DE REDRADO A KIRCHNER, o de SARMIENTO a ROSAS


(*)Lic. Pablo A. Vázquez


Entre la maraña de información surgida en estas horas por el conflicto en el Banco Central me llamó mucho la atención la nota de Julio Blanck en la sección Panorama Político de Clarín de la edición digital de este domingo - junto a las trascendentes “Mucho más que dos: el insólito mundo del Poliamor” y  Siempre compartimos todo, hasta los hombres” de las gemelas misioneras que salieron meses atrás en el programa de Susana Gimenez  - titulada: “Un paso más cerca de la selva”, donde se puede leer este análisis: “Para echar mano a las reservas del Banco Central, el Gobierno actuó saltando por encima de la ley, el Congreso y hasta la Justicia. Transformó al vicepresidente Cobos en el enemigo más temido. Y frente a otra hora difícil, desempolvó la teoría de una conspiración en su contra. El Gobierno decidió por decreto usar 6.569 millones de dólares de las reservas para pagar deuda, desconociendo al Congreso. Avanzó con esa medida ignorando a la Justicia, incluso a la Corte Suprema que le pidió informes a la Presidenta sobre las razones que sostenían su decisión. Echó al titular del Banco Central arrasando el procedimiento ordenado por la ley, porque no hizo la obligada consulta a una comisión parlamentaria. Y cerró el círculo con una virtual intimidación a la jueza que frenó los procederes ilegales, con presencia policial en su domicilio y seguimiento callejero”.
A esta descripción inicial le sigue una temeraria afirmación, que es la que motiva mi escrito: “No es el ejercicio de la suma del poder público, como el que la Legislatura de Buenos Aires le otorgó a Juan Manuel de Rosas en marzo de 1835, cediéndole las funciones legislativas y judiciales. No es, pero se le parece bastante. Y con semejante deterioro del imperio de la ley, quedamos un paso más cerca de la selva”.
Estoy obligado a señalarle a Blanck que fue el 30 de junio de 1834 cuando la Legislatura de Buenos Aires eligió gobernador al Brigadier General Juan Manuel de Rosas, el cual rechazó el cargo en reiteradas ocasiones hasta que, tras el breve gobierno de Maza, los diputados le confirieron el 13 de abril de 1835 la suma del poder público, previa consulta popular, en momentos en que fue amenazada la patria por “los de afuera que domina y los de adentro que entregan”. Y que ese régimen contó con el apoyo de los sectores populares de la época que respaldaron sus medidas para enfrentar los bloqueos y las amenazas unitarias, en particular la Ley de Aduanas de ese año que apuntaló las economías regionales y lesionó los intereses imperiales.

Ahora la idea de compara a la actual Administración y sus procedimientos políticos, con el período de la Confederación Argentina dirigida por Rosas no es inocente. Se vale Clarín – junto a La Nación y a cloacas como el Informador Público o SEPRIN - a través de sus escribas “independientes” de hablar de intervencionismo, vulneración de los principios republicanos, aprietes -  como en la nota de La nación “El manual del apriete, paso a paso” de Adrián Ventura – y demás yerbas. Así se leerán en breve como las huestes de Moyano y D’ Elía se homologan a la Mazorca o al escuadrismo fascista, dándoles también un contenido chapista y de aproximación al marxismo desde otros sectores reaccionarios.

La aparición de la jueza Sarmiento - con igual apellido del pedagogo sanjuanino impulsor de la consigna Civilización y Barbarie, y con familiares relacionados a los servicios en la época del Proceso -  actuando en tiempo record, sumadas a las declaraciones de “prudencia” del afectado Redrado sirven para abonar toda una operación política - comunicacional donde se busca deslegitimara el ejercicio del poder presidencial desde la retórica desestabilizante.
Más allá de errores, apresuramientos y falta de comunicación clara de las decisiones presidenciales, hay sectores del poder económico que ven el peligro de perder poder frente a las decisiones del actual gobierno en materia financiera. Es como surgen los rumores de adelantamiento de elecciones, juicios políticos y candidaturas apresuradas desde el arco opositor por la disputa del poder.
El poder, como la facultad de cambiar la conducta de los demás para conseguir imponer la voluntad propia a pesar de la resistencia de los otros, puede ejercerse porque quien obedece lo hace bajo la amenaza del empleo de la violencia o porque ha sido persuadido o manipulado a través de los mecanismos de control que emplea el mismo poder y que se ejercen sobre los grupos sociales, así como las ideologías que permiten ejercerlo y que justifican determinadas formas políticas como el Estado, los partidos, las instituciones y los grupos sociales.
Si se lo categoriza como Poder legítimo, éste debe ser respaldado por el derecho y la opinión pública, que se convierte así en autoridad, aunque pueda verse afectada por la manipulación y la propaganda. “Sólo unos pocos estamos capacitados para gobernar, pero todos somos capaces de juzgar una política”, según la fórmula clásica de Pericles.
Y ese poder necesita el consentimiento de aquellos sobre los cuales se ejerce: éste es el caso del poder político. El poder político es efectivo si incluye el consentimiento de los gobernados, ya que la supervivencia del poder está estrechamente ligada al grado de adhesión que logre suscitar y mantener en la ciudadanía. Para ella, el poder no es nunca una propiedad individual. El poder pertenece al grupo y sobrevive sólo en la medida en que el grupo permanece, según Hannah Arendt.
Aquí el tema no es Redrado sino las operaciones por desestabilizar la gestión de Cristina Kirchner que con aciertos y errores lleva adelante los destinos de la Patria consensuada por la legitimidad y legalidad del voto de la ciudadanía y el apoyo popular.
En estos días se confrontará no sólo con fallos y reuniones sino con la palabra, ya que son los procesos discursivos los que construyen – o buscan quebrar - los procesos sociales, al decir de Ernesto Laclau.
Pienso que estas operaciones mediáticas deben tener la respuesta de la permanente alerta de la ciudadanía que no debe prestarse a este juego. Y que, como yapa, frente a las comparaciones sobre el período de la Confederación Argentina por parte de sectores monopólicos de la prensa me atrevo a afirmar que ojala el proceso actual fuese como la época de Rosas, donde sí se tuvo en claro nuestra defensa de la Soberanía ante todo!!!
  

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