SÓLO UN CUENTO

*Por Eduardo Bambill

Empezó a clarear y el mate se hizo dueño. Algunos no habían dormido, el día se presentaba claro y caluroso, los mosquitos fastidiaron toda la madrugada. "La espera mas que asustar incomoda" dijo, como al pasar, el sargento de artilleros Crisostomo Sanchez aunque pensar en su familia sobre todo en la regalona, la mas chica de las chinitas, le traia más que incomodidad. 



Con el ultimo sorbo del mate, ya casi lavado, lentamente y en silencio pasó revista a la batería que le fue asignada, "La Manuelita", revisó uno por uno los anclajes de troncos de tala que servían de soporte a las 7 cureñas de mar, instaladas con más apuro y picardía que técnica bélica. 


Los cañones, antiguos de ánima lisa y fogón de disparo estaban, como se debe, bien grasientos eran calibre de 8 y 10 pulgadas. Revisó nuevamente el parque de municiones escaso muy escaso. Una sombra se le instaló en la frente y por instinto o más bien costumbre tanteó el facón que llevava cruzado en la espalda, en mas de una ocasión le había salvado el cuero.


 Alguien le alcanzó otro mate ahora bien ensillado. El coronel Thorne, a cargo de la batería, recorrió el vivac hablando con sus hombrtes, uno por uno sin apuro de cosas de momento, a veces, de cosas serias. Sabía que el contacto mano a mano importa mucho en la milicia sobre todo si son milicianos acostumbrados a un caudillo fuerte. 


-Negrito!... ensillá de nuevo que se te lavó...¿no será que tenés miedo vos...?- Taumaturgo Ganguiller, de no más de 14 o 15 años, negro, de incierto origen, miro al coronel con algo de altivez y tanteando el verijero le dijo casi con sorna :"con este me alcanza pa´cualquier entrevero a mas pa´ hacer una dentradita me copié de los pampas" y señaló con la pera una media tijera de tusar muy afilada atada con un tiento en la punta de una tacuara que estaba apoyada en un árbol ...no era la única - "Usté sabe coronel que los gringos reculan cuando ven venir la montonera a los gritos con bolas y tacuaras, son fieros los tajos de las tijeras!!" - "¿Y no tenes miedo que una bala te parta al medio?"- "Aprendí de usté a esquivarlas", dijo y rajó una carcajada.
Thorne acariciando con cariño las motas renegridas ordenó, ante la risa de los milicianos "¡hacé un mate como la gente carajo!" Taumaturgo al trote y a las risotadas fue a cumplir.


Pasadas las 7 el trompa de órdenes tocó "a reunion", Mansilla, todavía renegando por la ineptitud del Juez de Paz de San Nicolas, transmitió el último parte; los jefes ordenaron la tropa con presición, Mansilla no perdonaba errores. Petrona Simonino pasó revista a las improvisadas enfermeras y las pocas vituallas que tenía, Josefa Ruiz Moreno, María Ruiz Moreno, Rudecinda Porcel y una veintena de mujeres Sampedrinas y Nicoleñas que a mas de ser vocacionales usaban las armas como cualquier hombre -"¡Arremangarse -gritó Petrona- por lo que parieron y pariran! ¡esta tierra es nuestra!",... casi que no hizo falta.


20 de Noviembre terminaba el 45, a las 8 de la mañana Mansilla comenzó una arenga con voz potente, hasta el último de los milicianos montados escuchó con claridad. Usó palabras novedosas "Patria" "Soberanía" y palabras conocidas, "defender lo nuestro" "gringos buitres" "ladrones" "Pabellón Nacional", el Teniente de Artilleros José Romero comentó por lo bajo a su compañero, -"habrá que dejar el cuero..."- "Así ha de ser, Josecito, me estoy debiendo la de Malvinas"- contestó Rivero.


La Banda de Patricios arremetió con El Himno Nacional, cantado a voz en cuello por todos, cuando terminó, Mansilla gritó con toda la voz que tenía "¡¡VIVA LA PATRIA!!", respondieron al unísono todos confundiendo el grito sagrado con la atronadora primera descarga de artillería, eran las 8 y 45 de la mañana.


La batalla tenía un final escrito. Con lo que no contaban los que escribieron el final era con la desición y los cojones de esa chusma orillera, que acompañaba al Restaurador sin preguntar ni pedir, esa chusma que aprendió muy rápido lo que quería decir "SOBERANÍA", esa chusma que dejaría el cuero por lo suyo.



La ferocidad de la defensa compensaba la inmensa desigualdad de tropa y armamento; a media tarde, cuando los Ingleses volvieron a intentar cortar las cadenas, un cañonazo tiró a Thorne contra un árbol que estaba como a 10 metros, se levantó de inmediato diciendo-"no pasó nada"-. Tiempo despues lo apodarían el sordo de Obligado


A las 4,55 de la tarde el Teniente de Artilleros Jose Romero disparaba el último cañonazo, se había agotado el parque, y parado encima del arma empezó a gritar agitando el puño amenazante -" ¡tiren hijueputa! ¡gringos de mierda! ¡paridos por una yegua! ¡tiren mierda que acá hay machos! ¡acá no pasan carajo! ¡reculen junagranputa!"...Ese hombre de apenas 24 años siguió disparando con las municiones que tenía en las tripas solo gloriosas puteadas hasta que una descarga de fusilería partió ese valiente corazón que pugnaba por salirse del pecho en el último acto de compromiso con la Patria... Ese corazón le pintó para siempre una divisa punzó en medio del pecho. Años después el comandante ingles envió una bandera Argentina ensangrentada,robada de una barcaza cadenera, a la familia de aquel valiente, con su reconocimiento y excusas.


Terminadas las municiones, los invasores pretendieron desembarcar, el trompa de ordenes toco "A degüello" y Mansilla arremetió a la cabeza de esa tropa harapienta y las tacuaras y los cuchillos hicieron lo suyo, como habia anticipado Taumaturgo, los gringos se espantaron. Ver a ese negrito y a otros aullando y revoleando las tacuaras, algunos con el facon entre los dientes, sin otro escudo que su coraje metía pavor.


Un golpe de metralla dejó malherido a Mansilla, quedaron en el campo varios de los defensores, el trompa de ordenes nunca tocó retirada, con el clarin en la espalda y un sable ensangrentado en la derecha, cayó en la primera linea de combate. Se llamaba Eusebio Rodriguez y tenía 17 años .


Hacer la Patria, desde donde nos toque y para no aflojar hay que guardarse un cachito de esta gloria muy adentro, esta gloria que les fue negada porque "no era conveniente para los negocios resaltar a la chusma", esa chusma que cambió de nombre pero no de escencia y destino: los orilleros de Alem, los desposeidos de Yrigoyen, los descamisados y grasitas de Evita, los jovenes de la resistencia, los jovenes del luche y vuelve, los desaparecidos sociales del menemismo, y a todos los jovenes militantes de hoy... La gloria pues, a esta chusma que hizo y hace La Patria.

Gentileza: Mónica Oporto

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