existentes va de la mano con
protocolizar los procedimientos médicos que impidan la demanda abusiva de
estudios complementarios. Tomar decisiones sobre los medicamentos de alto costo
y baja incidencia que deben ser centralizados por el estado que en definitiva
termina pagando a través de los sistemas solidarios. Entre otras terminar con
los sistemas quioscados hospitalarios y reinstalar la conceptualización y la
práctica del médico generalista con las cuatro clínicas básicas desarrolladas
en un proceso de humanización de la práctica médica, que fue arrasado por las
concepciones neoliberales de la medicina a demanda.
APE – administración de prestaciones
especiales
SSS- superintendencia de servicios de salud
BM- banco mundial
OPS- oficina panamericana de la salud
OMS- organización mundial de la salud
FDA- es el ANMAT de EEUU
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