CRISTINA Y UNA LUMINOSA MAÑANA

*Por Jorge Giles

Amanece que no es poco”, dijo alguien por allí.

Amanece un mundo que gira enloquecido sobre un falso eje de rotación y amanece otro que se descubre a sí mismo girando en la inclusión y la belleza. Europa anuncia recesión y la América latina, más empleo y producción. “Estos sudacas ya no asaltan más el cielo”, dijeron algunos cuando se creían eternos dueños del poder. Y miren las consecuencias: los sudacas ahora, se proponen bajar el cielo a la tierra.

En plena noche navideña, la ministra Nilda Garré anunció la detención de un genocida argentino, prófugo en Bolivia. Tres días después, el alma del pueblo se conmovió: la Presidenta padece una enfermedad como la de Dilma, Lula, Chávez, Lugo.

Cuando se escriban los nuevos paradigmas se dirá, que la épica y el drama son un signo de esta época.

Hay más. El premier inglés, David Cameron, bufa porque se cae de Europa. Brasil lo superó con su economía. Los Estados Unidos apoyan el diálogo por la causa Malvinas.

Si querés llorar, llorá. Hay más. Esta Argentina que celebra dignamente sus fiestas de fin de año, es un país conmocionado en los distintos planos de su vida cotidiana.

En el plano político-institucional viene de recuperar la mayoría oficialista en la composición del Poder Legislativo y revalidar sus títulos en el Ejecutivo. Y este sólo dato impacta de lleno en el humor social y en el ejercicio pleno de libertades y derechos de la ciudadanía toda.

“Es la realidad efectiva”, canta la marchita. Se discute vivamente el devenir colectivo y personal como pocas veces. Toda una señal de vida y esperanza. Afirmar livianamente, aunque con gesto profundo, que “este proceso político es frágil”, es igual a afirmar que la vida es frágil, la naturaleza es frágil, el clima es frágil.

La mariposa y el hombre, en sus respectivas escalas, son relativamente frágiles. Vaya con la novedad. Se trata de saber qué cosa hacemos con la fragilidad. Si la transformamos y fortalecemos o si sucumbimos ante ella. Ahí está Cristina, como un faro que alumbra hacia dónde ir. Las aguas por las que navegaremos en el 2012 serán aguas correntosas.

Calma. El timón está en buenas manos. La tripulación deberá estar a la altura de la historia. Entraremos de lleno a la sintonía fina del proyecto de país, dice la Presidenta. Y eso supone, escribir la nueva partitura que tendrá que
interpretar una orquesta con 40 millones de almas contrapuestas.

¿Podríamos decir con propiedad que entramos a la etapa doctrinaria del proyecto? Quizás. Lo único seguro es que el maldito carcinoma cumplió el oficio de unirnos más aún. Todos nos sentimos algo de Cristina. Que no la hieran más los que en esta hora se deshacen en saludos hospitalarios.

El pensamiento complejo, cuando se dispara a crear, precisa como el aire la demarcación del paisaje donde escribe. Saber quién es quién ayuda a comprender las coordenadas. Los usos y costumbres de aquel sentido común que nos llevó al abismo, deberán ser cuestionados hasta su propio hueso. Con buenos modales, pero con la voz y la mirada firmes.

Para profundizar lo hecho, no habrá que perderse en los rodeos. Al pan, pan y al vino, vino.

La Argentina ingresa en pocas horas más a transitar la última curva de su noveno año kirchnerista. Toda una novedad. Lo hará con sus mejores galas. Tendrá un Presupuesto para ordenar mejor sus cuentas. Tendrá a buen reparo los derechos conculcados a los peones rurales, la libertad de expresión y prensa, la producción y distribución del papel para diario, el matrimonio igualitario, la Asignación Universal por Hijo, la integración latinoamericana. La obra pública batirá su propio récord.

Y con una tarea inconclusa que nos compete a todos: la disputa por la verdad, que es la disputa por el sentido común dominante. Los propietarios de los medios monopólicos de comunicación no defienden la verdad, sino el poder que ostentan. ¡Vamos!

La fragilidad de la que dimos cuenta será nuestra propia fortaleza si logramos que el vuelo que emprendemos sea un vuelo compartido, sin fisuras en la formación, como las aves en el cielo. La unidad popular es un imperativo de la hora y una categoría política.

Corporaciones abstenerse. Cultores del narcisismo, también. Esta es la hora de los pueblos. El año que se va nos deja de regalo en el árbol de los sueños el 54% de Cristina Fernández de Kirchner. Es un presente que abre puertas y clausura otras. Ya nada será igual después de esta victoria. El monopolio lo sabe, por eso pega y desespera.

¿Qué pasará en tanto con la oposición política? Estamos tentados a responder de manera lacónica y resignada: no pasará nada. ¿O alguien cree seriamente que Hermes Binner podrá aglutinar fuerzas por el costado inconcluso del proyecto gobernante? No parecería superador un socialista que propone como toda revelación que “el verdadero progresismo es el que plantea con mucha claridad hábitos higiénicos y dietéticos”.

Es la maldición de la progresía ante la vigencia del proyecto nacional y popular, allí donde éste se exprese. De tal modo que el movimiento liderado por la Presidenta, ocupa necesariamente todo el espacio social y cultural que se identifica con las políticas transformadoras. Ahora, si además se suman voces como la de Binner, queda más que claro que está obturada cualquier expectativa de crecimiento para cualquier fuerza que se precie “progresista”.

La derecha sigue ausente. La falta de un liderazgo fuerte e inteligente en esas comarcas no deja mucho margen para la fertilidad. Mauricio Macri no mide la altura necesaria y encima quedó al desnudo desde que el Grupo Clarín perdió la hegemonía de la agenda política. Más no le puede pedir a Magnetto. Más allá de este matete opositor, la naturaleza política del proyecto gobernante va por otro carril: el de la disputa entre el desarrollo con inclusión o la vuelta al pasado corporativo más oprobioso.

Quizás por eso la Argentina está más bella, ahora que construye poder propio. Quizás por eso se escucha a lo largo del país: ¡Fuerza Cristina!

Amanece el 2012. Es una luminosa mañana. Sonreí. La vida es bella.

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