*Por Horacio Baster
Cerca de su calle Corrientes, al son de ginebras, hablamos varias veces de Cafiero y la renovación. Y él en su dinamismo no sólo hablaba sino que hacía y militaba.
Estuvimos en el Bauen y escribimos como en una plataforma electoral sobre la promoción cultural, la industria del libro, convertir al Ministerio de Cultura y Educación, porque la Cultura era lo englobante; la educación permanente –un elemento conceptual novedoso que lo escuché por primera vez de él (“Todos enseñamos y aprendemos de todos desde el nacimiento a la muerte· -decía)
Eran años de restauración del lenguaje con firmes contenidos abrevados en el Peronismo.
Lo partidocrático era un juego (de otros).
Elvio Vitali era mi amigo. Con todo orgullo lo digo, porque no nos encontramos muchas veces, pero cuando nos veíamos en su Librería Gandhi la intensidad era como de diálogo frecuente.
Nos unía aquél intento de San Lorenzo y Entre Ríos (La Feria del Lector) que salvando las distancias él en Buenos Aires convirtió en Gandhi.
Y nos unía sobre todo la pasión por ir caminando con retrocesos y algunos avances el cotidiano camino de la Liberación.
Cuando hoy, la Sra. Presidenta de la Nación , a un año de su muerte, fijó conceptualmente las bases del papel de los intelectuales y el pensamiento nacional –que nosotros garabateamos en el intento de CARTA ABIERTA- mirando fijamente el rostro de ese porteño sin dobleces que surgía desde la obra de Santoro, me dí cuenta que ahí estaba sobrevolando.
La intensidad de vida, retransmitida por Casullo en su libro póstumo, que hoy tampoco está junto a nosotros, nos fortalece en todos los intentos.
Me entristece que no esté aquí en la calle codo a codo dándonos lucidez en cada tenida de facón y bandera. Seguramente estará en cada redoble de la murga Los Guardianes de Mujica el domingo 1º en la Plaza Congreso.
27 de febrero de 2009.
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