EN MEMORIA DE UN IGNORADO CABO DE LA MARINA


*Por Carlos Bozzi

Finalizando mayo, comenzó en Mar del Plata el juicio oral ante los tribunales federales contra dos ex militares acusados del homicidio de un joven militante universitario en los años 1976. Se trata del caso que involucra al general retirado Pablo Mansilla y al ex coronel Alejandro Duret por la desaparición de Carlos Labolita, ocurrida en la ciudad de Las Flores en aquel año. Si los tiempos procesales lo indican, esta no será la única causa por delitos de lesa humanidad que se sustancie en la ciudad balnearia durante este año. Prontas también a elevarse a juicio, se encuentran las causas por los hechos sucedidos en la Base Naval, que lleva adelante el Juez Federal Rodolfo Pradas (Causa, “Malugani, Juan Carlos y otros”, expediente número 4447) y por los acontecidos en el Centro Clandestino de Detención ubicado en el ex radar de la Base Aérea local, más conocido como “La Cueva”, que impulsa el Juez Federal, Alejandro A. Castellanos (Actuaciones relacionadas a la causa 15988 Molina Gregorio...).

Más de 40 personas, entre civiles y militares, están acusadas en ambas causas, todas ellas actualmente con prisión preventiva dictada, algunas cumpliendo arresto domiciliario y otras, alojadas en distintos penales de la provincia o la nación. Como se aprecia, el panorama judicial en la costa atlántica para este año se presenta bastante convulsionado, en especial por las vinculaciones entre civiles y militares en la represión de la época y por la cantidad de acusados, algunos de los cuales se retiraron del servicio con altos grados milita res.

Pero lo que interesa a este pequeño homenaje a un desconocido cabo enfermero de la Marina, es poner de resalto, como a veces, determinadas historias, que quizás estén a la vista, delante de nuestros ojos, pueden pasar inadvertidas y solo una pequeña frase, un pequeño dato o un insignificante indicio, dan nueva vida a aquello que pasó desapercibido por largos años. 

Para ubicar al lector, nos referimos a Omar Secundino Oyola, de 29 años, enganchado en la Marina Argentina, de profesión enfermero, quién el 29 de diciembre 1977, fue secuestrado a la salida de la Base Naval de Mar del Plata. No hay fotos de él, no se sabe si era morocho, rubio o pelirrojo, petiso o alto, del norte o del sur del país. Poco se sabe, pero lo que se pudo descubrir es que sus torturadores lo llamaban “Chiche” y que fue desaparecido por “haber cometido un acto de humanidad”.

La historia de la represión en Mar del Plata, da cuenta que la misma pasó por cuatro distintas etapas. La primera de ellas, entre marzo de 1976 a diciembre de 1977, conducida por el coronel Alberto Pedro Barda, es signada como la más cruel, en especial porque en dicho período aconteció lo que se conoce como “La Noche de las Corbatas”. La segunda abarca diciembre de 1977 a diciembre de 1979, con la jefatura del Coronel Aldo Carlos Máspero y se la define como “menos cruel”, pues ya había pasado “lo peor”. La tercera estuvo a cargo del entonces coronel José Segundo Dante Caridi, finalizó en diciembre de 1981 y se la encuadra como “suave” o “legalista”. Sobre la última etapa, que concluyó en octubre de 1984 y estuvo a cargo del coronel Juan Carlos Medrano Caro, poco se conoce hasta ahora.

En el tránsito de la primera a la segunda etapa, diciembre de 1977, se sucedieron hechos que cada uno de los responsables, ignora conocer, alegando unos que aún no estaban en posición del mando del ADA 601 y otros, sosteniendo que habían sido ya trasladados a otros destinos. 

Así, en un primer informe brindado en el año 2001 por la Secretaría General del Ejército se dice que el Coronel Máspero asumió su comando el 7 de diciembre de 1977. Por otra parte en el legajo del Coronel Barda, se consigna como fecha de su relevo del ADA 601, el 5 de diciembre del mismo año. Pero, el cruzamiento de datos entre ambas causas  Base Naval y La Cueva arroja resultados sorprendentes, más allá de las fechas citadas.

Así, en al causa de la Base Naval Mar del Plata, donde Máspero esta acusado de más de 14 homicidios, su defensa alega que si bien el nombramiento data de fecha 27 de octubre de 1977, efectivamente se hizo cargo de la zona, recién a fines de diciembre, con dos actividades básicas fundamentales: ”la primera garantizar la preparación y ejecución del mundial de fútbol 1978 en la guarnición y la segunda consistía en la necesidad de preparar los cuadros y tropas para una muy posible circunstancia de conflicto bélico local, por el conflicto con Chile concretamente… Lo expuesto lo llevó a considerar la lucha contra la subversión como una función alternativa y secundaria para lo cual decidió limitarse en la misma, a la ejecución preventiva (controles, patrullajes, protección de objetivos, etc.)… En tal oportunidad pudo apreciar que la agrupación adolecía de conducta disciplinaria, en similitud con lo que acontecía en el operativo Independencia. El tipo de operaciones daba lugar a dicha inconducta disciplinaria.”

A su vez, los fejes de la Base Naval, acusados de similares homicidios, deslindan su responsabilidad, alegando que la dirección de la lucha contra la subversión estaba a cargo del ADA 601, por lo que ellos, eran ajenos a todo, enterándose de los acontecimientos, exclusivamente por los diarios. Y precisamente, los diarios daban cuenta, por ejemplo, que 6 de diciembre habían sido abatidos en un “enfrentamiento armado”, Ignacio Antonio Suárez (“Panda”) y Norma Inés Delbonis (“María”), en una vivienda de la calle Pedraza 546 de la ciudad de Mar del Plata.

En diciembre del año 2008, se presentaron dos personas ante el Tribunal Oral Federal en lo Criminal de la ciudad atlántica para prestar declaración testimonial. Habían estado secuestradas en la Brigada de Investigaciones de Mar del Plata entre el 16 de octubre y el 30 de noviembre de 1977, junto a 7 personas más: un matrimonio mayor posteriormente liberado, Suárez y Delbonis, dos mujeres oriundas de Santa Rosa (La Pampa) y un joven con una herida de bala en una pierna. Sobre Suárez y Delbonis, ya se sabe lo que pasó. Respecto de las tres personas restantes, otra sobreviviente, también secuestrada en la misma dependencia entre el 5 de noviembre de 1977 y el 21 de enero de 1978, relata haber escuchado cuando un grupo de tareas regresó a la Brigada diciendo: “Ya está, estos no van a molestar más”. 

Durante ese período de “anarquía” en la zona, fue secuestrado y aún se encuentra desaparecido, Juan Telmo Ortiz, 18 años, militante del Partido Comunista Revolucionario (1412), “abatido” Juan José Antezana de la Rivera (2112) y también secuestrada, entre otros, María Carolina Jacué (2412). Pero por esos avatares de los expedientes judiciales, en la causa de “La Cueva”, el coronel Carlos A. Máspero, está acusado solo de tres (3) hechos: secuestro de Ledda Carmen Barreiro y de su esposo Alberto Muñoz el 16 de enero de 1978 y secuestro y desaparición de María Carolina Jacué en la fecha ya precisada anteriormente. Como nadie vio, ni escuchó a Ledda y a su esposo en el centro clandestino de “La Cueva”, la defensa del militar, sostiene que tal testimonio es falso, pues esas personas no vivían en Mar del Plata al momento del hecho y que podrían estar vinculadas a la organización “Montoneros”, ya que Ledda era la madre de Silvia Graciela Muñoz, joven desaparecida en la ciudad de La Plata en diciembre de 1976, embarazada y militante peronista, con lo cual, este testimonio tiene origen en viejos odios políticos hacia los militares. 

Y acá es donde aparece “Chiche”, el ignorado cabo enfermero de la Base Naval. A partir del mes de septiembre de 1977, las Fuerzas Conjuntas iniciaron la primera fase de lo que se llamó “Operativo Escoba”, operación de captura y extermino físico de más de 20 integrantes del Partido Comunista Marxista Leninista (PCML), en la que participaron fuerzas del ADA 601, del Servicio de Informaciones Navales (SIN, “Tigre” Acosta, “Fibra” Rioja, etc.) y del Grupo de Tareas G.T. 3.3. (Esma, Astiz y Cia), todas operando en Mar del Plata. Muchos de los jóvenes del PCML aparecieron acribillados en la ciudad balnearia en noviembre de 1977, otros fueron trasladados a distintos centros de detención de la Capital Federal y aún nada se sabe de ellos. Entre los secuestrados se encontraba una familia entera, los García Macedo, grupo de cuatro personas que fueron llevados a la Base Naval en octubre de aquel año. 

Pues bien, el Juez Pradas, en su resolución, trae a colación el relato de una joven secuestrada en el mismo período y en dicha unidad militar, quién afirma que Omar Secundino Oyola le cuenta que había logrado reunir al matrimonio con su hija y estaba muy satisfecho por ello. Su función en la Base, era la de cabo enfermero, pero consideraba lo hecho, como un “acto de humanidad”. Meses después, el 29 de diciembre de 1977, Oyola es secuestrado en las afueras de la Base Naval. Hasta el momento, la de “Chiche”, era una desaparición más y sin explicación alguna, teniendo en cuenta, que también pertenecía a las Fuerzas de Seguridad. Había pasado inadvertida la denuncia de Ledda Barreiro ante la “Conadep” en 1984, cuando decía: “... Al lado de la celda de la denunciante, estaba un muchacho joven, al que llamaban “Chiche”, quien estaba totalmente trastornado. Era cabo enfermero de la Base Naval. Antes de llevarlo ahí, había estado prisionero en la Base Naval…”. Años más tarde, en el 2001, ante el Tribunal Oral Federal en lo Criminal de Mar del Plata, en el marco del “Juicio por la Verdad”, agrega: “Y “Chiche” había sido un guardia del campo de la Base Naval y una prisionera le había pedido que le avisara a sus padres que estaba viva, él fue y lo hizo, lo descubrieron y estaba ahí…”.

Obviamente, el testimonio de “Chiche”, a pesar de no poder presentarse ante ningún tribunal de justicia argentino, es contundente, pues demuestra que las funciones del Coronel Máspero en la zona, no eran “alternativas y secundarias”, ya que el radar de la Base Aérea, donde funcionó el CCD “La Cueva”, estaba bajo su jurisdicción. Quizás Ledda Barreiro no supiera el apellido de “Chiche”, pero lo vio y habló con él, y nadie más que ella, sabe del origen del secuestro de este cabo enfermero y así lo declaró, con lo cual queda demostrado que la privación de su libertad, fue dispuesta por el Jefe de la Zona militar y que estuvo en el lugar donde afirma haber estado, es decir, en “La Cueva”.

El ex coronel, aun no esta imputado por la desaparición de Omar Secundino Oyola, pero no importa, hay tiempo. El testimonio de “Chiche” es impactante, pues como víctima, se convierte en un testigo viviente y su propia vida ha abierto el camino de la verdad, verdad imposible de ser refutada por argumento alguno. En medio de este paisaje compuesto por todas y cada uno de estas verdades, el más pequeño, el más insignificante de los hechos, se constituye en algo revelador, en un eco sonoro que exige ser escuchado, para que este ignorado cabo enfermero de la Marina Argentina, tenga la oportunidad de dar alguna vez su testimonio ante los jueces. ¡Vamos Chiche, que se puede todavía!.


*Abogado
Sobreviviente de La Noche de Las Corbatas

Publicado en:  El ORTIBA 1/06/09

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