Por Adrián Albor (*)
En estos días se oyen voces desde los sectores que pretenden el abandono del modelo que les ha hecho perder los inmerecidos privilegios que poseían. Voces que ahogan gritos desesperados y que califican de "fraude electoral" un eventual plebiscito de ese mismo modelo, encabezando las listas con candidatos que anticipan que no asumirán los cargos de legisladores a los que se postulan.
Corresponde que hagamos algunas aclaraciones. Para ello debemos entender el significado de la palabra "fraude". En ese orden de ideas, el "fraude" es un engaño... es un ardid mediante el que se pretende llevar a alguien al error. Así, no será "fraude" pretender la renovación del "voto de confianza" con el que el electorado ungiera a Cristina Fernández como nuestra Presidenta, ratificando el rumbo marcado por su antecesor, Néstor Kirchner, en momentos en los que el clima destituyente instalado por los que han perdido su preeminencia a manos de los que estuvieron siempre relegados, se ve reforzado por las mentiras de los oligopolios periodísticos, que se sienten atemorizados por la democratización mediática propuesta desde el Gobierno, y profundizado por las falsedades instaladas por los multimedios que lisa y llanamente son de propiedad de candidatos opositores y que nos quieren hacer creer que informan de manera imparcial.
Muy por el contrario, sí habría fraude si los candidatos mantuvieran en secreto su intención de no asumir sus cargos, dado que allí se verificaría un engaño. Sí hay fraude cuando un legislador renuncia a su banca para "candidatearse" a la misma banca, o cuando se utilizan artilugios para violar el régimen de cupo femenino, cuestiones prolijamente silenciadas por los "Dueños de
(*) Abogado y docente de
Gentileza: www.peronismocordobes.blogspot.com
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