ADOLFO DOMIJAN, EXPONENTE DE LA CULTURA MARPLATENSE



  Por: José Luis Ponsico (*)

  El martes pasado dejó de existir el Dr. Adolfo Domiján, ex juez laboral y ex concejal justicialista en los´90. Sus comienzos como dirigente político los había dado en el extinguido Socialismo Argentino, escisión del tradicional Partido Socialista Democrático de Alfredo Palacios en el orden nacional y don Teodoro Bronzini en Mar del Plata.

   Domiján, nacido en los albores del´30, incursionó mucho en la cultura popular. Fut-bolero y locuaz, llegó a jugar en San Isidro a fines de los´50. Una década más tarde siendo abogado y docente fue un pionero del Club Universitario, donde abrevó una generación de profesionales en fútbol y rugby.

   Grandote, corpulento, Domiján junto a su colega Agustín Wáshington Rodríguez (hijo) constituyó una camada de muy jóvenes profesores del Colegio Nacional "Mariano Mo-reno" cuando ninguno de los dos habían cumplido 30 años de edad. Los alumnos de aquél tiempo suelen tributar homenajes a sus primeros maestros de enseñanza. Aquí, un caso.

    Con la reapertura democrática -o una de ellas- menguada por la proscripción al peronismo en julio del´63, cuando ganó el Dr. Arturo Humberto Illia por la Unión Cívica Radical su acceso a la Presidencia, el "profe" Domiján con 32 años se lanzó decididamente a la vida política. En Mar del Plata lideraba Jorge Lombardo, sucesor de Bronzini. 

    El cronista recuerda con mucha precisión verlo -algo po-co común para un muchacho de 14 ó 15 años- "al profe" subido a una tarima y haciendo un discurso frente a la Catedral, en plena calle San Martín aún no peatonal. Seguido por no más de 40 ó 50 personas. Transeuntes que escuchaban sin ser correligio-narios o militantes. Era tenaz.

    En 1968 Domiján jugaba como centrode-lantero en Uni-versitario, campeonato para veteranos y hasta ganaron un partido, amistoso, a un equipo de "glorias" del fútbol "grande". Antes del asado y los recuerdos, por un rato todos habían admirado al ex-traordinario Norberto "Tucho" Méndez, 45 años por entonces, gordo, retacón, haciendo maravillas.

    Curiosamente, "la figura" del partido y autor de dos goles fue "el 9" cuando ya era famoso Gerd Müller en Alemania y antes lo había sido el interminable Uwe Seeler. Domiján, contemporáneo del "Tanque" del´58, 62 y 66, no parecía del barrio "San Carlos", cercano a la Iglesia de Juan B. Justo y Entre Ríos. Sino un bávaro por su juego.

     La dictadura lo dejó "rengo" en su actividad Política y la-boral. Con una familia nume-rosa, su pasado de hombre -hoy sería "un progresista"- ligado al socialismo o a "las izquierdas" diría algún andaluz, no le permitió gran desarrollo profesional ni social. Vivió el "oscurantismo" de cualquier otro hombre con ideas.

     Casi, retirado, dedicado a su esposa e hijos, vivió "refugiado" en su casa y esperó pacientemente la vuelta de la democracia. Con los años recuperó < como referente de la familia judicial y fue juez laboral del foro marplatense. Respetado y muy seguido por su personalidad.

      En los´90 se acercó al justicialismo bonaerense. Es-tando en Buenos Aires hubo un inesperado reencuentro después de muchos años con el cronista que había integrado una generación de alumnos del joven docente mar-platense. Un par de citas posteriores en los medios locales sirvieron para que el PJ lo hiciera candidato. Sin mucha historia parti-daria.

      Fue concejal entre 1991 y el´95. Se en-treveró en lides que desconocía y mantuvo su espíritu emprendedor mien-tras sus hijos, ya crecidos, tomaban distintos caminos. Su her-mano menor, Francisco (Pancho) Domiján, entre tanto mantuvo siempre un bajo perfil y mucha admiración por el polifacético Adolfo.

      El miércoles último en un intercambio con Juan Carlos Morales, colega y amigo de una cruzada también iniciada en los años´60, la informática  no fue por chat, sino por un ida y vuelta de mails mandó la noticia. "José, tengo una mala para vos. Murió Domiján" decía. Fue un impacto.


      "Hace unos días lo había visto por Güemes -calle favorita de muchos marplatenses que en el verano se hace in-transitable con miles de veraneantes- y estaba bien, como siempre hablando de los temas que le gus-

taban. Una pena", concluyó el periodista que conoce buena parte de la historia.


       Casi sin pretenderlo muchos vivimos la nostalgia y la vida cotidiana como una mezcla extraña, donde se unen hermosos recuerdos y recurrentes situaciones no precisamente "pla-centeras": pagar cuentas, eludir infracciones de tránsito, ser tolerante en la vía pública con quiénes no lo son, soportar quejas, algunas injustas y siguen firmas.


       La noticia del deceso del "profe" Domiján, corajudo delantero de inolvidables partidos con abogados, médicos, contadores y "colados" -para el caso, el cronista- permitió una tregua. Un café, la mirada larga y el pensamiento remitido a cuatro décadas en el re-

trovisor de la memoria.Mar del Plata luce por su belleza, la ciu-dad transita otro verano con imágenes que recorren el mundo; el mar ofrece un espec-táculo único, la Costa Atlántica sigue siendo un polo de atracción y dos millones de personas van y vienen, entran y salen. No siempre la ciudad trasciende por sus personas, cuando ellas no emigraron.


         La fama de Astor Piazzolla, Guillermo Vilas, Juan Cu-ruchet, antes "Uby" Sacco, como el necochense Hugo Ibarguren -por citar famosos internacionales- la alcanzaron en París, Nueva York, Beijing, Las Vegas o Bélgica, respec-tivamente. Pero hay mar-platenses que triunfaron sin irse. Son muchos.

         El Dr. Adolfo Domiján ha sido uno de ellos. En una hi-potética discusión futbolera el "profe" hubiera dicho por la "pérdida de identidad del fútbol marplatense" y la falta de equipos locales en el fútbol "grande", como antes... "¡ Y qué pretendés ! si en Mar del Pla-ta no quedan barrios donde el fútbol y los clubes eran la esencia de la vida del pibe"

(*) Periodista de la agencia Télam


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