LA FAMILIA - MILITANCIA DOMESTICA

(*) Dr. ALBERTO FELIPE PANNONI


En el desasosiego que me provoca la hartura de escuchar cotidianamente en los medios de difusión, noticias sobre crímenes atroces cometidos por infantes... casi niños. Sobre la escalada irrefrenable de delitos de todo calibre, también cometidos por infantes... casi niños. Las opiniones de los magistrados, ministros, personas adultas...casi viejos, me puse a pensar sobre un tema que siempre se toca de soslayo, y al que no se le adjudica la importancia debida, cuando se plantean las perspectivas de análisis mediante las cuales que se buscan encontrar las soluciones adecuadas a la problemática que la situación plantea a la comunidad, que hasta el presente se exhiben como inacibles. 

Por ello, con la mayor humildad y prudencia, es mi formación cristiana, nacional y peronista, la que me indica necesariamente a reflexionar sobre la Familia argentina, desde el particular hontanar al que el miraje de tales convicciones me conduce. 

Tengo para mí que la familia es la célula fundamental de la sociedad, por que solamente a partir de ella, esta podrá carecer, subsistir y renovarse en la medida que existan matrimonios suficientemente numerosos y adecuadamente fecundos. El matrimonio así comprendido es una unión trascendente con caractéres de misión.- 

La Familia como ente generacional de la sociedad, deviene por tanto, en primordial célula de ésta, en el sentido biológico, moral y cultural, principal fundamento de la comunidad organizada. La ley vital de los puelos, como el cumplimto de las normas propias de la naturaleza, presentan como sus medios viabilizantes al matrimonio y a las familia como medios para determinar su propia existencia y crecimiento biológico. 
La experiencia indica que la célula fundamental de una sociedad, que es el medio donde se desenvuelven las fuerzas espirituales y moreales del hombre es la Familia, ya que ella constituye la primera gestión de la educación y socialización del hombre con su dignidad de persona. 

Allí es donde se componen y estructuran en el espíritu humano, las dos virtudes sociales mas empinadas, la solidaridad y la justicia. A ellas deben agregarse otras dos virtudes sociales que no les van a la szaga a aquellas, la de la justa obediencia y la del justo mando. 

La justa obediencia presupone el respeto a la autoridad como poder moral, y el justo mando presupone la conciencia de que la autoridad se ha dado en bien de aquellos a quien se manda.
 
En la Familia el hombre aprehende que la obediencia no puede consistir en una entrega sin voluntad, y que su esencia consisite en el sometimiento al orden de su ser social, sin el cual se encontratía como persona aislado y con su humanidad raquítica. 

Para el hombre es menester que aprenda en el seno de su famila a mandar y a obedecer para estar en situación condigna a los derechos que como persona detenta, frente a la autoridad que la estructuración del cuerpo social al que pertenece determine. 

Así solo aquellos que puedan aprender en el seno de una Familia, integrante de una comunidad organizada, que el mandar no puede trastocarse en mera ansia de dominio sino que es un servicio que ha de atender solo a los intereses de la comunidad y a procurar el proveimiento de su bien, podrán ser los portadores de la autoridad social. 

La Familia es así alfa y omega dela podegagía social. 

El resto de las virtudes sociales que se originan y se fundan en el respeto a lo demás personas, considerando solo una clase de hombres, en absoluta igualdad, rasero dado solo por su naturaleza humana, con identidad inmarsecible de derechos, tales como la ayuda mutua, la bondad, la sociabilidad, el dominio de sí, la cosideración social de los demás, la condescendencia, la sinceridad, la buena fe, etc., todas ellas las ha de aprender el hombre desde los unbrales de su existencia, en la propedéutica que la socialización familiar le brinde en su seno. 

La Familia por tanto es moral y biiológicamente la célula la mas importante del cuerpo social. 
También es la Familia la piedra angular de la cultura social. 

Podemos decir, sin temor a errar, que los pueblos con crecimientos demográficos recesivos poseen una cultura decadente. 

El fundamento profundo de lo prenotado se evidencia en el hecho que uno de los impulsos que motorizan la elevación del plexo axiológico que coesiona la estructuración y existencia de una sociedad determinada esta dado por los valores morales y espirituales desarrollados en el seno de las familias que la componen, la declinación de estás entidadedes naturales y culturales, producen consecuentemente el decaimiento del axios vinculante de la sociedad a la que configuran y dan existencia, provocando su propia magrez cultural. 

Tal ez no sea aventurado decir que se deben alentar, promover, y amparar, en el mas amplio de los sentidos la formación y sustento de las integralidades familiares. Las parejas no deben ser remisas ni eludir la responsabilidad de los hijos, ni con los hijos. Algunas de tales conductas que infisionan al parecer el criterio de muchas jóvenes parejas argentinas deben removerse, ya que agostan definitivamente la evolución de nuestra propia cultura com pueblo, a manos de ideas prohijadas por un liberalismo individualista y perverso que ha seducido a muchos con un consumismo egoísta al que siempre, por un medio o por otro se mantiene estratégicamente insatisfecho. 

La comprobación histórica nos muestra que el estado de una sociedad, sus íntimas fuerzas morales y espirituales de reenovación, se verifican con solo comprobar el estado de las familias que lo componen. 
El correr de los triempos a demostrado suficientemente, que la decadencia de la vida familiar es la casusa mas profundad de la decadencia de los pueblos. 

Cuando la Familia se encuentra desatendida por la sociedad y despreciada por el Estado, cuando la comunidad está relajada, cuando la insufiencia de la base económica exisitencial responde a la satisfacción de los intereses de algunos o de sectores privilegiados, caundo las disoluciones familiares van en aumento por causas de naturaleza varia, entonces en verdad estamos ante una sintomatología inequívoca de profunda crisis que puede producir consecuencias imprevisibles. 

Sobre el tema, el Tte. Gral. Juan Domingo Perón, en su Modelo Argentino a dicho: "Pese a los embates de una creciente anarquía de los valores esenciales del hombre y la sociedad que parece brotar en diversas partes del mundo, la familia seguirá siendo, en la comunidad nacional por la que debemos luchar, el núcleo primario, la célula social básica cuya integridad debe ser celosamente resguardada. 

Aunque parezca prescindible refirmarlo, el matrimonio es la única base posible de constitucvión y funcionamiento equilibrado y perdurable de la familia. 

La indispensable legallidad conforme a las leyes nacionales no puede convertirse en requisito único de armonía. Es preciso que nuestros hombres y mujeres emprendan la constitución del matrimonio con una insobornable autenticidad, que consiste en comprenderlo no como un mero contrarto jurídico sino como una unión de carácter trascendente. 


Si esto es asi, nuestos ciudadanos no deben asumir la responsabilidad del matrimonio si no intuyen en profundidad su carácter de misión. 

Misión que no solo consiste en prolongar la vida en esta tierra, sino de proyectarse hacia la comunidad en cuyo seno se desenvuelve. Esto impllica comprender que, como toda misión radicalmente verdadera, supera incesantemente el ámbito individual par ainsertar a la familia argentina en uan dimensión social y espiritual que deberá justificarla ante la historia de nuestra patria. 

Tomando en cuenta estos aspectos, es conveniente reafirmar la naturaleza de los vínculos que deben unir a los mienmbros de la familia. 

La unidad de ideales profundi 

No cabe duda que no siempre existe la posibilidad de comprender espontáneamente lo que he caracterizado como misión. No es posible prescindir, porlo tanto de una decuado proceso formtivo que debe definirse crecientemente, y cuya finalidad consista no solo en sentar las bases para una unión duradera sino en gestar en la pareja la comprención radical del sentido último de matrimonio.Este sentido entendido como misión, se concentra, ya lo he dicho, en una radical dimensión espiritual y en su verdadera resonancia histórico social. 
Para que la familia argentina desempeñe el rol social necesario, sus integrantes deberán tener en cuenta algunos principios elementales en sus relaciones. Así estimo que el vínculo entre padres e hijos debe regirse sobre la base de la patria poterstad, no entendidia como un símbolo de dominio, sino como un principio de oritentación fundado en el amor. 


El niño necesita de la protección paterna par ayudarlo a identificar su función social y para ello es lógico que los padtres deben usar la gravitación natural que tienen sobre sus hijos. 


Por este camino se contribuirá a consoludar la escala de valores que asegurará pra el futuro que de ese nió surja el ciudadano que necesita nuestra comunidad, en lugar de un sujeto indiferente y ajeno a los problemas de su país. 


Es la solidaridad interna del grupo familiar la que enseña al niño que amar es dar, siendo ese el puinto dae partida para que el ciudadano aprenda a dar de si todo lo que le sea posible en bien de la comunidad. 
En esto la mujer argentina tiene reservado un papel fundamental. Es ella, con su enorme capacidad de agecto, la que debe continuar asumiendo la enorme responsabilidad de ser el centro anímico de la familia. 
Independientemente de ello, nuestra aspiración permanenete será que en la sociedad argentina cada familia tenga derecho a una vida digna, que le asegure todas las prestaciones vitales. Entonces, habrá que fijar el nivel minimo de esas prestaciones para que ninguna familia se encuentra por debajo de él en la democaracia social que deseamos. 


El Estado tiene la obligación especial de adoptar medida decesivas de protección de la familia y no puede eludir ese mandato bajo ningún concepto. Olvidar esa exigencia, llevaría a la comunidad a sembrar dentro de ella las semillas que habran de destruirla....


Quiero realizar, en fin, una invocación sincera a la ramilia aargentina. 


Asistimos en nuestro tiempo a un desolador proceso, la disolución progresiva de los lazos espituales entre los hombres. Este catastrófico fenómeno debe su propulsión a la ideología egoísta e individualista, según la cual toda realización es posible solo como desarrollo intnerno de una personalidad clausurada y enfrentada con otras en la lucha por el poder y el placer. 


Quienes así piensan solo ha logrado aislar al hombre del hombre, a la familia de la nación, a la nación del mundo. Han puesto a unos contra otros en la ñcompetrencia mabiciosa y la guerra absurda. 


Todo este proceso se funda en una falacia, la de creeer que es posible la realización individual fuera del ámbito de la realización común. Nosotros los argentinos debemos comprendfer que todo miembro, particular o grupal, de la sociedad que deseamos, logrará la consecución de sus aspiraciones en la medida en que alcancen también su plena realización las posibilidades del conjunto. 


No puede concebirse la familia como un núclio desgajado de la comunidad, con fines ajenos y hasta contrarios a los ñque aseume la Nación. Ello conduce a la atomización de un pueblo yal debilitamiento de sus energías espirituales que lo convierten en fácil presa de quienes lo amenazan con el sometimiento y la humillación." (Tte. Gral. JUAN DOMINGO PERON. PATER PATRIAE DIXIT. MODELO ARGENTINO) 


Una profunda reflexión sobre las enseñansas del General, seguramente, nos harían encontrar el camino para encontrar la causa de los males, que como comunidad padecemos. 


Quizás se deban reveer algunas pautas de desarrollos social, adecuar decididamente el rol del ciudadano argentino a las verdaderas necesidades de la nación. 
Evolucionar llevando la potencia de nuestras capacidades a acto. 


Y los militantes, militasn la solidaridad, en la paz, en la justicia, en la tolerancia, en la protección del hombre de su familia y su nación. 


Militar por el pueblo, y solo por su interés, por el hombre y un poco menos por los espacios creados como entelequias de la nada. 


De tal suerte, con la fecundidad que suele producir el peronismo decidido en una derrota, se logre que nuestros hijos en lugar soportar un destino de exclusión, y miseria, puedan superar la historia de muchos de sus padres. 


Que esos niños y jovenes puedan disfrutar de sus juegos, estudios y deportes, y no se vean constreñidos al delito, a la droga, al vicio y a la muerte violenta, cuando apenas empiezan a vivir. 
Militemos compañeros para devolverles la vida y el futuro a nuestros hijos, qsue son los habitantes de un futuro que seguramente no hemos de compartir. 


Militemos en lo domestico, en militancia no rentada, como peronistas, por la patria, por el pueblo y por Perón, como Evita no enseñó con su ejemplo imborrable. Pongámos nuestro pensamiento peronista en acción. 


Si protegemos y desarrollamos las familias, se ha de lograr reestablcer nuestra cultura, con lo que aseguraremos al pueblo y a la Patria.



SERIE PLUMAS DE FACE

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