NOS ESTAN ROBANDO LA HISTORIA

*Por Eliana Valci

Ver a la juventud sólo como una franja etarea perteneciente a un determinado período biológico, no deja vislumbrar su misión en el mundo, la que se constituye a través de su impulso enérgico, el arte de la creación y la imaginación que caracteriza al espíritu de una generación.

La sociedad no ha sabido observar a la juventud de esta manera, dado que “siempre hubo jóvenes, pero juventud no”, según sostiene Sergio Balardini; por lo que la realidad muestra que no se ha comprendido el potencial que encierra la juventud en sí misma.

Así se devela el enigma acerca de por qué se ha dejado de lado la rica legislación que existe en relación a la juventud, dentro de la cual podemos destacar a la Constitución Nacional de 1949 que reza que hay que “preparar a la juventud para el cultivo de las ciencias al servicio de los fines espirituales y del engrandecimiento de la Nación”; normativa esta que “llamativamente” fue derogada por la Revolución Libertadora en 1957, y que lamentablemente no figura en la Carta Magna actual.

Sin ir más lejos, actualmente tenemos una Dirección Nacional de Juventud, constituida dentro del ámbito del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, a través de la cual se ha creado por ley Nº 26.227, el Concejo Federal de Juventud que comprende a las Direcciones Provinciales de Juventud, a las Áreas Municipales de Juventud, y a las organizaciones sociales, políticas y religiosas de juventud, una maravillosa iniciativa con ideas claras y precisas relativas a las políticas públicas de juventud y a la participación de la misma, pero que no tienen el impacto y la incidencia que debería. Una vez más lo que se dice, no se condice con lo que se hace.

Por lo tanto, este no es el trasvasamiento generacional del que hablaba el Gral. Perón, que dio vida a aquella juventud maravillosa, que nos arrancaron por no aceptar como decía Don Arturo Jauretche, que “los recién venidos ocupen los primeros puestos de la fila”. Sin embargo, en nombre de ello, hoy se está peleando la inserción del cupo generacional, como en su momento se hizo con el cupo femenino, cuando en realidad no deberían existir cupos siendo que cualquier ciudadana o ciudadano puede acceder a los cargos públicos electivos cumpliendo con los requisitos constitucionales.

Para dar participación a la juventud, primero hay que formarla, luego organizarla y por último ponerla en marcha, así se forja el futuro, con militantes que comprendan la política como herramienta para la transformación y se sientan dueños de la mística revolucionaria que Evita nos supo legar.

Bienaventurados aquellos que dejen sus egoísmos y miserias de lado, para tender la mano a los hijos e hijas de nuestra Patria, para que ocupen su verdadero rol, que es el de ser las y los líderes de la Nación, que lleven al pueblo a la victoria.

Claro que para algunos y para desgracia de muchos, es mucho más fácil decir que hacer, convocando a los jóvenes a construir el futuro en el presente, mientras por otro lado los amontonan para pegar y pintar carteles, ó para hacer número en una marcha.

Esto no es lo que nos han enseñado los grandes hombres y mujeres de nuestra historia reciente, quienes sembraron la semilla revolucionaria en esos jóvenes que han marcado su huella en el mundo, de los cuales hoy, algunos grandes y aburguesados se han olvidado de los ideales por los que lucharon.

A tal punto llega la ambición del ser humano, que ni siquiera es capaz de ceder el lugar a su propia descendencia, despersonalizándola de manera que sólo es reconocida por la portación de apellido en algunos casos, y en otros son sólo ilustres desconocidos o desconocidas, planteándose de esa forma un abismo entre el ser y la nada.

Si ello es así, qué esperanzas quedan para las nuevas generaciones?...debemos entonces replantearnos las estrategias y dar un nuevo giro a la historia, en memoria y por la causa de nuestra juventud maravillosa.

Los jóvenes del ayer, que fueron actores de una República Joven, deben comprender que su ciclo está cumplido, que es otro el rol que han de ocupar, es decir, el de formar a los jóvenes del presente; porque de lo contrario debemos entender que nos están robando la historia, que nos están coartando la posibilidad de llegar a los sitios de poder que legítimamente nos corresponden, como en su momento lo han logrado aquellos que hoy hacen odios sordos a los reclamos de la juventud en su conjunto.

El 16 de septiembre se conmemora el Día Nacional de la Juventud, estimamos que es un buen momento no sólo para actos celebratorios, sino para que se llame al dialogo a la juventud, así como se lo ha hecho con todos los sectores de la política, para plantear nuestras necesidades, nuestros proyectos, que son también las de millones de jóvenes y niños de la Patria, que anhelan ser parte de la historia.

*Directora Revista Ida & Vuelta

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