EL BOTÍN DE LA BUENA MUERTE




(*)  RAUL ISMAN

La novela El botín de la buena muerte, de Jorge Rendón Vázquez:
Un magnífico capítulo en el gran libro de la patria grande latinoamericana.


«Si soy poeta o actor, no es para declamar poesías sino para vivirlas. Cuando recito un poema no lo hago para ser aplaudido, sino para sentir cuerpos de hombres o mujeres, digo cuerpos, temblar y vibrar al unísono del mío, virar como se vira, de la obtusa contemplación del buda sentado, muslos instalados y sexo gratuito, a la materialización corporal y real de un ser integral de poesía».

Antonin Artaud. Poeta, actor y dramaturgo francés.


Novela El Botín de la buena muerte. Jorge Rendón Vásquez. Editorial Grijley. Lima. 2010.

Las notables cualidades como narrador del (¿ex?) jurista peruano Jorge Rendón Vázquez se las tuvo el propio interesado muy bien guardadas durante casi medio siglo. Recién pudo (o quiso) desplegarlas y darlas a conocer a todos los cultores por el notable placer generado por la buena escritura al acogerse al beneficio de la jubilación. Había quedado atrás una carrera de abogado y un compromiso militante que lo llevó a integrar los cuadros político-técnicos del gobierno presidido entre 1968 y 1975  por el General Juan Velazco Alvarado; etapa en la cual elaboró lo más sustancial de la reforma laboral implementada en aquellos años. Para quienes desconocen la historia peruana la etapa citada no fue la que mas benefició al pueblo andino en su historia: fue más bien la única que encarnó la realización de los intereses nacionales y populares en casi dos siglos de Perú “independiente”.

“El botín de la buena muerte” es el debut en la novelística del citado autor, autor anteriormente de varios volúmenes de cuentos. En toda su obra el estilo prosístico de Rendón se despliega en toda su belleza y oscila entre dos polos o modelos que en su escritura se unen y yuxtaponen. Por un lado, la extrema concisión que caracteriza a la norteamericana Gertrude Stein; popularizada por novelistas como Ernest Hemingway o los grandes creadores de la serie negra policial (Dashiell Hammet o Raymond Chandler). Y por el otro, la exhuberancia en el despliegue lingüístico que resulta propia en el barroco latinoamericano (por ejemplo, el cubano Alejo Carpentier, pero las manifestaciones de este estilo son innumerables en toda nuestra América). Nuestro novelista no se siente incómodo entre ambos extremos, ya que más bien su estilo es una magnífica síntesis entre ambos modelos. Ocurre que Jorge, como todo (buen) escritor, es un lector incansable. Y abrevando en los libros construye de modo notablemente artesanal su propia escritura. La suya es una construcción teórica y práctica que incluye la reflexión acerca del arte de narrar, la lectura sumamente cuidadosa de fuentes históricas para construir el contexto en que se desarrolla su novela y la elaboración minuciosa de trama y personajes.

El resultado es una excelente novela construida en forma de sinfonía- en la opinión del autor- o como despliegue de varias narraciones sucesivas o yuxtapuestas; al modo de ciertas muñecas rusas, según el autor de estas líneas. La presentación “musical” puede rastrearse en las tres partes como movimientos en que se divide el texto. La forma musical que alcanzó su cumbre con Ludwig Van Beethoven implica una aspiración a la sistematización que resulta por entero compatible con la novela en general. Y muy particularmente con “El Botín de la Buena Muerte”, un libro que puede ser disgustado como magnífica ficción o como ensayo histórico-sociológico. Por otra parte, es un lugar común en la teoría literaria que se realice la asimilación poética entre el sub-género narrativo cuento, parangonable con la lírica y la novelística; asimilable a su vez con la épica. Por riqueza expresiva, la obra que analizamos se acerca a la belleza del mejor lirismo. Por sus connotaciones heroicas, es asimilable a los mejores relatos que dan cuenta de quienes luchan abnegadamente por mejorar la condición de la existencia humana; particularmente de aquellos que Antonio Gramsci llamase sujetos subalternos.       

Por cierto que, en nuestra opinión la mejor lectura es la que progresivamente va descubriendo la existencia de diversas (sub)novelas que viven en el mismo libro. En efecto es un magnífico entretenimiento. La trama mantiene el interés del lector atento durante las casi medio millar de páginas. Es un viaje nostálgico por la mocedad del autor (los grandes artistas son eternamente jóvenes) y por el recuerdo de una militancia que ya no es igual; pero que mantiene idéntica pureza y aspiración por la libertad. Tiene momentos en que es un estudio histórico y sociológico magistral de la sociedad peruana. Puede ser leído como novela negra, aunque esta interpretación no sea del agrado del autor, tal como lo manifestó en la entrevista televisiva que le realizara este escriba y a la que se accede  desde http://www.redaccionpopular.com/content/reportaje-al-novelista-peruano-jorge-rend%C3%B3n-vazquez

La paleta del autor no falta ni falla en el certero y agudo modo con que presenta a los diversos personajes. Seremos demasiado mezquinos en destacar solamente dos: Erasmo, en el cual se perciben ecos de la propia  trayectoria vital de Rendón y el burgués y terrateniente Federico; quién frente a la sospecha de que la mujer que ama- que como es frecuente no se trata de su esposa- puede haberle birlado un robo magistral (el botón del título) decide en su mente asesinarla. La sentencia no es ejecutada porqué la amante pone conveniente distancia; pero conmueve y estremece hasta que punto el único sentimiento puro que albergan los burgueses es la necesidad de acumular ganancias. La maestría de Rendón para retratar personajes remite al conocimiento teórico de la condición humana, a la experiencia de varias décadas bien vividas y a su minuciosidad para escribir.          

En razón de todo lo dicho y de lo que descubrirán por si solos los lectores, “El botín de la buena muerte” es un libro dispuesto a ser saboreado como el manjar supremo que realmente es. Integra con las crónicas que daban cuenta de las primeras rebeldías contra el explotador colonial, la obra de Arguedas, Vallejo, el Amauta Mariáteguí y tantos coterráneos de Rendón y demás integrantes de nuestra América literaria el gran océano de las letras que ha conformado el inacabable libro de la gran patria latinoamericana. Ali es un capítulo insustituible  
  
Por Raúl Isman.
Docente. Escritor.
Columnista del Noticiero televisivo
Señal de Noticias y
del programa radial
“Avivados por Juaretche” (Radio LT14. Paraná. Entre Ríos)
Colaborador habitual del
periódico Socialista “el Ideal”
Director de la revista
Electrónica Redacción popular.
  

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