Nunca es tarde para darse cuenta de que se llega tarde. De pronto aparecen confesiones personales públicas que reconocen haber desconfiado y descreído de las políticas de Kirchner, pero que ahora las aceptan o las reivindican. Arrastrados por la fuerza del intenso colectivo que rindió tributo al muerto, referentes y comunicadores de la izquierda más arisca y siempre rumiante, declaran que nunca le habían creído a este Gobierno pero que ahora sí. Muchos de ellos le habían creído en cambio a los sojeros y hasta le creyeron más a Redrado que a Marcó del Pont. Eso no lo entiendo. Tampoco que creyeran desde la izquierda que Menem y Kirchner eran un solo corazón. Erraron todo, todo el tiempo. Le creyeron más a la derecha que a Néstor Kirchner. Ya ahitos de sus propios narcisismos indómitos y ante el riesgo de perder definitivamente el colectivo popular y quedarse solos criticando en las reuniones o en las cuevas de las sectas, se animan al fin a subirse al colectivo. Nadie los va a hacer bajar. Todavía hay lugar aunque no deberían ilusionarse con asientos. Lo que sí me llama la atención es que sus arrepentimientos y corregimientos los hagan en el escenario y exigiendo focos de luz, en lugar de arrepentirse modestamente y sin bambolla. El que descubre que pecó no debe ser arrogante si decide reconocer su culpa. No se puede ser estrella en el teatro de la discordia y querer seguir siendo estrella en el de la concordia y llegar lo más campante como si hubiera que esperarlos. Lo digo porque veo que ahora que el colectivo va pasando y circula con la cinta del luto todavía tibia, hay más demandas de pasajes. Y pasajeros que antes no lo tomaban porque soñaban un colectivo más izquierdo y perfecto y selectivo, ahora empiezan a tomarlo. Solo les pido más humildad: haberse equivocado tanto- cuando más se requería apoyar al gobierno y confiar en que los sapos eran parte de la naturaleza de la fauna- requiere un más largo proceso de desintoxicación. Está bien el corregimiento. Pero no con ditirambo. No es fácil confiar en quienes desde la izquierda o desde lo popular se subieron por la derecha al palco del campo. Y anduvieron diciendo que Kirchner no era auténtico cuando se decidió a luchar por reivindicar a las madres, a las abuelas y a los hijos apropiados. Rezar un rosario de culpas tardío no produce la súbita santidad. Pero el colectivo es grande. Hay espacio. Suban, pero no empujen.
Nunca es tarde para darse cuenta de que se llega tarde. De pronto aparecen confesiones personales públicas que reconocen haber desconfiado y descreído de las políticas de Kirchner, pero que ahora las aceptan o las reivindican. Arrastrados por la fuerza del intenso colectivo que rindió tributo al muerto, referentes y comunicadores de la izquierda más arisca y siempre rumiante, declaran que nunca le habían creído a este Gobierno pero que ahora sí. Muchos de ellos le habían creído en cambio a los sojeros y hasta le creyeron más a Redrado que a Marcó del Pont. Eso no lo entiendo. Tampoco que creyeran desde la izquierda que Menem y Kirchner eran un solo corazón. Erraron todo, todo el tiempo. Le creyeron más a la derecha que a Néstor Kirchner. Ya ahitos de sus propios narcisismos indómitos y ante el riesgo de perder definitivamente el colectivo popular y quedarse solos criticando en las reuniones o en las cuevas de las sectas, se animan al fin a subirse al colectivo. Nadie los va a hacer bajar. Todavía hay lugar aunque no deberían ilusionarse con asientos. Lo que sí me llama la atención es que sus arrepentimientos y corregimientos los hagan en el escenario y exigiendo focos de luz, en lugar de arrepentirse modestamente y sin bambolla. El que descubre que pecó no debe ser arrogante si decide reconocer su culpa. No se puede ser estrella en el teatro de la discordia y querer seguir siendo estrella en el de la concordia y llegar lo más campante como si hubiera que esperarlos. Lo digo porque veo que ahora que el colectivo va pasando y circula con la cinta del luto todavía tibia, hay más demandas de pasajes. Y pasajeros que antes no lo tomaban porque soñaban un colectivo más izquierdo y perfecto y selectivo, ahora empiezan a tomarlo. Solo les pido más humildad: haberse equivocado tanto- cuando más se requería apoyar al gobierno y confiar en que los sapos eran parte de la naturaleza de la fauna- requiere un más largo proceso de desintoxicación. Está bien el corregimiento. Pero no con ditirambo. No es fácil confiar en quienes desde la izquierda o desde lo popular se subieron por la derecha al palco del campo. Y anduvieron diciendo que Kirchner no era auténtico cuando se decidió a luchar por reivindicar a las madres, a las abuelas y a los hijos apropiados. Rezar un rosario de culpas tardío no produce la súbita santidad. Pero el colectivo es grande. Hay espacio. Suban, pero no empujen.
Comentarios