AL SOCIALISMO HAY QUE EXIGIRLE MAS

*Por Daniel A. Stragá
Seguramente a aquellos infantiles incondicionales no les gustarán estas líneas.
Algunos otros omitirán cualquier tipo de comentario u otros encontrarán lo injustificable para justificarlo.

Ya en alguna ocasión, cuando invitado a hablar sobre los derechos humanos en Cuba en representación de la CORREPI, organización política a la que pertenecía,   me atreví a decir que me oponía a la pena de muerte en la isla y a la represión a los homosexuales. La propia Hebe de Bonafini me trató de “gusano”.
Igual tratamiento se le dispensó a Saramago cuando se atrevió a criticar los fusilamientos en 2003.

Pero, en fin, seguiré siendo un libre pensador que quiere reflexionar acerca de la barbarie que significó la muerte de Zapata Tamayo, como consecuencia de una huelga de hambre.

La bravata de Granma excusando que el individuo era un preso común y no un preso político es una estolidez, propia de aquellos que no respetan el disenso intelectual de los demás.

Lo de Raúl Castro en cuanto que la muerte del detenido es producto del bloqueo imperialista también recoge la peor tradición del stalinismo.

El diario del PC cubano sostiene que Zapata Tamayo era un preso común maquillado de preso político. Vale decir que, para las autoridades cubanas hay discriminación en cuanto al status o al delito por el cual fue condenado y por tanto, no merece la misma consideración. O lo que es peor aún, que un preso común emprenda una huelga de hambre explícitamente le brinda el pasaporte para el cementerio.

Es la misma y brutal respuesta que la Sra. Delia Garcilazo sufrió de parte de los directores del Departamento de Violencia Institucional del CELS cuando se presentó ante esa organización reclamando castigo a los culpables de los torturadores de su hijo, preso común, muerto a palazos por la requisa en la Cárcel de Caseros. No recibiría ni la solidaridad ni el patrocinio de esa ONG porque su hijo era un simple preso común, ladrón para más datos estigmatizantes.

Sin perjuicio de mi propia conciencia en cuanto que si un preso común encara una protesta contra las condiciones gravosas de detención se convierte per se en un preso que se enfrenta a la política carcelaria de un país, y con ello, hace “política”, lo cierto es que, sea político o común, un detenido está en manos del estado que lo tiene retenido y es ese estado el que debe responder por su vida e integridad física.

Sea que Zapata Tamayo sea un disidente legítimo, un posicionado contrarrevolucionario del exilio de Miami o un preso por un delito común, la República de Cuba es responsable por lo que le pasó.

Zapata Tamayo no murió de muerte natural o por hecho traumático inevitable. Todo lo contrario, inició una huelga de hambre que lo llevaría inexorablemente a la muerte sino desistía por haber alcanzado sus reivindicaciones o por haber sido asistido adecuadamente.

La negativa de las autoridades cubanas de acceder a sus reclamos y la falta de imposición de asistencia médica significaron que se tomó la decisión política de dejarlo morir.

Entonces, ante un hecho de tamaña indignidad no merece ser sometido a la indiferencia o mejor dicho al silencio cómplice de la izquierda. Y digo de la izquierda porque, por supuesto, ya es y seguirá siendo utilizado por la derecha y el imperialismo para socavar la revolución cubana. Y como primera medida, al empresario chileno Piñera, devenido presidente le diría que se encargue de amnistiar a los presos políticos mapuches que se pudren en las mazmorras filopinochetistas.

La causa de la liberación irlandesa encontró un mártir ejemplar cuando el 5 de mayo de 1981, Robert George Sands, conocido como Bobby Sands, se dejó morir de hambre en la prisión de Maze (Irlanda del Norte) a los 37 años de edad, después de 66 días de una huelga de hambre que mantuvo para reivindicar la condición de presos políticos de los encarcelados del IRA.

La intransigencia de la llamada Dama de Hierro, Margaret Thatcher fue repudiada por todo el universo democrático, progresista, humanista y de izquierda.
Sería de un ejercicio interesante que la izquierda discuta seriamente si el apoyo al faro de la libertad de América merece ser empañado por estas muestras de absurdo autoritarismo. 

Es increíble pensar que hasta un represor como fue el radical Fernando de la Rua, que dicho sea de paso inauguró su gobierno en diciembre del 99 con la represión del puente de Corrientes que causó la muerte de los jóvenes Escobar y Ojeda, cedió ante la huelga de hambre de los presos de la Tablada.

Entonces, sería de interés conocer los motivos por los que las autoridades de la isla permitieron que Zapata Tamayo muriera. ¿Era necesario? O como dijera Galeano que las prisiones y fusilamientos no son más que buenas noticias para el superpoder universal.

Tan inconcebible y necio como retener que otros disidentes pudieran ir al velorio de Zapata Tamayo. Ni siquiera la colonialista Albión se le ocurrió negar que los seguidores del IRA participaran del funeral de Bobby Sands.
No es caprichosa la comparación. Sobre todo por las consecuencias. La muerte de Bobby Sands significó que al menos 10 presos del IRA imitaran su conducta. Hoy, hay más presos cubanos haciendo huelga de hambre. Nos preguntamos qué hará Raúl Castro con estos. ¿Los dejará morir también en aras de la ortodoxia revolucionaria?

Francamente, no se puede seguir acompañando a Cuba con semejantes prácticas. O mejor dicho, no se puede seguir adhiriendo adicta, prosélita e incondicionalmente ante estas conductas que, incluso, son más que una “cagada” al decir del periodista Pedro Breiger en el programa radial Marca de Radio.

No es simplemente un error humano sino que es una violación a los derechos humanos. Si siempre hemos entendido que la muerte de cualquier persona que se encuentra en custodia significa una violación a los derechos humanos en los regímenes capitalistas, porque hemos de tener posturas tan indulgentes con el socialismo cubano.

Es necesario que, por izquierda, se condene estos episodios. Y decirlo con todas las letras, de la misma forma que, en aquella oportunidad cuando fui repudiado por mi posición contra la pena de muerte y por la represión a diferentes opciones sexuales, que el capitalismo haga esto es normal, natural, forma parte de su propia esencia, pero al socialismo,  al socialismo hay que exigirle más.

*Abogado de Derechos Humanos

 Fuente: Razones de Ser

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