EL PODER TIENE CARA DE MUJER


*Por Daniel Eduardo Raddi



Si hay algo en lo que Argentina no ha destacado, es en el hecho de tener un grupo de mujeres que sobresalgan notablemente en distintas áreas. Mejor dicho, claro que las hay, por supuesto, no quiere decir que no hayan existido en la historia reciente y no tan reciente en la historia de la República Argentina mujeres que ocupen un lugar fundamental en las páginas que se han escrito.

Obviamente, si uno tiene que hacer un rápido recuento en el firmamento la primera mujer que se viene a la memoria es María Eva Duarte de Perón –Evita- quien dejó un sello indeleble, ya no sólo en la sociedad de los argentinos, sino también en el concierto internacional. Si uno recorre varios países del mundo, y fundamentalmente de América Latina, la figura de Eva Perón, con toda la polémica que siempre despertó, sigue siendo una personalidad de estudio, un motivo de consulta. A aquellos argentinos que tuvimos la suerte de viajar al exterior, es muy normal que desde el mundillo político y el de la cultura se nos pregunte bueno, pero ¿quién era Eva Perón?

Uno puede pensar en algunas mujeres desde el punto de vista de las letras o de la cultura. Se puede pensar en Alfonsina Storni; en Mercedes Sosa, ni qué decirlo; en el ámbito de la política ya menos conocida, pero una Alicia Moreau de Justo, y claro, aparecen también en el firmamento estas grandes mujeres que, de alguna manera, son una grande bandera de la argentinidad aunque el mundo las ha tomado para sí como un ejemplo de resistencia, de lucha, de búsqueda de la verdad, y me refiero fundamentalmente a Madres de Plaza de Mayo, donde ahí uno puede dar dos o tres nombres pero, en realidad la imagen que se da en el mundo es la de una institución, más que de una mujer en particular, como también puede suceder con Abuelas de Plaza de Mayo en esta intensa búsqueda que se hace desde hace tantos años de hijos, de nietos, de padres y de hermanos.

Hoy el 2011 marca definitivamente la irrupción en la historia grande de la política argentina, y de América Latina, de una mujer. Una América Latina que nos ha dado muchas mujeres significativas en las épocas de Revolución y de Libertad pero que, en la vida institucional que arranca en los años ochentas, luego de noches muy oscuras, llenas de dictadura, sobre todo en la parte sur del Continente Americano, nos permite pensar que Argentina hoy le expone al mundo una mujer que pasará a la historia grande, no sólo del país , sino del concierto histórico- político fundamentalmente de América Latina.

Ya los argentinos habíamos tenido una mujer presidenta que se vio forzada a serlo, porque en realidad cuando se la eligió en 1973, fue para ocupar el cargo de Vicepresidenta en aquella fórmula Perón-Perón, entre Juan Domingo Perón y María Isabel Martínez de Perón, que de alguna manera venía a reivindicar lo que no había podido realizarse en la década de los cincuentas, cuando el pueblo –ahí sí, el pueblo- reclamaba que la fórmula fuera Perón-Perón, pero en ese caso Juan Domingo Perón – Eva Perón. Sin embargo, la resistencia de la oligarquía, de los militares y la resistencia del propio Perón y un cáncer fulminante, hicieron que María Eva Duarte, aquella pobre bastarda, como se la definió en algún momento, no lograra obtener la vicepresidencia de la nación e incluso, falleció al poco tiempo de que Juan Domingo Perón lograra su segundo mandato.

Hoy hay una nueva Evita, a decir de algunos, comparación que en lo personal me parece absolutamente exagerada pero que, sin duda, en el conciente colectivo, pinta de cuerpo entero a una gran líder, a una mujer con muchísimo talento y que además entra en la historia por la sencilla razón de ser la primera mujer presidenta reelecta de toda la historia, ya no sólo de la Argentina, sino de América Latina.

Cierto es que han existido y existen mujeres presidentas en el Continente Americano. Algunas se fueron con una imagen realmente notable, como el caso de Michelle Bacheleten Chile, superando el 80 por ciento de imagen positiva que igualmente no alcanzó para que su fuerza política siguiera en el Palacio de la Moneda, en Santiago de Chile, y la derecha, representada por Sebastián Piñera, volviera al poder después de muchos años de un gobierno de centro-.izquierda de la concertación socialista.

Cristina Fernández de Kirchner no es nueva en esto, es lo importante. No es una improvisada. Ha tenido un paso por la vida legislativa digno de ser mencionado teniendo que presidir en alguna oportunidad la Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado de la nación y demostrando ahí una capacidad de liderazgo, una fortaleza y una capacidad de mando, enfrentándose a una sociedad machista, como la de la República Argentina, que tal vez sea una de las más machistas de América Latina a pesar de que algunos pongan a otros países, caso Colombia, caso México, como símbolos del machismo a ultranza. Sin embargoCristina Fernández de Kirchner dejó de ser la esposa de Néstor, desde hace mucho tiempo, para convertirse simplemente en Cristina.

Llegó a la presidencia en 2007, y esto sí hay que reconocerlo, con el empujón del gobierno de su marido, en el lapso de 2003 a 2007, un gobierno de Néstor Kirchner que, en realidad, fue más obra de la renuncia de Carlos Saúl Menem que de la virtud propia de haber ganado porque, habrá que recordarlo permanentemente, Kirchner no ganó la presidencia argentina, sino que la obtuvo debido a que tenía que competir en segunda vuelta con Carlos Saúl Menem pero éste declinó esa batalla y, tal como lo establece la Constitución, automáticamente se lo ungió como presidente de los argentinos al ya desaparecido hace un año, Néstor Carlos Kirchner.

Argentina venía de una debacle, de una crisis, como pocas veces se ha visto en América, en aquel 2001, con un Fernando de la Rúa huyendo en un helicóptero, y entonces se abría la gran interrogante: ¿qué nos espera a los argentinos?

Néstor Kirchner puso en marcha un mecanismo que permitió ir revirtiendo crisis económicas, crisis sociales, crisis políticas y que le dio una impronta al país como no se veía desde hacía varias décadas: hacer que la juventud creyera en la política, que la juventud se volcara a los partidos políticos y ese, es un mérito que nadie podrá quitarle al desaparecido ex presidente.

El 2007 marca que Cristina sí gana por mérito propio, superando más del 45 por ciento de los votos, sacándole más de 20 puntos de diferencia al segundo y por ende, sin necesidad de segunda vuelta, convertirse por primera vez en presidenta de los argentinos y, siendo así la segunda mujer en alcanzar la más alta magistratura, pero como dije antes, a diferencia deMaría Isabel Martínez de Perón, que llegó por la muerte del General Perón. Cristina llega por mérito propio y por el voto popular.

A partir de ahí, se abre una instancia de enfrentamientos, de falta de diálogo en algunos casos, donde los medios de comunicación predominantes de la República Argentina, como son los diarios Clarín y La Nación, tuvieron que empezar a ceder espacios, entender que ya no eran ellos los que marcaban la agenda del día, sino que era la política la que subordinaba la economía; era la política la que marcaba los ritmos; era la política la que ponía los temas y que no podía ser jamás un diario el que marcara los temas del día, el que dijera qué era lo importante y qué no lo era. Ese sí es un gran mérito de Cristina Fernández y, tan grande es, que hoy cuatro años después, no solamente vuelve a ganar la presidencia de los argentinos por un margen aplastante aunque no me extenderé en la cuestión numérica que es lo realizado ya por todos los medios de comunicación.

Yo quiero analizar lo que significa la personalidad de Cristina Fernández y lo que significa tenerla al frente de la Presidencia de los argentinos cuatro años más. No solamente sacó más votos que en 2007, sino que esta vez hay que decirlo con todas las letras: Cristina Fernández, Viuda de Kirchner, llega al segundo mandato sin ser la sombra de su marido; sin tener que agradecerle, a pesar de que ella lo haga, a Néstor Carlos Kirchner ser la continuidad de, porque hoy Cristina es la continuidad de Cristina.

Cristina Fernández es hoy reelecta presidenta por cuatro años más porque ella hizo el camino, porque ella marcó el sendero y, porque frente a todas las adversidades, las familiares y todas las otras adversidades que le fueron poniendo desde una oposición desmembrada, supo no perder el rumbo. A partir de ahora podemos discutir la economía, la falta de planes sociales serios, podemos discutir que la Argentina no es un país enteramente estable como se lo quiere hacer ver, en materia financiera; podemos discutir la falta de acceso al crédito y que los índices de pobreza son relativamente altos, pero lo que no podemos discutir es que, la elección del 23 de octubre del 2011 ha marcado el nacimiento, o la continuidad según se mire, de un gran liderazgo. La actual presidenta entrará en los anales de la historia como la gran mujer que supo y pudo ganarle a una sociedad llena de dinosaurios; a una sociedad que no logra desprenderse de muchos dirigentes y líderes que le hicieron muchísimo daño a la República Argentina y sin embargo, frente a toda esa adversidad, frente a todo el poder de ciertos medios de comunicación, frente a todo el poder de la economía internacional: frente a todo el poder que se supone pueden tener el Fondo Monetario Internacional, el Club de París y otras instituciones financieras, logró marcar la cancha y poner las reglas del juego. Y algo muy importante es que también logró, fundamentalmente, que jóvenes, viejos, clase media, clase alta y clase baja, se conjuntaran para darle cuatro años más de confianza.

Ahora vendrán las peleas internas, de eso no cabe duda. Vendrán pases de factura, como suele suceder en la política, pero el 23 de octubre de 2011 es un gran punto de inflexión en la historia de los argentinos. Es ganarle al machismo recalcitrante; a los medios de comunicación que creen que pueden marcar la agenda de temas a discutir en la sociedad de los argentinos; ganarle a mujeres que han vituperado a otra mujer, porque muchas lideresas políticas han dicho cosas realmente terribles de la figura de Cristina Fernándezolvidando incluso que pertenecen al mismo género.

La Argentina vive un proceso diferente. El país ha demostrado y le demuestra al mundo, a México que está cerca de un proceso electoral y a otros países, que las mujeres están más que capacitadas para gobernar, que las mujeres tienen una sensibilidad especial para poder conducir. Alguien podrá decir que a veces son más machos que los propios machos, pero entraríamos en una discusión barata y de mal gusto. Lo importante es que la mujer ha demostrado tener la capacidad suficiente para estar, ni más ni menos, que al frente de una nación y, si uno revisa la historia de los últimos años de la República Argentina, nadie podrá decir que comparado con las últimas dos décadas, la Argentina no está mejor, y si la Argentina está un poquito mejor, es porque hubo y hay una mujer que supo conducirla:Cristina Fernández viuda de Kirchner, que vale lo que vale por mérito propio; pero también, y justo es decirlo, por muchas e insalvables equivocaciones ajenas.

Fuente: Razones de Ser

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