UNA NECESIDAD IMPERIOSA
*Por Jorge Rachid
Soberanía es el poder de decisión de un país
sin depender de terceros y en Salud eso significa poder proyectar políticas
estratégicas de planificación, que puedan ser ejecutadas sin dependencias
externas ni condicionamientos internos, en especial económicos, de grupos de
intereses concentrados a través de los Laboratorios de Medicamentos y de la
presión de los avances tecnológicos, ambos presentados en la medicina alopática
como esenciales a la hora del diagnóstico y tratamiento.
Alopática es la medicina que actualmente
conocemos y que culturalmente nos fue conformando como cultura sanitaria de la
población, llamando al resto de las corrientes sanitarias, algunas milenarias,
como alternativas en su desprecio al conocimiento de otras culturas. Alopática
es la medicina en donde el medicamento forma parte esencial del conocimiento
popular, influenciado por los Laboratorios en cuanto a publicidad, que debería
estar vedada como en los principales países del mundo, por presión sobre los médicos con prebendas, en
la conformación de grupos de enfermos financiados por esas industrias y entrada
de medicamentos que en otros países centrales apenas cumplieron las etapas de
corroboración científica y son incorporados a los vademecum nacionales, como
panaceas milagrosas en determinadas patologías.
En los medicamentos esta situación se verifica
en que la Argentina
es el país de mayor gasto en salud de la región per cápita, incluso mayor que
en los países centrales, pero también el país que mayor porcentaje dentro de
ese gasto ocupa en el medicamento, mas del 30% en un gasto total de los 122 mil
millones al año. En general ese gasto se ubica entre el 15 al 18% en la mayoría
de los países, lo cual implica un gasto superior a los 4 mil millones de
dólares en a Argentina, sin explicación científica ni sanitaria. Pensemos
simplemente que los recortes de subsidios implicaron un ahorro de 4 mil
millones de pesos que impactan sobre los argentinos, mientras que en
medicamentos esa cifra se cuadriplica. A ello debemos agregar que los
medicamentos de alto costo y baja incidencia, muchos de ellos impuestos por la
farmacopea, son de importación lo que impacta negativamente en nuestra balanza
comercial y con resultados en muchos casos dudosos de efectividad clínica y que
en otros conforman cuadros de encarnizamiento médico en las etapas finales de la
vida, sin agregar ni expectativa de vida ni calidad de vida, en esos instantes
dolorosos.
El Estado Nacional y la Producción Pública
de Medicamentos son las herramientas imprescindibles para dar respuestas a los
interrogantes que surgen de la lectura anterior ya que con simples decretos en
algunos casos y resoluciones ministeriales en otras se pueden corregir las desviaciones
e imposiciones neoliberales de antaño. En efecto con sólo derogar el Anexo 1
del ANMAT que permite la entrada de medicamentos de EEUU, UE y Japón por el
sólo hecho de estar aprobados en sus lugares de origen, sin el tamiz de nuestra
óptica y las necesidades nacionales, que debieran ser el control necesario para
evitar ser convertidos en “conejitos de indias” de industrias multinacionales,
como ha sucedido con innumerables medicamentos entrados por esa vía y retirados
del mercado, años después con ganancias de miles de millones de dólares, con la
iatrogenia (enfermedad producida por médicos) medicamentosa producida. Se
estima que un 25% de las internaciones del segundo nivel de atención se
producen por iatrogenia medicamentosa, en especial por sobre medicación
indicada o espontánea.
Recuperar soberanía en salud empieza por la
producción nacional de materia prima, hoy 100% importada de China, India,
México y otros países, cuando hace 40 años se producían en el país, por años,
desde los inicios mismos de la
EMESTA empresa de producción pública de medicamentos
inaugurada por el Dr. Carrillo en los años 50. Recuperar soberanía es también
efectuar los controles de calidad a los medicamentos importados, como así
también centralizar la compra de los medicamentos de alto costo-baja
incidencia, evitando la extorsión económica permanente y el paciente como rehén
de situaciones de emergencia. Hacer soberana la decisión en salud, es estimular
la Investigación
y el Desarrollo de los Laboratorios Públicos de producción, nucleados en la RELAP , en las Universidades
Nacionales, el Ministerio de Ciencia y Tecnología, que permita avanzar a las
fórmulas mas sofisticadas de los avances del conocimiento médico, evitando ser
sólo productor de medicamentos primarios. Debemos destacar sin embargo que la
atención médica primaria impacta en el gasto total de manera significativa y es
el motivo de demanda habitual de mayor presión cotidiana, en el sector público
y los crónicos.
Además la PPM se debe constituir en empresa testigo de
precios al sector hospitalario, evitando las cartelización de la Industria , que si bien ésta
debe existir y participar activamente, debe ser regulada y controlada en sus
precios que son los que originan las mayores ganancias en cualquier rubro que
se tome, llegando en casos al 17000%, entre el costo y el precio al público.
Sin ese control, con las estructuras de costo en mano, se debe sincerar la Industria entendiendo
que el medicamento es un bien social y no una simple mercadería de cambio.
Además debería sincerarse el IVA que la industria paga a la primer venta,
generalmente a su propia droguería, produciendo por casi no tener diferencia de
precio una distorsión del sistema tributario.
Nuestro país ha avanzado sin dudas en una
política de medicamentos con la promulgación de la ley de PPM recientemente
sancionada, también con las disposiciones de Trazabilidad y la ley de
prohibición de la venta libre de medicamentos, pero el camino de las políticas
estratégicas en Salud y en Medicamentos merece encuadrarse en un Plan Nacional
de Salud, que recupere como concepto la preservación de la salud como
paradigma, antes que la atención de la enfermedad, revise la currícula de
formación médica enciclopedista, tecnocrática e industrialista en la hora
actual, recuperando la medicina basada en la observación, la semiología, la
clínica, la contención y el interrogatorio, como ejes de la recuperación del
trabajo médico, la deontología médica y la bioética en el ejercicio
profesional, hoy avasallados por el facilismo tecnológico-medicamentoso del lucro.
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