UNA CIUDAD FANTASMA

*Por Eliana Valci

136 velitas ha soplado la brisa del mar de una ciudad fantasma, donde las carencias existen y van “in crecendo”, sin embargo pasan inadvertidas como una anima en pena, que vaga por la calles, mezclándose entre el ocio y la mediocridad popular.

Para los veraneantes ello podría parecer una falacia, al verse deslumbrados por la inmensidad del mar y el brillo de las luces céntricas, pero para quienes vivimos el día a día y palpamos la realidad que nos circunda, no podemos hacer la vista gorda como si nada pasara.

La urbe costera, es desde sus comienzos sectaria, ello se empieza a advertir con la influencia del peronismo, que dio impulso económico a las clases obreras, para que tuvieran sus merecidas vacaciones; lo cual causó y sigue causando un profundo malestar en las elites allí  instaladas.

Desde aquellos años inmemoriales al día de hoy, la Biarritz Argentina nada ha cambiado; vive a costa de los turistas, pero pese a ello los aborrece. No obstante, es una ciudad donde la mayoría de sus residentes son del interior del país.

A las claras, resalta la incógnita del ser marplantese, es como un híbrido que no se sabe exactamente a ciencia cierta que es lo que es, si es ciudadano o es habitante…aunque me inclino más por la segunda opción, porque quien es ciudadano, se compromete con sus raíces, tiene sentido de pertenencia y no permite que su vida social y política sea regida por terceros agenos a su cosmos.

Y en este vaivén entre el “ser o no ser”, la capital turística del país, se ha transformado en una ciudad fantasma, donde la necesidad pasa desapercivida, al verse opacada por los excesos que permite el ocio, generando un mayor individualismo, y el más hondo de los desencantos, en quienes lucharon por la transformación social y cultural de esta sociedad, que parece ya no tener remedio.

*Directora Revista Ida & Vuelta

Comentarios