*Por profesor Daniel Chiarenza

La situación internacional, favorable hasta hacía poco tiempo, presentaba -ahora- un cerco de dictaduras hostiles. A la brasileña, que ya contaba con nueve años, se sumaba el gobierno títere de Bordaberry en Uruguay; Morales Bermúdez -quien en unos días estaría en el poder- estaba lejos de ser Velasco Alvarado en Perú; el golpista general Banzer había terminado con el gobierno popular de Torres en Bolivia y pronto Pinochet haría otro tanto con el gobierno democrático de Allende en Chile.


Le urgía a Estados Unidos, luego de la bochornosa derrota en Vietnam, prestar atención a todo lo que estaba ocurriendo en su "Patio trasero" (América Latina del río Bravo hacia el sur).
Todo esto parecía suficiente para no intentar otra cosa que no fuera el camino de la gradualidad y la moderación para poner en marcha un proyecto liberador; aunque también sería ilusorio. Perón pensaba que alcanzaba (cuando todo estaba decidido desde otro centro de poder) consolidar cada etapa antes de avanzar sobre la siguiente.

"Perón temía para sí mismo un destino similar al del chileno Salvador Allende si de dejaba arrastrar" por el entusiasmo revolucionario de los jóvenes "apresurados". "Creía que el golpe de Estado de Chile había sido provocado por la 'irresponsabilidad' de la ultraizquierda" [Julio Godio, Perón, regreso, soledad y muerte]. No otra cosa había pasado en Bolivia.
Era necesario no provocar a la bestia -aunque las gestiones más auspiciosas hubieran fracasado, ante la determinación del Imperio y sus generales del Cono Sur de implementar el "Plan Cóndor"-. "Hace pocos días, en Medio Oriente amenazaron a Estados Unidos con cerrarle el grifo del petróleo [que]... es el 80% del petróleo del mundo, de manera que si ellos cierran la canilla, la industria norteamericana... tendrá un sacudón muy fuerte... El Senado de Estados Unidos contestó que... ocuparían el Medio Oriente. Y lo van a hacer, no sólo con los árabes: ¡Lo van a hacer con nosotros el día que necesiten y no tengan!" (Juan Perón.Discurso del 30 de julio de 1973, Obras Completas).

En ese mismo discurso y apelando a los griegos, como lo había hecho tantas veces en su vida, el viejo General, definió en forma ateniense lo que era revolución en el sentido de transformación y comparándose con el avance civilizatorio de la sociedad helenística, imprecó a los muchachos con aquel inolvidable:"Todo en su medida y armoniosamente".

Los sectores juveniles y revolucionarios que tenían tanta "chispa" como Perón no tardaron en contestarle:"¡Vamos a hacer una patria combatiente / en su medida y armoniosamente!".

Perón se inquietó. Había que detener a los "apresurados", pero también había aprendido "al llegar a la Argentina que el 'hueso montonero' era duro de roer. No deseaba expulsarlo en bloque" [Godio, Perón...], sino encuadrarlo, desmovilizarlo y mantenerlo como amenazante reserva para tener preocupados a quienes sólo confiaban en él para contener a la guerrilla.

Sin embargo no era este el pensamiento de los sectores internos que creían oportuna la ocasión para destruir a la Tendencia Revolucionaria.
Comentarios
Esta declaración era más que clara para ver cómo el peronismo de izquierda era ilógico porque su líder era un reaccionario; sin embargo el culto a Perón pudo más y hubo que esperar la muerte de Rucci, el 1/05/74 y el pase voluntario a la clandestinidad de Montoneros para que se viera lo que las posturas de izquierda no peronistas, como el ERP, venían diciendo desde el Cordobazo.
Salutes!