ASOCIACIÓN ILÍCITA



*Por Patricia Fortino

La asociación ilícita está dentro del título del Código Penal Argentino que castiga los delitos contra el orden público. La ley quiere proteger a la sociedad contra el caos o el desorden como sería el caso de que un número determinado de individuos decidiera poner en práctica un proyecto de ataque a la sociedad mediante la comisión de delitos indeterminados.

Esta aclaración es por si a alguno de nuestros lectores tiene pensado que lo que sigue es una exageración, revise una y otra vez esta especie de definición de los términos jurídicos expuestos y después reflexione sobre lo dicho.

Porque lo que vivimos el pasado martes 23 de diciembre hasta ya entrada la madrugada del 24 podemos bien catalogarlo de “proyecto de ataque a la sociedad”.

Si cuando lo votado como presupuesto 2009 para la Ciudad de Buenos Aires está tan lejos de lo que las manifestaciones populares previas al tratamiento reclamaban, hay un corto circuito latente entre el Poder Ejecutivo-Poder Legislativo-Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires.

Tal vez nunca existió comunión entre estas partes. Tal vez la hora del romance se está apagando. Tal vez los hilos y las hilachas de algunos personajes empezaron a notarse debajo de sus púdicas túnicas blancas. Tal vez el tiempo que todo lo cura (frase vacía de contenido ideológico) nos sirva a los porteños para ver como lo único que pasa en Buenos Aires es asfalto por nuestras calles para levantar nuestro entrañable empedrado. Tal vez podamos hacer, en estos días de balance, un análisis sobre la situación comprometida de la educación pública, o la desvalorización de  nuestros hospitales y centros de salud. Tal vez mientras caminamos por las comerciales avenidas podamos darnos cuenta de la existencia de los pibes que siguen cartoneando junto a sus padres o de los indigentes que habitan las veredas. Igual, para la élite gobernante y sus oportunistas aliados, esos no votan.

Por si no habíamos entendido lo de “Va a estar bueno Buenos Aires”, ahora vinieron los subtítulos: Carrió que en el 2007 había puesto como límite a sus alianzas al mismísimo Mauricio Macri hoy dice “ando muy flexible en Navidad” y hace levantar la mano de sus legisladores porteños aprobando un presupuesto que le abre las puertas a un acuerdo electoral con vistas al 2009.  Se le corrieron las demarcaciones a la pitonisa, hoy dice que sus límites son “los corruptos irredimibles” y entonces puede opinar bien de Luis Juez, sentarse a conversar con Felipe Sola y hacer las piruetas políticas que crea necesarias para seducir al socialista Binner. Total su grado de exposición es el de la opositora empeñada en convertirse en superhéroe, porque gobierno va a ser difícil. Para ser gobierno hay que tener la coherencia que su brújula desorientada no le permite alcanzar. ¿Por dónde va a correr al peronismo quien fuera líder desde la centro izquierda ahora que se arrima al neoliberalismo macrista?

La realidad supera cualquier ficción en esta maravillosa ciudad. No hay Discépolo que lo tolere.
Es difícil hallar confluencia de ideas donde lo que los unió fue la necesidad de votos en un recinto para unos y el interés de saberse voto preciado de otros.  Parece que los unió los mismos intereses y de ideas ni hablamos.  El análisis de Carrió es interesante: si a Macri le fue bien hasta acá sin ofrecer ninguna idea ¿por qué no seguirlo? El de Macri tampoco es un pacto equivocado: hoy me sirven sus manos en alto, mañana me olvido de lo que prometí y nunca hubo compromiso. En esto de decir y desdecir al Jefe de Gobierno no hay quien lo iguale.

Por otra parte es casi seguro que para las legislativas del 2009 el espanto del Gobierno de Cristina los una más que el amor a todos los agoreros del desastre que se nos viene.
Si la Ciudad de Buenos Aires se convierte en el único (o uno de los pocos) espacios electorales que se resiste a ver en el peronismo la salida posible, entonces harán de este distrito la resistencia de la oposición. 

Volvamos al comienzo: si esta unión que permitió aprobar el presupuesto con menos conciencia social que hayamos vivido, no se ajusta a los términos de lo que la justicia califica como asociación ilícita, por lo menos empaña aquel bochorno que creíamos insuperable cuando las Banelco circulaban entre los despachos legislativos de un gobierno que mejor no recordar.  

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